Con esta entrega es posible que esté tirando piedras sobre mi tejado y seguro que si alguna chica me lee se va a acordar de toda mi raza. También me cierro las puertas de algún local en el que pueda querer trabajar el día de mañana. Pero me da igual. Dicen que si escuece es que cura, y espero que si alguien lo lee y se lo toma a mal, recapacite y lo utilice como una cura, más que como un ataque. Al menos esa en mi intención.

*Prostitución y mentiras*

Definitivamente las putas honradas escasean. Más que honradas debería decir sinceras, legales, honestas. Conocía algunos trucos, de unas, de otras, algunos en común de varias. Pero llega un día en que resulta que todas tienen lo suyo y muchas coinciden. No las puedo culpar, hay que tener al cliente contento, y muchas veces el cliente pide cosas que no deberían hacerse. Al final, nosotras, o mentimos, o no nos comemos una mierda. Y precisamente de comer va el tema. Esto da para una parrafada increíble porque dentro del tema hay muchos subtemas. Yo voy escribiendo y ya veremos que sale.

En primer lugar hay que dejar claro que el 90% de los clientes quieren que se la chupen a pelo. Esto es así. El otro 10% son los que están de acuerdo con los servicios que ofrecemos las que tenemos dos dedos de frente, o los que ven otras virtudes y están dispuestos a hacer el “sacrificio”. En ese 10% de potenciales clientes hay para todos los gustos y colores, y de la misma manera, ellos tienen sus gustos, y, seamos sinceros, los que elijen son ellos. Es decir que de ese 10%, a lo mejor yo le gusto a un 0,5%. Esto significa que de todos los ciudadanos de la provincia de Barcelona, mis potenciales clientes son hombres que quieran francés con condón o que no quieran francés, que tampoco quieran griego (que esto da para otra parrafada) y que les gusten las mujeres morenas, naturales, con cuerpo y catalanas. LA HEMOS JODIDO. Esto no solo me pasa a mi. Nos pasa a casi todas. La diferencia entre casi todas y las pocas como yo, puede ser una de las siguientes:
1. Que la necesidad económica y la falta de clientela a día de hoy haga que la chica pase por el aro. Y aunque disfrute del sexo y de su trabajo, en el momento que baja al pilón sin protección está pensando que esa parte del trabajo no le gusta y que lo está haciendo porque toca. ¡Cuántas chicas me han contado que mientras están haciendo una mamada están repasando mentalmente la lista de la compra! Evidentemente si le preguntáis os dirá que le gusta y le da igual. Pero no es así. Hay dos tipos de pene bien diferenciados, los babosos y los secos. Los babosos son aquellos que casi desde el mismo momento que en que se ponen erectos empiezan a segregar fluidos. Ya de por sí un pene seco, que es aquel que solo genera fluidos en la eyaculación, da reparo lamerlo ya que es de un completo desconocido que no sabemos ni cuándo, ni cómo, ni con cuántas ha estado. Imaginad lo que se nos pasa por la cabeza cuando nos vemos encaminadas a un calipo chorreante con sabor sorpresa. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS), también conocidas como enfermedades venéreas o infecciosas se transfieren sin el uso de condón con este orden de riesgo de mayor a menor: Sexo anal, sexo vaginal y sexo oral. Y, queridos míos, lamento daros semejante disgusto, pero se transfiere igual de pasivo a activo como de activo a pasivo. También se transfiere igual de pene a garganta que de garganta a pene. Y aunque esto vaya en contra de mi placer, vagina – garganta, también. Menos mal que tengo el satisfyer.

2. Que os engañen y no os deis ni cuenta hasta el final. Os lo digo así, sin más. Aunque duela, os arranco la tirita de un tirón. Muchas de mis compañeras han desarrollado una habilidad que a mi me parece fascinante y complicada a partes igual. Poner un condón con la boca. El tema es que se lo guardan entre los dientes y el labio superior, en uno de los lados y cuando van a chupar el calipo hacen flis flas, lo colocan y lo desenrollan con los labios. Alucinante. Yo a veces no puedo ni con las dos manos. Siempre que me han contado que hacen esto me lo cuentan de la siguiente manera. Primero me exponen el sistema paso por paso y luego añaden “no se dan ni cuenta hasta que acaban, lo ven y dicen ¿Cuándo me lo has puesto? No me he dado cuenta” y ellas les contestan “Claro que si cariño si te lo he puesto aquí delante de ti, ¿No lo recuerdas?” No me cabe duda que no es lo mismo una felación con preservativo que sin el. Igual que a mi me gusta más hacerlo sin preservativo, el piel con piel no tiene precio, entiendo que a vosotros también. Pero ostia, una mica de seny. Pensad en esto seriamente. He estado en esa casa 12 días en los que he ganado 2900 euros. Por cada media hora cobraba 25 euros. ¿Con cuántos hombres me he acostado en 12 días? Ya os lo digo yo. Con la friolera de entre 60 y 70 hombres ya que algunos han sido de una hora, otros de más y alguno ha repetido incluso varias veces en esos días. Y esto estando la situación de capa caída. En una de mis mejores semanas estando soltera y yendo a locales de intercambio, han podido pasar por mi boca, como mucho, 4 ó 5 penes. Evidentemente, el nivel de exposición no es el mismo. Claro que me gusta el sexo al natural. Claro que los condones resecan, tienen cierto sabor y según como lo pongas puede que incluso lo que sobra por la punta moleste dentro de la boca. Pero vamos a ver, centrémonos. 65 penes con diferentes fluidos en mi cavidad bucal, es una ruleta rusa de la ostia.

No solo con el tema de las felaciones existen las chicas mentirosillas. Aquí el 90% están para ganar pasta. No les acaba de convencer lo que hacen y fuera de la habitación hablan de los clientes con bastante desdén y una falta de empatía de la ostia. Hay otras cosas que me hacen tener la certeza de que no disfrutan de su trabajo. Las mismas que hacen francés natural repelen que los clientes les metan los dedos, aun siendo obligatoria la ducha previa. Yo solo le he dicho a un cliente que si quería meterme los dedos, tenía que cubrírselos con un preservativo. Y este cliente era mecánico. Por limpio que fuera el señor, que lo era, las cutículas tenían más mierda que el rabo de una vaca. ¿Por qué le voy a decir a un hombre que no me meta los dedos? ¡Con lo placentero que es! Evidentemente siempre y cuando lo hagan bien. Pero ¿Acaso conocéis a alguien que nazca sabiendo? En esta andadura puteril que he experimentado he desarrollado una expresión nueva muy mía. Soy una puta didáctica. En mi faceta independiente, mi límite son 3 clientes al día. Evidentemente la media diaria no es de 3, más bien es de uno o dos. Pero como son pocos, si no saben hacer la o con un canuto, les dejo que disfruten y luego agarro el satisfyer y que disfruten del espectáculo. En el piso era diferente. No había límite que valiera, y menos a 25 euros por media hora. Al fin y al cabo, yo también estaba ahí, entre otras cosas, por la pasta. Si tenía que acostarme con tal cantidad de hombres, que menos que disfrutarlo al máximo. El satisfyer ha sido mi gran compañero en esta andadura. Hasta el punto que al volver a casa ha empezado a fallar. Debería comprar otro porque el muy cabrón se para justo cuando estoy a punto de llegar al orgasmo y eso es imperdonable. Les he enseñado a besar, a meter los dedos, a hacer un cunnilingus, y en algún caso incluso a penetrar. Y sinceramente, creo que he hecho una labor social. Si sabéis leer entre líneas, habréis deducido que, como todas, yo también miento un poquitín. Tampoco es cuestión de que un hombre se gaste 70 o 110 euros para salir de mi habitación humillado. Aunque debo decir que a lo largo de estos 10 meses que llevo ejerciendo esta profesión, mentir de verdad, es decir, fingir que disfruto cuando en realidad no me estoy enterando de nada o estoy deseando que acabe el encuentro, lo he hecho dos veces que recuerde. Como mucho 3, por si se me olvida alguna. Y nunca, jamás, he fingido un orgasmo. Eso es algo que mi compañero sexual del momento tiene que currarse. No estoy aquí para llenar el ego de nadie. Si quieres provocar el espectáculo, gánatelo. Siempre, siempre, siempre hay algo que a un hombre se le da bien. Puede ser besar, acariciar, practicar sexo oral, masturbar, o penetrar. Y si no es ninguna de las anteriores, os confieso que una cosa que me pone muchísimo es hacer un francés mientras le doy al satisfyer y si ya me están tocando el pecho o la parte interna de los muslos… ese cliente tiene garantizada la respuesta inmediata la próxima vez que me escriba jajajaja (es broma, una particularidad mía es que soy una Doris de manual y nunca recuerdo qué con quién). Esto no quiere decir que si hago un francés, satisfyer en mano, signifique que ese hombre es un petardo ehh. Es algo que me gusta mucho y puede ser que tome la iniciativa porque ese día me apetece y punto aunque el hombre en cuestión sea un Dios del sexo (Esto no existe).

