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Antiguo 13/06/2020, 01:10   #221
Lara È
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EL PESO DEL AGUA


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.- Ven, tenemos que hablar.

Es Jordi al teléfono. Le cuesta hablar y hablo más yo por él que otra cosa. Hace tiempo que sé a que le está dando vueltas y se me encoge todo nada más ver su número de teléfono. Tengo buena memoria para los números en general pero es que el suyo lo tengo en la cabeza desde hace unos cuarenta años.

Sé que lo está pasando mal, ha terminado primero la quimioterapia y luego la radioterapia, pocos días de diferencia, se podría decir que casi a la vez. Los resultados no han sido los esperados y me llama para poner en práctica el plan B.

Le argumento que aún está muy débil para según que cosas pero él insiste y me quedo sin argumentos. Una cosa es la teoría y otra pasar a la acción.

Tengo miedo y él no.

En fin, me cuenta que ya ha explicado a la familia que le importa que quiere salir a dar una vuelta con el barco que tienen en Aiguadolç, en Sitges, que yo lo recogeré con mi coche y lo acompañaré por seguridad primero conduciendo y luego como copiloto en el barco. Es una Cranchi de doce metros y dos motores Volvo de 280 cv cada uno además de un montón de botones y palancas que no se para que sirven. Soy de secano y apenas soy capaz de llevarla si me la dan con los motores en marcha, fuera de la bocana del puerto y un día que el mar esté lo más posible como una sábana. Para eso como más temprano mejor.

No parezco la persona más adecuada para ir de “pieza” de recambio si él se encontrara mal. El tratamiento que ha seguido lo ha dejado muy tocado físicamente y tiene mareos, vómitos y dolores por todas partes, pero parece que mi amistad inquebrantable supuestamente hasta más allá de la muerte compensa todas mis carencias náuticas.

Lo paso a recoger y tengo que hacer un esfuerzo para que no se me caigan las lágrimas y mostrar una actitud lo más positiva posible dadas las circunstancias.
Su mujer sale a despedirlo a la acera y veo como se le escapan las lágrimas que a mi no me han caído. Me siento mal y con ganas de salir corriendo. Quiero huir pero no puedo.
Sube al coche como un abuelito porque se ha metido veinticinco años encima en pocos meses y enfilamos la Ronda del Mig dirección Sur. Las autopistas son una porquería, vas tan rápido que apenas tienes tiempo para hablar de nada. Solo me da tiempo a preguntar:

.- ¿Seguro?

.- Si – me contesta –

En dos patadas estamos en la primera salida de Sitges que es la del puerto deportivo de Aiguadolç. Le da al mando y se levanta la valla de acceso a la zona pija. Aparco en la plaza que tiene alquilada para todo el año y emprendemos la travesía andando lentamente, el pobre no da para más, hasta el yate. Lo veo más grande que otras veces. Las maniobras circenses que hacemos para subir desde tierra firme a la proa y de allí al puesto de pilotaje se largan durante varios minutos cuando en circunstancias normales sería cosa de algunos segundos.
Vamos descalzos pero yo llevo unos tejanos, un jersey grueso además de una armilla salvavidas, sé que el mar es frio y hoy lo parece más pero Jordi va con pantalones cortos y una camisa estilo Magnum, la armilla brilla por su ausencia. Las canillas que le salen por abajo como patas de pollo son para hacer llorar al niño Jesús.
Está cansado y se tiende en una de las tumbonas ergonómicas que forman parte del propio casco detrás del piloto.
Me da instrucciones.

Hay que chequear una lista de cosas que abarcan la seguridad, luego los calefactores de los inyectores, si hay presión del aceite, del gasoil, del líquido refrigerante… en fin, un montón de cosas que no se ni para que sirven hasta que me ordena pulsar de manera continuada un botón hasta que los dos motores ronronean como un gatito muy grande. Yo voy en piloto automático porque como piense mucho me bajo.

.- ¿Sabes usar los propulsores delanteros para hacer marcha atrás?

.- No

Y me lo explica didácticamente mientras empezamos a movernos hacia atrás.

.- ¡Para!

Y yo dejo de pulsar los botones. Más o menos nos detenemos pero la inercia nos arrastra hasta que paramos de golpe.

.- ¡La madre que te pario, joder Simón! ¡Pareces burro!

