Muy buenas Romita,

Disculpa que asalte tu buzón con nocturnidad y alevosía, pero es que estoy desesperada y no sé a quién acudir. Malas lenguas me han dicho que tú eres un tipo sensible y que odia las injusticias, a lo mejor puedes echarme un cable... Te cuento...

Tengo un cuerpo portentoso. Son las mías unas líneas sinuosas, plagadas de curvas de vértigo, con una piel de ébano de una suavidad portentosa y unos volúmenes firmes y deseables. Me caliento en un santiamén, y una vez en marcha mi ronroneo es capaz de volver loco, o loca, al más templado de los seres. Cuando alcanzo la temperatura idónea, tras los preliminares adecuados, mojo enseguida: mi elixir es fuerte, aromático, denso y, aunque pueda parecer pedante que lo diga yo, adictivo. Además, he nacido para esto, porque no me canso nunca, y soy capaz de derramarme entera cada vez que sea menester, jamás dejaré insatisfech@ a nadie...

Por casualidades de la vida, ahora comparto mi vida con una mujer que, en muchos aspectos, se parece a mí. Apenas si nos diferencia el tono de la piel. Fue tal el flechazo que nos atravesó a ambas nada más vernos, que ella me juró amor eterno, y me propuso inmortalizar nuestra pasión mediante unas imágenes que, según su promesa, compartiría con todo el mundo para que el resto de la humanidad pudiera ser testigo de nuestra belleza...

Ahora creo que me engañó. Todo fueron carantoñas y regalarme los oídos falsamente para que me derramara ante sus atenciones, con el fin de extraer de mí el jugo que tanto la enloquece... Me siento engañada...

Por cierto, mi nombre es Krupps. Nespresso Krupps. Ya no sé a quién acudir. Romita, eres mi última esperanza...