Pero si, mentimos para que os sintáis bien. Y no solo en nuestra profesión. Lamento confesaros que es más fácil decirle a un cliente que lo está haciendo mal, que a nuestras parejas. Después de todo, el cliente es un desconocido que nos importa más bien poco en nuestra vida cotidiana, y si se siente un poco mal por decirle que no está haciendo algo bien, no nos importa demasiado. Con nuestra pareja, sin embargo, hay sentimientos de por medio. Y se nos hace mucho más difícil decirle la verdad por que no queremos dañar su ego y/o que se sienta mal. Recuerdo a una pareja del mundo swinger. Ella siempre presumía de que su marido hacía unos dedos impresionantes. Que eso era algo que teníamos que vivir. Menuda chusta de experiencia. Si bien es cierto, que solo conozco a dos personas que me han hecho ver las estrellas con los dedos. Una de ellas es mi actual pareja, que al ser mujer, tiene mucho más fácil el saber hacer. Otro fue un completo desconocido del que en ningún momento supe ni su nombre y creo recordar que ese fue nuestro único contacto sexual (ni besos, ni penetración con el pene, nada de nada). Han sido las dos únicas personas que, si yo hubiera sido capaz de relajarme e ignorar las ganas incontenibles de orinar, hubieran conseguido un squirting (la sensación que tiene una mujer antes de un squirting, es muy parecida a cuando tenemos unas ganas incontenibles de hacer pis, esa es una de las razones por las que tan pocas mujeres lo consiguen, nuestro subconsciente nos dice que si nos dejamos ir nos mearemos encima y lo evitamos a toda costa). A lo que iba, que me enrollo. No solo mentía a su pareja, si no que nos creó a las demás unas expectativas muy lejanas a la realidad. Pues ese chico no aprenderá en la vida a hacer unos dedos en condiciones por que le mienten. Y ese es el problema de muchos hombres. No es que no sepan. Es que no les han enseñado y encima les han mentido. A veces vienen hombres hasta mi cama que me dicen que a sus mujeres no les gusta el sexo. Una vez me he acostado con ellos pienso “No me extraña”. ¿Pero realmente la culpa es del hombre? Incluso cuando tienen una actitud egoísta y penetrocéntrica yo sigo pensando que no es culpa de ellos. Es culpa de la nula educación sexual que hemos recibido todos. Creo que voy a dejar el tema aquí por que me estoy desviando y de aquí me puede salir una parrafada para otro día jajajjaa.

Otra de nuestras mentiras gira en torno a la menstruación. ¿Conocéis a alguien que pueda permitirse una semana de vacaciones al mes? Nosotras tampoco. Es verdad que ganamos más dinero que en un trabajo normal, pero no ganamos más que cualquier otro autónomo (aunque no nos permitan pagar impuestos), y los autónomos no tienen las vacaciones normales de cualquier trabajador, tienen menos ya que si no trabajas, no cobras. Cada una tiene su historia pero la mayoría de las chicas que he conocido tienen una carga económica muy importante sobre sus espaldas. Yo, sin ir más lejos, solo para poder ejercer, tengo que pagar el espacio de trabajo y la publicidad, eso me supone más de 1500 euros al mes. A eso hay que sumarle los gastos habituales de cualquier persona. Alquiler o hipoteca, suministros, vehículo, hijos, familia, estudios. Como he dicho, cada una tiene su historia. No podemos dejar de trabajar por 4 gotas de sangre, ni por una carnicería. Si duele mucho, a lo mejor nos relajamos un día o dos porque no podemos ni movernos, pero para eso hay medicación. Lo que utilizamos son unas esponjitas que se colocan dentro de la vagina, al fondo, y luego es un drama sacarlas. Yo le cogí el truco bastante rápido, pero según las dimensiones del miembro viril que me haya encontrado, se va al fondo y se queda casi incrustada con lo que luego cuesta un cojón sacarla de ahí. Por normal general, si te la pones justo antes del encuentro, ya sea este de media hora o de una hora, aguanta bien. Si eres de las chicas que se desangra viva, puede que tengas que utilizar la manida excusa de “ups, me acaba de bajar, que raro, no me tocaba…”. Estas esponjas funcionan más o menos como un tampón. Básicamente absorben la sangre y/o la retienen y no la dejan pasar más allá del cuello del útero. No son tan rígidas, no tienen el famoso hilillo y no son ni de lejos tan absorbentes, pero si no fuera por ellas, no podríamos trabajar durante los días que nos dure la regla. Esto no es un invento moderno. El uso de las esponjas durante la menstruación es tan antiguo como las propias esponjas. Cuando una mujer quiere salir adelante, no la para un poco de sangre, ni ahora, ni nunca.