Pienso deprisa y aún corro más deprisa a proa para soltar el cabo y quitar las defensas. Vuelvo corriendo delante del volante que parece de coche pero no lo és.
Se levanta con esfuerzo escondido y me suelta:

.- ¡Venga Va! ¡Ya lo saco yo hasta mar abierto!

Y veo como maniobra a un nudo hasta que salimos por la bocana. Lo calienta un ratito dando vueltas sin rumbo aparente y lo endereza exigiéndole todo lo que tiene en las tripas. O sea, 560 cv desbocados hasta los 48 nudos que es en teoría todo lo que da el bicho.
Jordi se da la vuelta y se tira en la tumbona otra vez mientras dice:

.- ¡Tú mismo!

Me agarro al volante bajo las palancas del gas de los dos motores que van juntas para poder maniobrar con una sola mano a unos veinte nudos. Yo no quiero morir.

.- ¿A dónde vamos Jordi?

.- ¡Al infierno! ¡Tira!

Y a esa velocidad más moderada nos adentramos mar adentro.
Cuando estamos a unas seis millas de la costa oigo un;

.- ¡Para!

Y quito los motores, los dejo al ralentí y dejo de sufrir por meter la proa en una ola e irnos a pique. Los barcos se hunden por delante, entra agua y el peso del agua hace que cada vez entre más y te vas con los peces.

.- Me voy a fumar un puro, estoy muy contento, los aires de mar me sientan bien.

Tiene una euforia que me asusta.

.- Jordi, no creo que te convenga nada fumarte un puro y menos de ese tamaño, es de los de tribuna del campo del Barça, tampoco creo que sea buena idea fumar encima de un barco de plástico aún que lo llamen fibra y menos con seiscientos litros de carburante debajo del culo.

.- ¡Me suda la polla!

Es evidente que se la suda.

.- Si no quieres ver cómo me parto la crisma bajando a la cocina a por una botella de Champagne, Champagne francés para un medio franchute, baja tu mitad franchute y súbela tú. En la nevera hay dos.

Y yo obediente bajo a por la botella del Dom Perignon del bueno y busco unas copas adecuadas. Lo encuentro y subo rápido porque abajo se mueve todo demasiado para un marinero de agua dulce como yo.

.- ¡Venga, coño abre, que se te tiene que decir todo!

En condiciones normales lo mandaría a tomar por el culo pero es que en condiciones normales no me hablaría así.

Nos metemos la botella a una velocidad poco aconsejable para mezclar el meneo del barco, las burbujas, el alcohol y los nervios.

.- ¡Venga va! ¡A por la otra! ¿A que esperas?

Y yo me lanzo escaleras asesinas abajo, cuando aún estoy en ello oigo ¡CHAAAPP!

.- ¡Mierda! – grito – lo ha hecho – pienso.

Arriba corriendo y las invisibles corrientes me dejan verlo ahora si ahora no dependiendo de las olas. Ya está por lo menos a veinte metros del barco y se aleja, levanta un brazo como para despedirse y veo que desaparece, sale de nuevo y ¡¿se vuelve a despedir?!

Creo que grita alguna cosa pero el ruido del mar mezclado con los motores al ralentí no me dejan oír nada pero intuyo que algo no va bien dentro de lo mal que era de esperar. Doy algo de potencia y con cuidado para no liarla más trato de acercarme hasta que le puedo lanzar un salvavidas al que veo que trata de agarrarse. No me puedo tirar al agua porque no puedo fondear y se iría alejando sin remedio solo con la corriente pero es que si me tiro con un cabo luego no podremos subir al barco.

Lo prácticamente embisto para poder correr a la popa y desde la plataforma lo agarro por la ropa y lo subo con ayuda divina.

.- Cabrón…

.- Joder Jordi, te acabo de sacar del agua…

Pues por eso.
Madre mía Simón,, vaya historión!! Pa hiperventilar vamoss!! bochorno
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Antony8456 (13/06/2020), Aramis 43 (15/06/2020), Baja_19632 (15/06/2020), Medio Siglo (13/06/2020), Simon (13/06/2020)
Antiguo 15/06/2020, 15:50   #222
Aramis 43
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Una pregunta Simon...

No serías por casualidad tu, quien le hizo el borrador a George Orwell



ok
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Baja_19632 (15/06/2020), Lara È (15/06/2020), Medio Siglo (15/06/2020)
Antiguo 15/06/2020, 22:54   #223
Simon
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Iniciado por Aramis 43 Ver Mensaje
Una pregunta Simon...

