Valeria

Ya dije en su día que a lo mejor en septiembre se acababa el chollo, y no se ha acabado, pero si que se ha dificultado.

Empiezo una nueva etapa laboral que espero compaginar con vosotros una temporada (no se cuanto), pero como toda conciliacion, no va a ser fácil. Se reducen mis horas de disponibilidad. Así que a partir de hoy mi horario es 100% a consultar.

También se que os tengo abandonados y os debo dos relatos, pero ando como pollo sin cabeza incorporándose a mi nueva rutina, por eso mi movil pasa muchísimas horas apagado, no me da la vida.

En resumen, que no os abandono, que sigo activa, pero que me tengáis paciencia una semanita que me habitúe.

Baja_134832

Te he imaginado como pollo sin cabeza...

¿Pides paciencia? Paciencia tendrás...

¿Así está bien?

¿Ya?

¿Ahora?

Valeriaaaaa!!!

Ni caso (me hagas): mucha suerte!!

Valeria

Que sepáis que este finde estoy disponible.

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Esto...

El cliente malo...

La hostia y la huida...

¿Te suena?

Valeria

Ataque de pánico

Llevaba una semana trabajando como masajista erótica. Estaba en un piso en Barcelona y hasta la fecha podía dar todos los servicios por más o menos satisfactorios para mi.
Llegó un cliente habitual del piso. Algunas compañeras ya habían estado con él, incluso la encargada, en sus años mozos, le había hecho algún servicio.
Al ser yo la novedad en el piso, me eligió. Ya no recuerdo si quiso el masaje previo o no. La cuestión es que pasamos al lío en el clásico misionero. Era un hombre alto y corpulento. Me sacaba más de una cabeza tranquilamente y era de constitución ancha. Entendedme, no era gordo y tampoco musculoso. Simplemente era grande. No debía estar muy en forma, por que en seguida se le cansaron los brazos y apoyó todo su peso sobre mí. Imagino que debía costarle moverse en esa postura de manera que se ladeó un poco. El estaba acostado sobre su lado izquierdo, con mi pierna por debajo de su cuerpo, su brazo me rodeaba el cuello y me apretaba la cabeza contra su cuerpo mientras no dejaba de moverse dentro y fuera una y otra vez hasta que acabó. Recuerdo que la sensación para mi era asfixiante. No solo por no poder moverme, si no porque mi cabeza estaba literalmente incrustada en su pecho y no podía moverla. No recuerdo la posición exacta de mis brazos, pero tengo clarísimo que tampoco podía moverlos. No era un hombre desagradable al trato y dudo mucho que adoptara esa postura con maldad, pero no fue agradable.

Salí de la habitación pensando que si volvía no lo iba a atender, y se lo dije a las compañeras que había por allí. Por alguna razón, no se lo dije a la encargada. Quizá por que me presenté en seguida otra vez, quizá por que salió y para cuando volvió yo ya ni me acordaba… a saber.

El hombre volvió, me volví a presentar y cuando lo vi tuve la duda de si era el o no. Habían pasado un par de semanas y había visto una cantidad indecente de hombres, así que era imposible que me acordara. Recé para que no me escogiera, y me escogió. Le dije a la encargada que no estaba segura de si era el hombre que no quería volver a hacer, de manera que esta vez le atendería, pero si resultaba ser el, que se acordara de que yo no le atendería más.