Hay un truco que no se da tanto en chicas independientes o en centros de masajes, pero que en los pisos y clubs está a la orden del día. Perder el tiempo. No he trabajado nunca en un club, pero he conocido a demasiadas chicas como para no conocer algunos ardides que allí se cuecen. Empecemos por los pisos, que lo tengo más cercano a mi experiencia. Como ya os dije en una de mis publicaciones anteriores, a los consumidores de cocaína se los rifan. Suelen venir con dinero y dispuestos a pasar más de la media hora que piden inicialmente. Pero las chicas lo alargan tanto como pueden. En tan solo 12 días he visto a más de uno pedirle a algún amigo que venga a pagar más, irse sin correrse por que se han quedado sin dinero, o sacar una tarjeta detrás de otra para poder quedarse. Ese es el objetivo de la chica. Alargar el tema. Pierden el tiempo de mil maneras distintas. Para empezar, la ducha forma parte del tiempo contratado. Si dejas que un hombre se duche solo, lo hará lo más rápido posible para pasar a la acción. Si la chica se ducha con el, puede hacerle perder 10 minutos tranquilamente. El secado. Con la excusa de la sensualidad y las caricias, el tu me secas y yo te seco te quita de en medio otros 3 ó 5 minutos. Si el cliente ha pedido media hora, ya ha gastado la mitad de su tiempo. Normalmente yo aprovecho el tiempo de la ducha para colocar la sábana desechable y así no perder tiempo ni cortar el rollo. Pero yo no soy la mayoría. El tiempo de poner la sábana son otros 2 minutillos que ese señor no te está tocando más de la cuenta. Si hay muchos cojines, puede ser incluso más. Han pasado 20 minutos y apenas ha habido 4 besos y un poco de magreo. En la habitación está la bebida que haya pedido el cliente. Me tomo un trago, tu otro, preparo la raya, me la meto, te la metes, y suena el timbre. Si quieres sexo de verdad, toca pagar como mínimo otra media hora. Y así va pasando el rato. Van hablando, tocan, paran, hablan, paran. Juegan al ahora se levanta, ahora se baja. Sin dejar de hacer disfrutar, evidentemente, no puede notarse. Hablan, besan, el cliente trempa, la chica toca un poco, vuelve a subir la mano, sigue besando, el tema mengua, vueleve a provocar la erección, chupa, y se va a otro tema, vuelve a quedarse el colgajo flácido. Y así de media hora en media hora. Hasta que el cliente no ha soltado todo lo que ha podido, la prostituta no deja que se corra. Conozco casos de 5 horas, de 8, y hasta de 22. Uno en concreto me contaba una compañera que el cliente llegó con un buen fajo de billetes. Ella lo vió y decidió que de esa casa no iban a salir ni 5 euros para el taxi de vuelta. 22 horas de bailar, fingir que consumía droga, hablar, beber, hacer creer que hacía griego y ver como el fajo iba menguando hasta acabarse. En una casa todo está pensado para sacar dinero. La mayoría de las veces a los clientes. Si la chica quiere beber, la casa no le permite meter su propia bebida en la habitación, el objetivo es que consiga que el cliente le invite y cobrarle hasta 30 euros por una copa. Si el cliente quiere coca, la casa se la sirve, la chica se lleva una comisión, de manera que otra de las misiones de la chica, puede ser que la coca se acabe. ¿Cómo se consigue algo así sin acabar en un hospital por sobredosis? Fingir que te la metes. Cuando conocí a esta chica llevaba las uñas arregladas pero suyas y de un largo normal. Cuando esa misma chica trabajaba en el piso, se ponía uñas largas de gel. Pensaréis que quizá lo haría por coquetería, pero no. A esta mujer en concreto se la sudaba como llevar las uñas, pero llevarlas largas le daba la posibilidad de ganar un dineral en comisión por la coca. El cliente hacía las rayas habituales, y esta chica lo que hacía era coger la farlopa con la uña del dedo corazón y a la hora de metérsela se ponía en la nariz el dedo índice escondiendo el dedo con el material en el interior de su mano. Luego, simplemente abría la mano y el polvillo se dispersaba en el ambiente. Con el colocón que debía llevar el chico, me parece incluso lógico que pensara que se la estaba metiendo por el culo cuando en realidad la estaba metiendo entre las piernas de la habilidosa profesional. En un club pasa algo muy parecido, pero el gasto llega desde antes. Las famosas copas. El objetivo de las chicas es que el cliente las invite a una detrás de otra antes de subir a la habitación, porque de esas copas, todo el mundo pilla cacho. El club, el camarero, la chica, todos. Se cobran al cliente como bebidas alcohólicas pero los clubes suelen tener una palabra clave cuando la profesional se acerca a la barra a pedir. Según lo que pida es para el cliente, con alcohol, o para ella, sin alcohol. El cliente paga por una bebida alcohólica para la chica, pero el único que esta emborrachándose para no darse cuenta del tiempo que lleva ahí ni de lo que va gastando y para luego retrasar el orgasmo, es él. Hay profesionales que consiguen pasar horas y horas hablando y bebiendo, y se sacan un buen pico antes de que les hayan tocado una teta.

Egoísmo, empatía y reciprocidad. Son la clave para todo. La existencia o carencia de estas tres palabras es la que hacen de nuestra sociedad la que es. El egoísmo es el que hace que el putero pretenda que una chica haga lo que él quiera porque paga, y el que hace que la puta piense que tiene el derecho de engañar para sacar el máximo beneficio económico. La empatía es lo que hace que la puta entienda que ese hombre está ahí porque en realidad tiene una carencia, ya sea afectiva o física, y es la que hace que el putero no pida aquello con lo que la chica se pueda sentir incómoda. Reciprocidad. Es lo que hace que hayamos entrado, profesionales y clientes, en un bucle sin fin. Yo lo he visto, lo he vivido. No puedo pretender que me traten como a una persona si yo no les trato como tal. Hemos llegado a un punto en el que el putero entra en una casa o llega a una cita con la idea preconcebida de que la chica está ahí por que quiere, pero porque toca y que le van a tratar con frialdad. De la misma manera la puta abre la puerta con la idea preconcebida de que ese cliente está ahí para disfrutar al margen de lo que a ella le guste, o simplemente da por hecho que a ella le gusta porque no se ha parado a ponerse en su piel y porque, como he dicho antes, le han mentido hasta el día de hoy. Como decía un cenicero en casa de mi ex, “una sonrisa es más barata que la electricidad, y da más luz”. Si vas a cualquier sitio y recibes a quien tengas delante con una sonrisa, ésta te será devuelta. Si no te la devuelven a la primera, simplemente se paciente y sigue sonriendo, puede que haya tenido un mal día. Y si la sonrisa de la otra persona no llega, no le trates mal por ser borde, a saber lo que le ha tocado vivir a esa pobre persona para llegar al punto en el que está. Somos consecuencia de lo que aprendemos, de lo que vivimos, de lo que nos rodea. Somos la consecuencia de nuestras experiencias, las buenas y las malas. Y en algún momento, alguien tiene que hacer de tripas corazón, ignorar el egoísmo, ser empático y provocar la reciprocidad para que podamos romper el bucle.

Con esta entrega es posible que esté tirando piedras sobre mi tejado y seguro que si alguna chica me lee se va a acordar de toda mi raza. También me cierro las puertas de algún local en el que pueda querer trabajar el día de mañana. Pero me da igual. Dicen que si escuece es que cura, y espero que si alguien lo lee y se lo toma a mal, recapacite y lo utilice como una cura, más que como un ataque. Al menos esa en mi intención.

*Prostitución y mentiras*

Definitivamente las putas honradas escasean. Más que honradas debería decir sinceras, legales, honestas. Conocía algunos trucos, de unas, de otras, algunos en común de varias. Pero llega un día en que resulta que todas tienen lo suyo y muchas coinciden. No las puedo culpar, hay que tener al cliente contento, y muchas veces el cliente pide cosas que no deberían hacerse. Al final, nosotras, o mentimos, o no nos comemos una mierda. Y precisamente de comer va el tema. Esto da para una parrafada increíble porque dentro del tema hay muchos subtemas. Yo voy escribiendo y ya veremos que sale.

En primer lugar hay que dejar claro que el 90% de los clientes quieren que se la chupen a pelo. Esto es así. El otro 10% son los que están de acuerdo con los servicios que ofrecemos las que tenemos dos dedos de frente, o los que ven otras virtudes y están dispuestos a hacer el “sacrificio”. En ese 10% de potenciales clientes hay para todos los gustos y colores, y de la misma manera, ellos tienen sus gustos, y, seamos sinceros, los que elijen son ellos. Es decir que de ese 10%, a lo mejor yo le gusto a un 0,5%. Esto significa que de todos los ciudadanos de la provincia de Barcelona, mis potenciales clientes son hombres que quieran francés con condón o que no quieran francés, que tampoco quieran griego (que esto da para otra parrafada) y que les gusten las mujeres morenas, naturales, con cuerpo y catalanas. LA HEMOS JODIDO. Esto no solo me pasa a mi. Nos pasa a casi todas. La diferencia entre casi todas y las pocas como yo, puede ser una de las siguientes:
1. Que la necesidad económica y la falta de clientela a día de hoy haga que la chica pase por el aro. Y aunque disfrute del sexo y de su trabajo, en el momento que baja al pilón sin protección está pensando que esa parte del trabajo no le gusta y que lo está haciendo porque toca. ¡Cuántas chicas me han contado que mientras están haciendo una mamada están repasando mentalmente la lista de la compra! Evidentemente si le preguntáis os dirá que le gusta y le da igual. Pero no es así. Hay dos tipos de pene bien diferenciados, los babosos y los secos. Los babosos son aquellos que casi desde el mismo momento que en que se ponen erectos empiezan a segregar fluidos. Ya de por sí un pene seco, que es aquel que solo genera fluidos en la eyaculación, da reparo lamerlo ya que es de un completo desconocido que no sabemos ni cuándo, ni cómo, ni con cuántas ha estado. Imaginad lo que se nos pasa por la cabeza cuando nos vemos encaminadas a un calipo chorreante con sabor sorpresa. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS), también conocidas como enfermedades venéreas o infecciosas se transfieren sin el uso de condón con este orden de riesgo de mayor a menor: Sexo anal, sexo vaginal y sexo oral. Y, queridos míos, lamento daros semejante disgusto, pero se transfiere igual de pasivo a activo como de activo a pasivo. También se transfiere igual de pene a garganta que de garganta a pene. Y aunque esto vaya en contra de mi placer, vagina – garganta, también. Menos mal que tengo el satisfyer.