No serías por casualidad tu, quien le hizo el borrador a George Orwell



ok
Por edad podría ser, por talento, no. Lo lamento más que nadie.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.
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Aramis 43 (15/06/2020), Baja_19632 (15/06/2020), Medio Siglo (15/06/2020)
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Antiguo 17/06/2020, 00:22   #224
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SEMBRANDO DUDAS


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Pronto va a ser Sant Joan otra vez, si claro, cada año una. Pero es que no soporto el ruido de los petardos, la coca de crema me da mal rollo y no he entendido nunca porque hay que emborracharse para que figure que lo pasas bien. Además, de unos años para aquí se ha puesto de moda ir a pasar la noche en la playa para hacer todas estas cosas, ver la salida del sol, resfriarse y tratar de ligar tanto como se pueda.

¡Con lo bien que se está durmiendo en la cama!

Los otros años, con tiempo, me reservaba un refugio en el pico de una montaña lo más alta posible o una isla desierta con su palmerita y su coco, pero este año como justo entraremos en la nueva normalidad, que dicho de paso suena a recorte de nuestro derechos civiles, no me da tiempo a nada así que tendré que inventar algo.
No es fácil, un refugio nuclear en Barcelona no es ir un API y alquilar uno, seguramente habrá algún paranoico de la guerra fría que se hizo construir uno pero hay que encontrarlo. Los refugios que quedan de la guerra civil para resguardarse de los bombardeos están llenos de guiris bebiendo, vomitando lo bebido y esas cosas que hacen los guiris para pasar unas buenas vacaciones. También tienen petardos, pero de los otros, y hasta que alguien no les explica lo de la playa ya son las tres de la mañana.

No, no. Hay que pensar en algo más…creativo. Pienso.
¡Eureka! Lo tengo.

Al tanatorio. Al de Collserola que es grande y nadie puede controlarte demasiado. Los otros son más pequeños y seguro que te pillan. Además está en medio del bosque y apartado del mundanal ruido.
Es mucho mejor que me pase por ahí unas cuantas veces los días anteriores para reconocer el terreno, por la noche cierran y es cosa de esconderse en el lavabo o algo así para quedarse dentro. Habrá un segurata, pero seguro que está sobando en la entrada. Los demás están tranquilos.

Los días siguientes me dedico a ir como si fuera a entierros, siempre hay más de uno en marcha y pasaré desapercibido. La cosa va sobre ruedas y a los tres o cuatro días sé todo lo que necesito saber incluido que en algunos velatorios hay canapés y los periódicos del día como en las salas de preferente de los aeropuertos.
Solo hay una cosa que me descuadra los planes, he controlado a un señor que parece estar haciendo lo mismo que yo. Ya lo he visto varios días en varios entierros. Es bajito, con una barbita que prácticamente es una perilla, un abrigo negro tres cuartos y un sobrero negro. Destaca porque los sombreros hoy no están muy de moda y se distingue. Le da un aire de una cierta nobleza y un punto inquietante. Además, será cosa del atuendo pero produce un efecto óptico bastante raro; tanto como si se aleja como si se acerca parece estar siempre a la misma distancia. No parece hacerse pequeño o grande visualmente.

En fin… he empezado como distracción porque aburrido lo es un rato largo, a hacer fotos con el móvil a los muertos que tienen la caja abierta, las que están cerradas no interesan, seguro que hay un catálogo.
Con la tontería me he aficionado y ya tengo un pequeña colección, he descubierto que algunos “posan” mejor que otros, que los hay de fotogénicos y otros que no lo son tanto. Me aficiono tanto que en poco tiempo tengo que imprimirlas y comprarme un álbum porque el teléfono está que peta y de los discos duros externos no me fio.

A todo eso el señor bajito del sombrero y la perilla es evidente que me ha controlado a mi también hasta el punto de saludarnos con un ligero movimiento de cabeza cuando se cruzan nuestras miradas.
Un día que estoy desayunando en el bar, es caro pero de buena calidad, se acerca y por primera vez me dirige la palabra;

.- ¡Buenos días! ¿Le importa que me siente?

Y sin esperar respuesta retira la silla y deslizándose como una boa se sienta justo enfrente mío.

.- ¿Usted viene para la verbena, no? Yo también. Ya hace años que vengo a refugiarme de los cohetes que parecen inventados para hacerme huir.