Entré en la habitación a darle la bebida y la toalla y salí para que se preparara. En ese momento, cuando vi que en cuestión de 5 minutos no iba a tener marcha atrás, una sensación que no sabría describir empezó a invadirme. No quería entrar con ese cliente. Se lo dije a la encargada. Me preguntó por qué y entonces le dije que creía que podía ser él y que no quería arriesgarme. No tengo ni idea de lo que me contestó, por que empecé a entrar en un bucle horrible con las mismas dos palabras. No quiero. La sensación que antes no podía describir y que apenas unos segundos antes solo podía intuir, ahora podía ponerle nombre y se había apoderado de mí por completo. Desesperación, ansiedad, pánico. Me brotaban las lágrimas sin control alguno y mis palabras eran ininteligibles. Aunque las encargadas ya me habían dicho que no hacía falta que lo hiciera, que le dirían que se habían olvidado de que tenía una reserva, me oí a mi misma suplicar que por favor no me obligaran. Mi cuerpo necesitaba huir, pero a la vez estaba sin fuerza. Solo podía llorar, alejarme de la habitación en la que estaba él y pedir perdón a la compañera que si que le iba a atender. Me hice un ovillo en el sofá y continué llorando y cogiendo aire a bocanadas entrecortadas. Llamé a Lys solo para hablar con una voz conocida (la única que sabía dónde estaba y a qué me estaba dedicando) y le di un susto de muerte a la pobre por que para cuando conseguí hablar con claridad y explicarle lo que había pasado, ella ya estaba abajo mal aparcada esperándome

Valeria

Ni un comentario a mi último post? Os he dejado sin palabras? Solo un par de mensajes privados. Que fort.

Baja_134832

Yo es que no quiero hacerme pesado, que a veces parece que este es mi blog en lugar del tuyo (por cierto, en el mío también son bienvenidas tus apreciaciones cuando quieras ), por eso te mandé un privado, pero ya que insistes...

A mí se me pusieron los pelos como escarpias ya sabes por qué. La descripción del tipo, en buena parte, coincide con la mía, y esa sensación tuya que explicas es algo que me aterra, porque a veces he pensado que yo podía ser el causante de algo así... No hace falta que imagine cómo te sentiste, porque lo narras de forma magistral tú misma. [Atención, palmerada]: as ever.

Otra cosa que me recorrió la mente cuando leí el texto: dices que Lys acudió rauda a buscarte, dejando el coche mal aparcado. En mi cabeza fue algo diferente: se personó ataviada con una armadura metalizada y radiante, a lomos de un corcel blanco, armada con una pica y con un casco que refulgía, a través de cuya mirilla podía contemplarse una mirada feroz y vengativa.

Valeria

No te pareces en nada a ese señor. Dicho esto.

Que romántico.

Freeze

Perdón por la tardanza, dejé la respuesta para "otro momento"... y lo olvidé

La narración me dejó muy mal cuerpo. Primero por la sensación de indefensión y ahogo que me provoca tanto por ti, que estabas en lo peor del combate como por Lys, que sólo pudo ejercer de apoyo cuando me puedo imaginar lo que le pedía el cuerpo (en realidad, lo que puedo es imaginarme lo que me pediría a mí en su lugar pero estoy dispuesto a aventurar que no es muy diferente) y luego porque, cuando dices que no viste mala fe en el cliente, me imagino lo mal que me sentiría yo si fuera el causante de un momento así de traumático... así que supongo que me quedo con una enseñanza básica (que, por otro lado, es de sentido común): tengo que asegurarme siempre de que mi partenaire está cómoda y lo más a gusto posible. Que es lo que suelo hacer, que conste, pero a partir de ahora más

Electricus

Hi ha relats teus que mostren que aquest ofici vostre és dur, que en molts casos no ha estat triat de grat. En ells, normalment ens expliques les condicions de treball, situacions surrealistes … que, fins a cert punt fan somriure. Alguns cops, de manera una mica amarga.

Però en cap, m’he sentit tant incòmode com en aquest últim relat. En l’història que expliques, en cap moment sembla que hi hagi una intenció per part del client en fer-te mal. Ni tant sols em va semblar que ell n’acabés de ser conscient del que et passava.

I em va fer pensar en si era possible que jo, tot i que sempre procuro ser amable, respectuós i fer-vos sentir el millor possible.. en algun moment hagués pogut provocar aquesta sensació de pànic.
Pànic, no tant per la meva actitut, sinó perque en aquell moment, la noia es sentís atrapada en una situació/feina en la que, no volia/podia estar.

Hi ha cops que un té com una mena de “il·luminació”; com qui desperta de cop i es pregunta “què carai estic fent aquí?”, però et trobes ficat dins de la roda del hàmster, corrent a cor que vols. I no trobes la manera de deixar de còrrer, ni de baixar de la fotuda roda. I tant sols et queda l’angoixa d’anar dient-te: “això no és el que volia”.