2. Que os engañen y no os deis ni cuenta hasta el final. Os lo digo así, sin más. Aunque duela, os arranco la tirita de un tirón. Muchas de mis compañeras han desarrollado una habilidad que a mi me parece fascinante y complicada a partes igual. Poner un condón con la boca. El tema es que se lo guardan entre los dientes y el labio superior, en uno de los lados y cuando van a chupar el calipo hacen flis flas, lo colocan y lo desenrollan con los labios. Alucinante. Yo a veces no puedo ni con las dos manos. Siempre que me han contado que hacen esto me lo cuentan de la siguiente manera. Primero me exponen el sistema paso por paso y luego añaden “no se dan ni cuenta hasta que acaban, lo ven y dicen ¿Cuándo me lo has puesto? No me he dado cuenta” y ellas les contestan “Claro que si cariño si te lo he puesto aquí delante de ti, ¿No lo recuerdas?” No me cabe duda que no es lo mismo una felación con preservativo que sin el. Igual que a mi me gusta más hacerlo sin preservativo, el piel con piel no tiene precio, entiendo que a vosotros también. Pero ostia, una mica de seny. Pensad en esto seriamente. He estado en esa casa 12 días en los que he ganado 2900 euros. Por cada media hora cobraba 25 euros. ¿Con cuántos hombres me he acostado en 12 días? Ya os lo digo yo. Con la friolera de entre 60 y 70 hombres ya que algunos han sido de una hora, otros de más y alguno ha repetido incluso varias veces en esos días. Y esto estando la situación de capa caída. En una de mis mejores semanas estando soltera y yendo a locales de intercambio, han podido pasar por mi boca, como mucho, 4 ó 5 penes. Evidentemente, el nivel de exposición no es el mismo. Claro que me gusta el sexo al natural. Claro que los condones resecan, tienen cierto sabor y según como lo pongas puede que incluso lo que sobra por la punta moleste dentro de la boca. Pero vamos a ver, centrémonos. 65 penes con diferentes fluidos en mi cavidad bucal, es una ruleta rusa de la ostia.

No solo con el tema de las felaciones existen las chicas mentirosillas. Aquí el 90% están para ganar pasta. No les acaba de convencer lo que hacen y fuera de la habitación hablan de los clientes con bastante desdén y una falta de empatía de la ostia. Hay otras cosas que me hacen tener la certeza de que no disfrutan de su trabajo. Las mismas que hacen francés natural repelen que los clientes les metan los dedos, aun siendo obligatoria la ducha previa. Yo solo le he dicho a un cliente que si quería meterme los dedos, tenía que cubrírselos con un preservativo. Y este cliente era mecánico. Por limpio que fuera el señor, que lo era, las cutículas tenían más mierda que el rabo de una vaca. ¿Por qué le voy a decir a un hombre que no me meta los dedos? ¡Con lo placentero que es! Evidentemente siempre y cuando lo hagan bien. Pero ¿Acaso conocéis a alguien que nazca sabiendo? En esta andadura puteril que he experimentado he desarrollado una expresión nueva muy mía. Soy una puta didáctica. En mi faceta independiente, mi límite son 3 clientes al día. Evidentemente la media diaria no es de 3, más bien es de uno o dos. Pero como son pocos, si no saben hacer la o con un canuto, les dejo que disfruten y luego agarro el satisfyer y que disfruten del espectáculo. En el piso era diferente. No había límite que valiera, y menos a 25 euros por media hora. Al fin y al cabo, yo también estaba ahí, entre otras cosas, por la pasta. Si tenía que acostarme con tal cantidad de hombres, que menos que disfrutarlo al máximo. El satisfyer ha sido mi gran compañero en esta andadura. Hasta el punto que al volver a casa ha empezado a fallar. Debería comprar otro porque el muy cabrón se para justo cuando estoy a punto de llegar al orgasmo y eso es imperdonable. Les he enseñado a besar, a meter los dedos, a hacer un cunnilingus, y en algún caso incluso a penetrar. Y sinceramente, creo que he hecho una labor social. Si sabéis leer entre líneas, habréis deducido que, como todas, yo también miento un poquitín. Tampoco es cuestión de que un hombre se gaste 70 o 110 euros para salir de mi habitación humillado. Aunque debo decir que a lo largo de estos 10 meses que llevo ejerciendo esta profesión, mentir de verdad, es decir, fingir que disfruto cuando en realidad no me estoy enterando de nada o estoy deseando que acabe el encuentro, lo he hecho dos veces que recuerde. Como mucho 3, por si se me olvida alguna. Y nunca, jamás, he fingido un orgasmo. Eso es algo que mi compañero sexual del momento tiene que currarse. No estoy aquí para llenar el ego de nadie. Si quieres provocar el espectáculo, gánatelo. Siempre, siempre, siempre hay algo que a un hombre se le da bien. Puede ser besar, acariciar, practicar sexo oral, masturbar, o penetrar. Y si no es ninguna de las anteriores, os confieso que una cosa que me pone muchísimo es hacer un francés mientras le doy al satisfyer y si ya me están tocando el pecho o la parte interna de los muslos… ese cliente tiene garantizada la respuesta inmediata la próxima vez que me escriba jajajaja (es broma, una particularidad mía es que soy una Doris de manual y nunca recuerdo qué con quién). Esto no quiere decir que si hago un francés, satisfyer en mano, signifique que ese hombre es un petardo ehh. Es algo que me gusta mucho y puede ser que tome la iniciativa porque ese día me apetece y punto aunque el hombre en cuestión sea un Dios del sexo (Esto no existe).

Pero si, mentimos para que os sintáis bien. Y no solo en nuestra profesión. Lamento confesaros que es más fácil decirle a un cliente que lo está haciendo mal, que a nuestras parejas. Después de todo, el cliente es un desconocido que nos importa más bien poco en nuestra vida cotidiana, y si se siente un poco mal por decirle que no está haciendo algo bien, no nos importa demasiado. Con nuestra pareja, sin embargo, hay sentimientos de por medio. Y se nos hace mucho más difícil decirle la verdad por que no queremos dañar su ego y/o que se sienta mal. Recuerdo a una pareja del mundo swinger. Ella siempre presumía de que su marido hacía unos dedos impresionantes. Que eso era algo que teníamos que vivir. Menuda chusta de experiencia. Si bien es cierto, que solo conozco a dos personas que me han hecho ver las estrellas con los dedos. Una de ellas es mi actual pareja, que al ser mujer, tiene mucho más fácil el saber hacer. Otro fue un completo desconocido del que en ningún momento supe ni su nombre y creo recordar que ese fue nuestro único contacto sexual (ni besos, ni penetración con el pene, nada de nada). Han sido las dos únicas personas que, si yo hubiera sido capaz de relajarme e ignorar las ganas incontenibles de orinar, hubieran conseguido un squirting (la sensación que tiene una mujer antes de un squirting, es muy parecida a cuando tenemos unas ganas incontenibles de hacer pis, esa es una de las razones por las que tan pocas mujeres lo consiguen, nuestro subconsciente nos dice que si nos dejamos ir nos mearemos encima y lo evitamos a toda costa). A lo que iba, que me enrollo. No solo mentía a su pareja, si no que nos creó a las demás unas expectativas muy lejanas a la realidad. Pues ese chico no aprenderá en la vida a hacer unos dedos en condiciones por que le mienten. Y ese es el problema de muchos hombres. No es que no sepan. Es que no les han enseñado y encima les han mentido. A veces vienen hombres hasta mi cama que me dicen que a sus mujeres no les gusta el sexo. Una vez me he acostado con ellos pienso “No me extraña”. ¿Pero realmente la culpa es del hombre? Incluso cuando tienen una actitud egoísta y penetrocéntrica yo sigo pensando que no es culpa de ellos. Es culpa de la nula educación sexual que hemos recibido todos. Creo que voy a dejar el tema aquí por que me estoy desviando y de aquí me puede salir una parrafada para otro día jajajjaa.