Y yo me veo obligado a decir algo.

.- Pues si, la verdad es que si, vengo a esconderme del ruido y el jolgorio. Me molesta mucho el ruido y…

.- ¿Ver cómo los demás lo pasan bien verdad? A mi me pasa lo mismo.

Nunca había pensado que fuera tan evidente que lo que realmente me molestara fuera que los demás fueran felices y aquel hombrecillo me había tomado la medida en dos patadas. Me daba un poco de rabia.

.- ¿Y usted como lo hace para que no le pillen? Yo había pensado en esconderme en los lavabos o en el cuarto de la limpieza con un mocho a mano para ponérmelo en la cabeza si viene el segurata.

.- No se… no me parece muy buen plan lo del mocho, además están usados, lo probé una vez y apestan a lejía, y lo del lavabo, bueno…es donde primero mira el de seguridad cada vez que hace la ronda.

.- ¿A si? – Digo con interés de verdad – pues no sé dónde meterme – y pongo mi mejor cara de pena -.

.- ¡Fácil! En una caja.

.- Joder tío, que mal rollo…

.- Que va, es cómodo y calentito, y al final es solo para un rato.

.- Bueno…

A la hora y media lo despierta el hombrecillo del sombrero y el abrigo con cierta dificultad porque realmente se estaba cómodo y calentito.

.- ¡Estás roncando! – y se ríe. – Venga va, vámonos al bar y nos tomamos unos chocolates calentitos y unas pastas que siempre sobran de un día para otro.

.- ¿Y tu como lo sabes?

.- Es que no te lo he contado aún pero yo vivo aquí, me siento bien y acompañado.

.- ¡¿Acompañado?!

.- Pues si, toda esa gente no hace mucho que están muertos y sus almas siguen ahí, no los oyes porque no escuchas y si escuchas no quieres oír. Yo los oigo a todos y siguen como siempre, los hay de buenos, de malos, simpáticos, antipáticos… en fin que son una buena compañía.

.- Oye, ¿tú te has tomado algo? – yo alucino.

.- No me he tomado nada, y además sabes quién soy, hace días que lo sabes pero te lo niegas. De hecho esta noche estás aquí para que cerremos un trato… o dos. Veremos.

.- Si se quién eres y no quiero saber nada de ti.

.- Vamos ver, oye, que quieres, ¿churros o porras?, esta colección de fotos que has hecho me gustaría comprarla, el dinero no es problema, o si quieres te la cambio por algo. La quiero porque…

.- Se porque la quieres, y es repugnante.

.- Será lo que sea pero si tengo sus imágenes tengo sus almas, por eso vivo aquí pero rara vez se me presenta la ocasión de quedarme un lote completo.

.- ¿Y los que no lo merecen que? No es justo.

.- No, es verdad, ¿pero que lo es? No seas tierno.

.- En realidad nunca he sido muy creyente, así que esto del alma tampoco lo visto nunca claro. Creo que no hay nada más, uno se muere y ya está.

.- ¿Ah si? – Dice divertido - ¿entonces a mi donde me ubicas?

.- ¡Venga va!, si te empeñas quiero un millón de euros.

.- ¿Solo? Pensaba que serías más avaricioso. Hecho. Pero hay una condición.

.- ¡Ep! Aquí nadie había hablado de condiciones.

.- Quiero comprar tu alma.

.- No se si te has fijado pero no estoy muerto.

.- Eso lo podríamos discutir, llevas días en el tanatorio, pasas la noche de Sant Joan con el diablo, le acabas de vender un lote de almas y te estás planteando venderle la tuya.

.- ¡Que no tengo cony!

.- Pues véndemela, en diferido, te la compro ahora y me la quedaré cuando te mueras. Estaré aquí esperándote.

.- ¿Y que me das?

.- Si por el lote te di un millón por la tuya en diferido te doy diez más.

.- ¡Tira pues! ¡Estás como un cencerro! Estoy para ir a buscar al segurata.

.- Hace tiempo que es mío, el pobre se vendió por cuatro duros.

.- Vamos a firmar con sangre, es muy cinematográfico, nos hacemos un corte en la palma de la mano y nos la damos. El trato quedará sellado.

Así lo hacen y cae en un profundo sueño del que no despierta hasta el amanecer. Sale por una ventana, asusta a unos jabalís que pasaban por ahí, se monta en el coche y se va a casa. Duerme todo el día pero no descansa, sueña cosas muy raras y se despierta perlado de sudor.