Doncs aquest ofec teu em va fer pensar més en el “no és això el que volia”, que en l’ofec físic que vas sentir aquell dia.

I em va glaçar l’espinada

Baja_134832

Romiconsejo: Pon un/a moñas en tu vida.

Magnífic.

Fransbd78

Buff Valeria, mal cuerpo es poco.Ni nos imaginamos lo que pasáis en este trabajo.
Aparte de eso, me encanta como expones tus vivencias y me gusta leerte.

Lastima que no hayamos podido conocernos, siempre estabas ocupada y yo tenía poco tiempo jeje.

Valeria

Premio al gilipollas del año. (PARTE I)

And the winner is….
…
…
El chico que me la metió.

Hay infinidad de maneras de mantener relaciones sexuales, y para mí todas son válidas mientras sean consensuadas. Incluso puedo entender que una de las partes no acabe de darse cuenta de que la otra persona está incómoda. Lo que no es válido bajo ningún concepto es que una de las partes se queje de que algo le hace daño y la otra parte se lo pase todo por el forro.

Estaba yo trabajando en el piso cuando uno de los muchos clientes que pasaban por allí me eligió. Al principio no vi nada especialmente reseñable. Era uno de esos chicos a los que se ve ansiosos, impacientes y con demasiadas ganas, tantas, que a veces no controlan la fuerza que aplican.

Apenas me había dado tiempo de poner la sábana desechable en la cama que el ya había salido de la ducha y me estaba besando. Nos tumbamos en la cama de una forma bastante torpe por culpa de su prisa y yo quedé en una postura un poco incómoda, con la cabeza medio apoyada en el cabecero y la espalda en la almohada. El chico estaba encima de mi, apoyaba todo el peso de su cuerpo contra el mío y me besaba haciendo chupetones en el labio inferior. Lo cogía, lo absorbía, y era yo quien tenía que tirar hacia atrás (con dificultad por que estaba contra el cabecero) para liberarlo. Le repetí varias veces que no hiciera eso, que hacía daño, pero él erre que erre. A veces se iba a mis pechos y hacía lo mismo. Le decía que no hiciera eso, que hacía daño, y al chico le entraba por un oído y le salía por el otro. En uno de los besos, le hice lo que el me estaba haciendo y le dije “ves como duele, no me lo hagas más”. Fue como hablar con una pared.

A estas alturas de la película he aprendido un par de trucos muy útiles, como ponerme encima, y ahora es más difícil inmovilizarme ya que he descubierto una “llave” que utilizo para darnos la vuelta y llevar la voz cantante. Cansada de que me estuviera haciendo daño en el labio y en el pecho, utilicé la llave, me senté sobre el y le sujeté los brazos. Le dije “¿Te vas a portar bien?” Y me contestó “¿Y si no qué? ¿Te vas a ir?”. Le dije que si, que me iría y me dijo que se portaría bien.

Estaba sentada encima de él, me incorporé para hacerme una coleta y en un movimiento visto y no visto se la cogió y me la metió. Sin condón. Mi reacción fue inmediata. Le di una ostia, cogí mis cosas y salí de la habitación. Bajé a ver a la encargada y le dije que lo echara y no le devolviera el dinero.

the edge

Madre mia Valeria,menuda paciencia tienes.Eres una crack por aguantar a tipos de este calibre.Leo tus historias con los clientes,no debe ser nada facil lidiar con estos energumenos.Animo,no todos somos asi.

Freeze

Maaaaaadredelamorhermoso y éste es el motivo por el que no me veo haciendo este trabajo: todo lo malo de estar de cara al público pero en bolas y con sexo de por medio... y miedo me da la segunda parte

Valeria

Que se supone que le tengo que contestar?

Electricus

Doncs segons Google Translate, el que t’està preguntant és:


Ara falta saber si el pàjaru és xinès de veritat ( que ja podria ser ), o t’està vacil·lant.

Potser li podries donar una oportunitat. Tot depèn de com portis l’acumulat de poca-soltes del dia…

Adn

Marc75

Francés con preservativo
NO griego....ni chino