Otra de nuestras mentiras gira en torno a la menstruación. ¿Conocéis a alguien que pueda permitirse una semana de vacaciones al mes? Nosotras tampoco. Es verdad que ganamos más dinero que en un trabajo normal, pero no ganamos más que cualquier otro autónomo (aunque no nos permitan pagar impuestos), y los autónomos no tienen las vacaciones normales de cualquier trabajador, tienen menos ya que si no trabajas, no cobras. Cada una tiene su historia pero la mayoría de las chicas que he conocido tienen una carga económica muy importante sobre sus espaldas. Yo, sin ir más lejos, solo para poder ejercer, tengo que pagar el espacio de trabajo y la publicidad, eso me supone más de 1500 euros al mes. A eso hay que sumarle los gastos habituales de cualquier persona. Alquiler o hipoteca, suministros, vehículo, hijos, familia, estudios. Como he dicho, cada una tiene su historia. No podemos dejar de trabajar por 4 gotas de sangre, ni por una carnicería. Si duele mucho, a lo mejor nos relajamos un día o dos porque no podemos ni movernos, pero para eso hay medicación. Lo que utilizamos son unas esponjitas que se colocan dentro de la vagina, al fondo, y luego es un drama sacarlas. Yo le cogí el truco bastante rápido, pero según las dimensiones del miembro viril que me haya encontrado, se va al fondo y se queda casi incrustada con lo que luego cuesta un cojón sacarla de ahí. Por normal general, si te la pones justo antes del encuentro, ya sea este de media hora o de una hora, aguanta bien. Si eres de las chicas que se desangra viva, puede que tengas que utilizar la manida excusa de “ups, me acaba de bajar, que raro, no me tocaba…”. Estas esponjas funcionan más o menos como un tampón. Básicamente absorben la sangre y/o la retienen y no la dejan pasar más allá del cuello del útero. No son tan rígidas, no tienen el famoso hilillo y no son ni de lejos tan absorbentes, pero si no fuera por ellas, no podríamos trabajar durante los días que nos dure la regla. Esto no es un invento moderno. El uso de las esponjas durante la menstruación es tan antiguo como las propias esponjas. Cuando una mujer quiere salir adelante, no la para un poco de sangre, ni ahora, ni nunca.

Hay un truco que no se da tanto en chicas independientes o en centros de masajes, pero que en los pisos y clubs está a la orden del día. Perder el tiempo. No he trabajado nunca en un club, pero he conocido a demasiadas chicas como para no conocer algunos ardides que allí se cuecen. Empecemos por los pisos, que lo tengo más cercano a mi experiencia. Como ya os dije en una de mis publicaciones anteriores, a los consumidores de cocaína se los rifan. Suelen venir con dinero y dispuestos a pasar más de la media hora que piden inicialmente. Pero las chicas lo alargan tanto como pueden. En tan solo 12 días he visto a más de uno pedirle a algún amigo que venga a pagar más, irse sin correrse por que se han quedado sin dinero, o sacar una tarjeta detrás de otra para poder quedarse. Ese es el objetivo de la chica. Alargar el tema. Pierden el tiempo de mil maneras distintas. Para empezar, la ducha forma parte del tiempo contratado. Si dejas que un hombre se duche solo, lo hará lo más rápido posible para pasar a la acción. Si la chica se ducha con el, puede hacerle perder 10 minutos tranquilamente. El secado. Con la excusa de la sensualidad y las caricias, el tu me secas y yo te seco te quita de en medio otros 3 ó 5 minutos. Si el cliente ha pedido media hora, ya ha gastado la mitad de su tiempo. Normalmente yo aprovecho el tiempo de la ducha para colocar la sábana desechable y así no perder tiempo ni cortar el rollo. Pero yo no soy la mayoría. El tiempo de poner la sábana son otros 2 minutillos que ese señor no te está tocando más de la cuenta. Si hay muchos cojines, puede ser incluso más. Han pasado 20 minutos y apenas ha habido 4 besos y un poco de magreo. En la habitación está la bebida que haya pedido el cliente. Me tomo un trago, tu otro, preparo la raya, me la meto, te la metes, y suena el timbre. Si quieres sexo de verdad, toca pagar como mínimo otra media hora. Y así va pasando el rato. Van hablando, tocan, paran, hablan, paran. Juegan al ahora se levanta, ahora se baja. Sin dejar de hacer disfrutar, evidentemente, no puede notarse. Hablan, besan, el cliente trempa, la chica toca un poco, vuelve a subir la mano, sigue besando, el tema mengua, vueleve a provocar la erección, chupa, y se va a otro tema, vuelve a quedarse el colgajo flácido. Y así de media hora en media hora. Hasta que el cliente no ha soltado todo lo que ha podido, la prostituta no deja que se corra. Conozco casos de 5 horas, de 8, y hasta de 22. Uno en concreto me contaba una compañera que el cliente llegó con un buen fajo de billetes. Ella lo vió y decidió que de esa casa no iban a salir ni 5 euros para el taxi de vuelta. 22 horas de bailar, fingir que consumía droga, hablar, beber, hacer creer que hacía griego y ver como el fajo iba menguando hasta acabarse. En una casa todo está pensado para sacar dinero. La mayoría de las veces a los clientes. Si la chica quiere beber, la casa no le permite meter su propia bebida en la habitación, el objetivo es que consiga que el cliente le invite y cobrarle hasta 30 euros por una copa. Si el cliente quiere coca, la casa se la sirve, la chica se lleva una comisión, de manera que otra de las misiones de la chica, puede ser que la coca se acabe. ¿Cómo se consigue algo así sin acabar en un hospital por sobredosis? Fingir que te la metes. Cuando conocí a esta chica llevaba las uñas arregladas pero suyas y de un largo normal. Cuando esa misma chica trabajaba en el piso, se ponía uñas largas de gel. Pensaréis que quizá lo haría por coquetería, pero no. A esta mujer en concreto se la sudaba como llevar las uñas, pero llevarlas largas le daba la posibilidad de ganar un dineral en comisión por la coca. El cliente hacía las rayas habituales, y esta chica lo que hacía era coger la farlopa con la uña del dedo corazón y a la hora de metérsela se ponía en la nariz el dedo índice escondiendo el dedo con el material en el interior de su mano. Luego, simplemente abría la mano y el polvillo se dispersaba en el ambiente. Con el colocón que debía llevar el chico, me parece incluso lógico que pensara que se la estaba metiendo por el culo cuando en realidad la estaba metiendo entre las piernas de la habilidosa profesional. En un club pasa algo muy parecido, pero el gasto llega desde antes. Las famosas copas. El objetivo de las chicas es que el cliente las invite a una detrás de otra antes de subir a la habitación, porque de esas copas, todo el mundo pilla cacho. El club, el camarero, la chica, todos. Se cobran al cliente como bebidas alcohólicas pero los clubes suelen tener una palabra clave cuando la profesional se acerca a la barra a pedir. Según lo que pida es para el cliente, con alcohol, o para ella, sin alcohol. El cliente paga por una bebida alcohólica para la chica, pero el único que esta emborrachándose para no darse cuenta del tiempo que lleva ahí ni de lo que va gastando y para luego retrasar el orgasmo, es él. Hay profesionales que consiguen pasar horas y horas hablando y bebiendo, y se sacan un buen pico antes de que les hayan tocado una teta.