Los días siguientes se siente cada vez peor, sobretodo más nervioso, hasta que irremediablemente se va al tanatorio y se sienta en el bar a esperar compañero de desayuno de churros y porras. Cuando llega con su sonrisa beatifica el diablo con sombrero lo encuentra desaliñado, sudoroso y hecho una porquería.

.- ¿Qué, cómo vamos?

.- Quiero deshacer el trato y recuperar mi alma. – digo con cierta violencia –

.- Ah, un trato es un trato.

.- Lo agarro por el abrigo y trato de sacudirlo sin éxito.

.- Bueno, bueno, vamos a ver, ¿no decías que no tenías?

.- ¡Devuélvemela!

.- ¿Y que me ofreces?

.- Los once millones que me diste.

.- No, por once te devuelvo la tuya pero las de los demás me las quedo. Mira, aquí tengo las fotos que lo certifican.

.- No tengo más dinero – lloriqueo –

.- Simón, espero que hayas aprendido pero te pondré una condición.

.- ¿¡otra!?

.- Si, vas a tener que venir todas las noches de Sant Joan de tu vida a pasarlas conmigo. Me aburro yo solo.

.- Cierro el trato y salgo al bosque a respirar profundamente. Me voy a casa y sé que esta noche dormiré de un tirón.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.
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Aramis 43 (17/06/2020), Baja_134832 (17/06/2020), Baja_19632 (17/06/2020), Medio Siglo (17/06/2020)
Antiguo 04/08/2020, 15:30   #225
Simon
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EL COMERCIANTE
Franz Kafka (Praga, Imperio Austro-Húngaro, 1883-1924)

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Sin duda algunas personas se compadecen de mí, pero no me doy cuenta. Mi pequeño negocio me llena de preocupaciones, me hace doler la frente y las sienes, adentro, sin ofrecerme a cambio perspectivas de alivio, porque mi negocio es pequeño. Debo preparar las cosas con anticipación, durante horas, vigilar la memoria del empleado, evitar de antemano sus temibles errores, y durante una temporada prever la moda de la temporada próxima, no entre las personas de mi relación, sino entre inescrutables campesinos. Mi dinero está en manos desconocidas; las finanzas me son incomprensibles; no adivino las desgracias que pueden sobrevenirles; ¡cómo hacer para evitarlas! Tal vez unos se han vuelto pródigos, y ofrecen una fiesta en un restaurante y otros se demoran un momento en esa misma fiesta, antes de huir a América. Cuando cierro el negocio después de un día de labor y me encuentro de pronto con la perspectiva de esas horas en que no podré hacer nada para satisfacer sus ininterrumpidas necesidades vuelve a apoderarse de mí, como una marea creciente, la agitación que por la mañana había logrado alejar, pero ya no puedo contenerla y me arrastra sin rumbo. Y sin embargo no sé sacar ventaja de este impulso, y sólo puedo volver a mi casa, porque tengo la cara y las manos sucias y sudadas, la ropa manchada y polvorienta, la gorra de trabajo en la cabeza, y los zapatos desgarrados por los clavos de los cajones. Vuelvo como arrastrado por una ola, haciendo chasquear los dedos de ambas manos, y acaricio el cabello de los niños que surgen a mi paso. Pero el camino es corto. Apenas estoy en mi casa, abro la puerta del ascensor y entro. Allí descubro de pronto que estoy solo. Otras personas, que deben subir escaleras, y por lo tanto se cansan un poco, se ven obligadas a esperar jadeando que les abran la puerta de su domicilio, y tienen así una excusa para irritarse e impacientarse; luego entran en el vestíbulo, donde cuelgan sus sombreros, y sólo después de atravesar el corredor, a lo largo de varias puertas con cristales entran en su habitación, y están solos. Pero yo ya estoy solo en el ascensor, y miro de rodillas el angosto espejo. Mientras el ascensor comienza a subir, digo:

–¡Quietas, retroceded! ¿Adónde queréis ir, a la sombra de los árboles, detrás de los cortinajes de las ventanas, o bajo el follaje del jardín?

Hablo entre dientes, y la caja de la escalera se desliza junto a los vidrios opacos como un río torrentoso.

–Volad lejos; vuestras alas, que nunca pude ver, os llevarán tal vez al valle del pueblo, o a París, si allá queréis ir.