Egoísmo, empatía y reciprocidad. Son la clave para todo. La existencia o carencia de estas tres palabras es la que hacen de nuestra sociedad la que es. El egoísmo es el que hace que el putero pretenda que una chica haga lo que él quiera porque paga, y el que hace que la puta piense que tiene el derecho de engañar para sacar el máximo beneficio económico. La empatía es lo que hace que la puta entienda que ese hombre está ahí porque en realidad tiene una carencia, ya sea afectiva o física, y es la que hace que el putero no pida aquello con lo que la chica se pueda sentir incómoda. Reciprocidad. Es lo que hace que hayamos entrado, profesionales y clientes, en un bucle sin fin. Yo lo he visto, lo he vivido. No puedo pretender que me traten como a una persona si yo no les trato como tal. Hemos llegado a un punto en el que el putero entra en una casa o llega a una cita con la idea preconcebida de que la chica está ahí por que quiere, pero porque toca y que le van a tratar con frialdad. De la misma manera la puta abre la puerta con la idea preconcebida de que ese cliente está ahí para disfrutar al margen de lo que a ella le guste, o simplemente da por hecho que a ella le gusta porque no se ha parado a ponerse en su piel y porque, como he dicho antes, le han mentido hasta el día de hoy. Como decía un cenicero en casa de mi ex, “una sonrisa es más barata que la electricidad, y da más luz”. Si vas a cualquier sitio y recibes a quien tengas delante con una sonrisa, ésta te será devuelta. Si no te la devuelven a la primera, simplemente se paciente y sigue sonriendo, puede que haya tenido un mal día. Y si la sonrisa de la otra persona no llega, no le trates mal por ser borde, a saber lo que le ha tocado vivir a esa pobre persona para llegar al punto en el que está. Somos consecuencia de lo que aprendemos, de lo que vivimos, de lo que nos rodea. Somos la consecuencia de nuestras experiencias, las buenas y las malas. Y en algún momento, alguien tiene que hacer de tripas corazón, ignorar el egoísmo, ser empático y provocar la reciprocidad para que podamos romper el bucle.

Con esta entrega es posible que esté tirando piedras sobre mi tejado y seguro que si alguna chica me lee se va a acordar de toda mi raza. También me cierro las puertas de algún local en el que pueda querer trabajar el día de mañana. Pero me da igual. Dicen que si escuece es que cura, y espero que si alguien lo lee y se lo toma a mal, recapacite y lo utilice como una cura, más que como un ataque. Al menos esa en mi intención.

*Prostitución y mentiras*

Definitivamente las putas honradas escasean. Más que honradas debería decir sinceras, legales, honestas. Conocía algunos trucos, de unas, de otras, algunos en común de varias. Pero llega un día en que resulta que todas tienen lo suyo y muchas coinciden. No las puedo culpar, hay que tener al cliente contento, y muchas veces el cliente pide cosas que no deberían hacerse. Al final, nosotras, o mentimos, o no nos comemos una mierda. Y precisamente de comer va el tema. Esto da para una parrafada increíble porque dentro del tema hay muchos subtemas. Yo voy escribiendo y ya veremos que sale.

En primer lugar hay que dejar claro que el 90% de los clientes quieren que se la chupen a pelo. Esto es así. El otro 10% son los que están de acuerdo con los servicios que ofrecemos las que tenemos dos dedos de frente, o los que ven otras virtudes y están dispuestos a hacer el “sacrificio”. En ese 10% de potenciales clientes hay para todos los gustos y colores, y de la misma manera, ellos tienen sus gustos, y, seamos sinceros, los que elijen son ellos. Es decir que de ese 10%, a lo mejor yo le gusto a un 0,5%. Esto significa que de todos los ciudadanos de la provincia de Barcelona, mis potenciales clientes son hombres que quieran francés con condón o que no quieran francés, que tampoco quieran griego (que esto da para otra parrafada) y que les gusten las mujeres morenas, naturales, con cuerpo y catalanas. LA HEMOS JODIDO. Esto no solo me pasa a mi. Nos pasa a casi todas. La diferencia entre casi todas y las pocas como yo, puede ser una de las siguientes:
1. Que la necesidad económica y la falta de clientela a día de hoy haga que la chica pase por el aro. Y aunque disfrute del sexo y de su trabajo, en el momento que baja al pilón sin protección está pensando que esa parte del trabajo no le gusta y que lo está haciendo porque toca. ¡Cuántas chicas me han contado que mientras están haciendo una mamada están repasando mentalmente la lista de la compra! Evidentemente si le preguntáis os dirá que le gusta y le da igual. Pero no es así. Hay dos tipos de pene bien diferenciados, los babosos y los secos. Los babosos son aquellos que casi desde el mismo momento que en que se ponen erectos empiezan a segregar fluidos. Ya de por sí un pene seco, que es aquel que solo genera fluidos en la eyaculación, da reparo lamerlo ya que es de un completo desconocido que no sabemos ni cuándo, ni cómo, ni con cuántas ha estado. Imaginad lo que se nos pasa por la cabeza cuando nos vemos encaminadas a un calipo chorreante con sabor sorpresa. Las enfermedades de transmisión sexual (ETS), también conocidas como enfermedades venéreas o infecciosas se transfieren sin el uso de condón con este orden de riesgo de mayor a menor: Sexo anal, sexo vaginal y sexo oral. Y, queridos míos, lamento daros semejante disgusto, pero se transfiere igual de pasivo a activo como de activo a pasivo. También se transfiere igual de pene a garganta que de garganta a pene. Y aunque esto vaya en contra de mi placer, vagina – garganta, también. Menos mal que tengo el satisfyer.

2. Que os engañen y no os deis ni cuenta hasta el final. Os lo digo así, sin más. Aunque duela, os arranco la tirita de un tirón. Muchas de mis compañeras han desarrollado una habilidad que a mi me parece fascinante y complicada a partes igual. Poner un condón con la boca. El tema es que se lo guardan entre los dientes y el labio superior, en uno de los lados y cuando van a chupar el calipo hacen flis flas, lo colocan y lo desenrollan con los labios. Alucinante. Yo a veces no puedo ni con las dos manos. Siempre que me han contado que hacen esto me lo cuentan de la siguiente manera. Primero me exponen el sistema paso por paso y luego añaden “no se dan ni cuenta hasta que acaban, lo ven y dicen ¿Cuándo me lo has puesto? No me he dado cuenta” y ellas les contestan “Claro que si cariño si te lo he puesto aquí delante de ti, ¿No lo recuerdas?” No me cabe duda que no es lo mismo una felación con preservativo que sin el. Igual que a mi me gusta más hacerlo sin preservativo, el piel con piel no tiene precio, entiendo que a vosotros también. Pero ostia, una mica de seny. Pensad en esto seriamente. He estado en esa casa 12 días en los que he ganado 2900 euros. Por cada media hora cobraba 25 euros. ¿Con cuántos hombres me he acostado en 12 días? Ya os lo digo yo. Con la friolera de entre 60 y 70 hombres ya que algunos han sido de una hora, otros de más y alguno ha repetido incluso varias veces en esos días. Y esto estando la situación de capa caída. En una de mis mejores semanas estando soltera y yendo a locales de intercambio, han podido pasar por mi boca, como mucho, 4 ó 5 penes. Evidentemente, el nivel de exposición no es el mismo. Claro que me gusta el sexo al natural. Claro que los condones resecan, tienen cierto sabor y según como lo pongas puede que incluso lo que sobra por la punta moleste dentro de la boca. Pero vamos a ver, centrémonos. 65 penes con diferentes fluidos en mi cavidad bucal, es una ruleta rusa de la ostia.

No solo con el tema de las felaciones existen las chicas mentirosillas. Aquí el 90% están para ganar pasta. No les acaba de convencer lo que hacen y fuera de la habitación hablan de los clientes con bastante desdén y una falta de empatía de la ostia. Hay otras cosas que me hacen tener la certeza de que no disfrutan de su trabajo. Las mismas que hacen francés natural repelen que los clientes les metan los dedos, aun siendo obligatoria la ducha previa. Yo solo le he dicho a un cliente que si quería meterme los dedos, tenía que cubrírselos con un preservativo. Y este cliente era mecánico. Por limpio que fuera el señor, que lo era, las cutículas tenían más mierda que el rabo de una vaca. ¿Por qué le voy a decir a un hombre que no me meta los dedos? ¡Con lo placentero que es! Evidentemente siempre y cuando lo hagan bien. Pero ¿Acaso conocéis a alguien que nazca sabiendo? En esta andadura puteril que he experimentado he desarrollado una expresión nueva muy mía. Soy una puta didáctica. En mi faceta independiente, mi límite son 3 clientes al día. Evidentemente la media diaria no es de 3, más bien es de uno o dos. Pero como son pocos, si no saben hacer la o con un canuto, les dejo que disfruten y luego agarro el satisfyer y que disfruten del espectáculo. En el piso era diferente. No había límite que valiera, y menos a 25 euros por media hora. Al fin y al cabo, yo también estaba ahí, entre otras cosas, por la pasta. Si tenía que acostarme con tal cantidad de hombres, que menos que disfrutarlo al máximo. El satisfyer ha sido mi gran compañero en esta andadura. Hasta el punto que al volver a casa ha empezado a fallar. Debería comprar otro porque el muy cabrón se para justo cuando estoy a punto de llegar al orgasmo y eso es imperdonable. Les he enseñado a besar, a meter los dedos, a hacer un cunnilingus, y en algún caso incluso a penetrar. Y sinceramente, creo que he hecho una labor social. Si sabéis leer entre líneas, habréis deducido que, como todas, yo también miento un poquitín. Tampoco es cuestión de que un hombre se gaste 70 o 110 euros para salir de mi habitación humillado. Aunque debo decir que a lo largo de estos 10 meses que llevo ejerciendo esta profesión, mentir de verdad, es decir, fingir que disfruto cuando en realidad no me estoy enterando de nada o estoy deseando que acabe el encuentro, lo he hecho dos veces que recuerde. Como mucho 3, por si se me olvida alguna. Y nunca, jamás, he fingido un orgasmo. Eso es algo que mi compañero sexual del momento tiene que currarse. No estoy aquí para llenar el ego de nadie. Si quieres provocar el espectáculo, gánatelo. Siempre, siempre, siempre hay algo que a un hombre se le da bien. Puede ser besar, acariciar, practicar sexo oral, masturbar, o penetrar. Y si no es ninguna de las anteriores, os confieso que una cosa que me pone muchísimo es hacer un francés mientras le doy al satisfyer y si ya me están tocando el pecho o la parte interna de los muslos… ese cliente tiene garantizada la respuesta inmediata la próxima vez que me escriba jajajaja (es broma, una particularidad mía es que soy una Doris de manual y nunca recuerdo qué con quién). Esto no quiere decir que si hago un francés, satisfyer en mano, signifique que ese hombre es un petardo ehh. Es algo que me gusta mucho y puede ser que tome la iniciativa porque ese día me apetece y punto aunque el hombre en cuestión sea un Dios del sexo (Esto no existe).

Pero si, mentimos para que os sintáis bien. Y no solo en nuestra profesión. Lamento confesaros que es más fácil decirle a un cliente que lo está haciendo mal, que a nuestras parejas. Después de todo, el cliente es un desconocido que nos importa más bien poco en nuestra vida cotidiana, y si se siente un poco mal por decirle que no está haciendo algo bien, no nos importa demasiado. Con nuestra pareja, sin embargo, hay sentimientos de por medio. Y se nos hace mucho más difícil decirle la verdad por que no queremos dañar su ego y/o que se sienta mal. Recuerdo a una pareja del mundo swinger. Ella siempre presumía de que su marido hacía unos dedos impresionantes. Que eso era algo que teníamos que vivir. Menuda chusta de experiencia. Si bien es cierto, que solo conozco a dos personas que me han hecho ver las estrellas con los dedos. Una de ellas es mi actual pareja, que al ser mujer, tiene mucho más fácil el saber hacer. Otro fue un completo desconocido del que en ningún momento supe ni su nombre y creo recordar que ese fue nuestro único contacto sexual (ni besos, ni penetración con el pene, nada de nada). Han sido las dos únicas personas que, si yo hubiera sido capaz de relajarme e ignorar las ganas incontenibles de orinar, hubieran conseguido un squirting (la sensación que tiene una mujer antes de un squirting, es muy parecida a cuando tenemos unas ganas incontenibles de hacer pis, esa es una de las razones por las que tan pocas mujeres lo consiguen, nuestro subconsciente nos dice que si nos dejamos ir nos mearemos encima y lo evitamos a toda costa). A lo que iba, que me enrollo. No solo mentía a su pareja, si no que nos creó a las demás unas expectativas muy lejanas a la realidad. Pues ese chico no aprenderá en la vida a hacer unos dedos en condiciones por que le mienten. Y ese es el problema de muchos hombres. No es que no sepan. Es que no les han enseñado y encima les han mentido. A veces vienen hombres hasta mi cama que me dicen que a sus mujeres no les gusta el sexo. Una vez me he acostado con ellos pienso “No me extraña”. ¿Pero realmente la culpa es del hombre? Incluso cuando tienen una actitud egoísta y penetrocéntrica yo sigo pensando que no es culpa de ellos. Es culpa de la nula educación sexual que hemos recibido todos. Creo que voy a dejar el tema aquí por que me estoy desviando y de aquí me puede salir una parrafada para otro día jajajjaa.

Otra de nuestras mentiras gira en torno a la menstruación. ¿Conocéis a alguien que pueda permitirse una semana de vacaciones al mes? Nosotras tampoco. Es verdad que ganamos más dinero que en un trabajo normal, pero no ganamos más que cualquier otro autónomo (aunque no nos permitan pagar impuestos), y los autónomos no tienen las vacaciones normales de cualquier trabajador, tienen menos ya que si no trabajas, no cobras. Cada una tiene su historia pero la mayoría de las chicas que he conocido tienen una carga económica muy importante sobre sus espaldas. Yo, sin ir más lejos, solo para poder ejercer, tengo que pagar el espacio de trabajo y la publicidad, eso me supone más de 1500 euros al mes. A eso hay que sumarle los gastos habituales de cualquier persona. Alquiler o hipoteca, suministros, vehículo, hijos, familia, estudios. Como he dicho, cada una tiene su historia. No podemos dejar de trabajar por 4 gotas de sangre, ni por una carnicería. Si duele mucho, a lo mejor nos relajamos un día o dos porque no podemos ni movernos, pero para eso hay medicación. Lo que utilizamos son unas esponjitas que se colocan dentro de la vagina, al fondo, y luego es un drama sacarlas. Yo le cogí el truco bastante rápido, pero según las dimensiones del miembro viril que me haya encontrado, se va al fondo y se queda casi incrustada con lo que luego cuesta un cojón sacarla de ahí. Por normal general, si te la pones justo antes del encuentro, ya sea este de media hora o de una hora, aguanta bien. Si eres de las chicas que se desangra viva, puede que tengas que utilizar la manida excusa de “ups, me acaba de bajar, que raro, no me tocaba…”. Estas esponjas funcionan más o menos como un tampón. Básicamente absorben la sangre y/o la retienen y no la dejan pasar más allá del cuello del útero. No son tan rígidas, no tienen el famoso hilillo y no son ni de lejos tan absorbentes, pero si no fuera por ellas, no podríamos trabajar durante los días que nos dure la regla. Esto no es un invento moderno. El uso de las esponjas durante la menstruación es tan antiguo como las propias esponjas. Cuando una mujer quiere salir adelante, no la para un poco de sangre, ni ahora, ni nunca.

Hay un truco que no se da tanto en chicas independientes o en centros de masajes, pero que en los pisos y clubs está a la orden del día. Perder el tiempo. No he trabajado nunca en un club, pero he conocido a demasiadas chicas como para no conocer algunos ardides que allí se cuecen. Empecemos por los pisos, que lo tengo más cercano a mi experiencia. Como ya os dije en una de mis publicaciones anteriores, a los consumidores de cocaína se los rifan. Suelen venir con dinero y dispuestos a pasar más de la media hora que piden inicialmente. Pero las chicas lo alargan tanto como pueden. En tan solo 12 días he visto a más de uno pedirle a algún amigo que venga a pagar más, irse sin correrse por que se han quedado sin dinero, o sacar una tarjeta detrás de otra para poder quedarse. Ese es el objetivo de la chica. Alargar el tema. Pierden el tiempo de mil maneras distintas. Para empezar, la ducha forma parte del tiempo contratado. Si dejas que un hombre se duche solo, lo hará lo más rápido posible para pasar a la acción. Si la chica se ducha con el, puede hacerle perder 10 minutos tranquilamente. El secado. Con la excusa de la sensualidad y las caricias, el tu me secas y yo te seco te quita de en medio otros 3 ó 5 minutos. Si el cliente ha pedido media hora, ya ha gastado la mitad de su tiempo. Normalmente yo aprovecho el tiempo de la ducha para colocar la sábana desechable y así no perder tiempo ni cortar el rollo. Pero yo no soy la mayoría. El tiempo de poner la sábana son otros 2 minutillos que ese señor no te está tocando más de la cuenta. Si hay muchos cojines, puede ser incluso más. Han pasado 20 minutos y apenas ha habido 4 besos y un poco de magreo. En la habitación está la bebida que haya pedido el cliente. Me tomo un trago, tu otro, preparo la raya, me la meto, te la metes, y suena el timbre. Si quieres sexo de verdad, toca pagar como mínimo otra media hora. Y así va pasando el rato. Van hablando, tocan, paran, hablan, paran. Juegan al ahora se levanta, ahora se baja. Sin dejar de hacer disfrutar, evidentemente, no puede notarse. Hablan, besan, el cliente trempa, la chica toca un poco, vuelve a subir la mano, sigue besando, el tema mengua, vueleve a provocar la erección, chupa, y se va a otro tema, vuelve a quedarse el colgajo flácido. Y así de media hora en media hora. Hasta que el cliente no ha soltado todo lo que ha podido, la prostituta no deja que se corra. Conozco casos de 5 horas, de 8, y hasta de 22. Uno en concreto me contaba una compañera que el cliente llegó con un buen fajo de billetes. Ella lo vió y decidió que de esa casa no iban a salir ni 5 euros para el taxi de vuelta. 22 horas de bailar, fingir que consumía droga, hablar, beber, hacer creer que hacía griego y ver como el fajo iba menguando hasta acabarse. En una casa todo está pensado para sacar dinero. La mayoría de las veces a los clientes. Si la chica quiere beber, la casa no le permite meter su propia bebida en la habitación, el objetivo es que consiga que el cliente le invite y cobrarle hasta 30 euros por una copa. Si el cliente quiere coca, la casa se la sirve, la chica se lleva una comisión, de manera que otra de las misiones de la chica, puede ser que la coca se acabe. ¿Cómo se consigue algo así sin acabar en un hospital por sobredosis? Fingir que te la metes. Cuando conocí a esta chica llevaba las uñas arregladas pero suyas y de un largo normal. Cuando esa misma chica trabajaba en el piso, se ponía uñas largas de gel. Pensaréis que quizá lo haría por coquetería, pero no. A esta mujer en concreto se la sudaba como llevar las uñas, pero llevarlas largas le daba la posibilidad de ganar un dineral en comisión por la coca. El cliente hacía las rayas habituales, y esta chica lo que hacía era coger la farlopa con la uña del dedo corazón y a la hora de metérsela se ponía en la nariz el dedo índice escondiendo el dedo con el material en el interior de su mano. Luego, simplemente abría la mano y el polvillo se dispersaba en el ambiente. Con el colocón que debía llevar el chico, me parece incluso lógico que pensara que se la estaba metiendo por el culo cuando en realidad la estaba metiendo entre las piernas de la habilidosa profesional. En un club pasa algo muy parecido, pero el gasto llega desde antes. Las famosas copas. El objetivo de las chicas es que el cliente las invite a una detrás de otra antes de subir a la habitación, porque de esas copas, todo el mundo pilla cacho. El club, el camarero, la chica, todos. Se cobran al cliente como bebidas alcohólicas pero los clubes suelen tener una palabra clave cuando la profesional se acerca a la barra a pedir. Según lo que pida es para el cliente, con alcohol, o para ella, sin alcohol. El cliente paga por una bebida alcohólica para la chica, pero el único que esta emborrachándose para no darse cuenta del tiempo que lleva ahí ni de lo que va gastando y para luego retrasar el orgasmo, es él. Hay profesionales que consiguen pasar horas y horas hablando y bebiendo, y se sacan un buen pico antes de que les hayan tocado una teta.

Egoísmo, empatía y reciprocidad. Son la clave para todo. La existencia o carencia de estas tres palabras es la que hacen de nuestra sociedad la que es. El egoísmo es el que hace que el putero pretenda que una chica haga lo que él quiera porque paga, y el que hace que la puta piense que tiene el derecho de engañar para sacar el máximo beneficio económico. La empatía es lo que hace que la puta entienda que ese hombre está ahí porque en realidad tiene una carencia, ya sea afectiva o física, y es la que hace que el putero no pida aquello con lo que la chica se pueda sentir incómoda. Reciprocidad. Es lo que hace que hayamos entrado, profesionales y clientes, en un bucle sin fin. Yo lo he visto, lo he vivido. No puedo pretender que me traten como a una persona si yo no les trato como tal. Hemos llegado a un punto en el que el putero entra en una casa o llega a una cita con la idea preconcebida de que la chica está ahí por que quiere, pero porque toca y que le van a tratar con frialdad. De la misma manera la puta abre la puerta con la idea preconcebida de que ese cliente está ahí para disfrutar al margen de lo que a ella le guste, o simplemente da por hecho que a ella le gusta porque no se ha parado a ponerse en su piel y porque, como he dicho antes, le han mentido hasta el día de hoy. Como decía un cenicero en casa de mi ex, “una sonrisa es más barata que la electricidad, y da más luz”. Si vas a cualquier sitio y recibes a quien tengas delante con una sonrisa, ésta te será devuelta. Si no te la devuelven a la primera, simplemente se paciente y sigue sonriendo, puede que haya tenido un mal día. Y si la sonrisa de la otra persona no llega, no le trates mal por ser borde, a saber lo que le ha tocado vivir a esa pobre persona para llegar al punto en el que está. Somos consecuencia de lo que aprendemos, de lo que vivimos, de lo que nos rodea. Somos la consecuencia de nuestras experiencias, las buenas y las malas. Y en algún momento, alguien tiene que hacer de tripas corazón, ignorar el egoísmo, ser empático y provocar la reciprocidad para que podamos romper el bucle.

En el perfil de whatsapp de este pone que es traudctor y periodista. Yo flipo con la peña colega. O me he levantado de la siesta con un mala ostia épica (que también), o la gente se cree que soy un puto contestador automático a su servicio.

(Archivo Adjunto 1241083)

Me piro de vacas. Hasta el lunes 30. Nos vemos!!!

Me piro de vacas. Hasta el lunes 30. Nos vemos!!!

Cariñooossss ya estoy en caaasaaaa

Si, os he llamado cariños, disfrutarlo por que puede ser la última vez que leais/oigáis algo así de mí

Ves que a mi em sonava més a això …

https://youtu.be/hEpDCno9jTU

Cariñooossss ya estoy en caaasaaaa