“Pero aprovechad para mirar por la ventana, cuando llegan las procesiones por las tres calles convergentes, sin darse paso, y se entrecruzan para volver a dejar la plaza vacía, al alejarse las últimas filas. Agitad vuestros pañuelos, indignaos, emocionaos, elogiad a la hermosa dama que pasa en coche.

“Cruzad el arroyo por el puente de madera, saludad a los niños que se bañan, y asombraos ante el ¡Hurra! de los mil marineros del acorazado distante.

“Seguid al hombre poco distinguido, y cuando lo hayáis acorralado en un corredor, robadle, y luego contemplad, con las manos en vuestros bolsillos, cómo prosigue su camino tristemente por la calle izquierda.

“Los policías, galopando dispersos, frenan sus cabalgaduras y os obligan a retroceder. Dejadles, las calles vacías les desanimarán, lo sé. Ya se alejan, ¿no os lo dije?, cabalgando de dos en dos, con lentitud al volver las esquinas, y a toda velocidad cuando cruzan la plaza.

Y entonces debo salir del ascensor, mandarlo hacia abajo, hacer sonar la campanilla de mi casa, y la criada abre la puerta, mientras yo la saludo.
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Antony8456 (05/08/2020), Aramis 43 (06/08/2020), Medio Siglo (04/08/2020), Trauet (05/08/2020)
Antiguo 15/08/2020, 16:37   #226
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El diablo en el campanario

Edgar Allan Poe (1809 - 1849)

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¿Qué hora es?
(Expresión antigua)

Todos saben de una manera vaga que el lugar más bello del mundo es -o era, desgraciadamente- el pueblo holandés de Vondervotteimittiss. Sin embargo, como se encuentra a cierta distancia de todas las grandes vías, en una situación por decirlo así extraordinaria, probablemente lo haya visitado un corto número de mis lectores. Por está razón considero oportuno, para entretenimiento de aquellos que no hayan podido hacerlo, entrar en algunos pormenores con respecto a él. Y esto es realmente tanto más necesario cuanto que si me propongo relatar los calamitosos acontecimientos ocurridos últimamente dentro de sus límites, es sólo con la esperanza de conquistar para sus habitantes la simpatía popular. Ninguno de quienes me conocen dudar de que el deber que me impongo no sea ejecutado con toda la habilidad de que soy capaz, con esa rigurosa imparcialidad, escrupulosa comprobación de los hechos y a ardua confrontación de autoridades, que deben distinguir siempre a aquel que aspira al título de historiador.

Gracias a la ayuda conjunta de monedas, manuscritos e inscripciones, estoy autorizado a afirmar positivamente que el pueblo de Vondervotteimittiss existió siempre, desde su fundación, precisamente en las mismas condiciones en que hoy se encuentra. Por lo que respecta a la fecha de su origen, me es singularmente penoso no poder hablar sino con esa precisión indefinida con que los matemáticos se ven a veces obligados a conformarse con determinadas fórmulas algebraicas. La fecha -me está permitido hablar así-, habida cuenta de su prodigiosa antigüedad, no puede ser menos que una cantidad determinable cualquiera.

Con respecto a la etimología del nombre Vondervotteimittiss; confieso, no sin pena, estár en duda. Entre una serie de opiniones sobre este delicado punto, muy sutiles algunas de ellas, otras muy eruditas y otras lo suficientemente en oposición no hallo ninguna que pueda considerar satisfactoria. Tal vez la idea de Grogswigg, que coincide casi con la de Kroutaplenttey deba aceptarse prudentemente. Está concebida en los siguientes términos: Vondervorreimittiss: Vonderlege Donder; Votteimittis, quasi und Bleitziz; Bleitziz obsol, pro Blit zen. A decir verdad, esta etimología encuentra, de hecho, bastante confirmación de algunas señales de fluido eléctrico que pueden verse todavía en lo alto del campanario del Ayuntamiento. Sea como fuere, no es mi intención comprometerme en una tesis de esta importancia, y le ruego al lector ávido de informaciones que consulte los Oratiunculoe de Rebus Praeter Veteris, de Dundergutz; que vea, también, Blunderbuzzard, De Derivationibus, desde la página 27 a la 5.010; infolio, edición gótica, caracteres rojos y negros, con llamadas y sin numeración, y que consulte también las notas marginales del autógrafo de Stuffundpuff, con los subcomentarios de Gruntundguzzell.

A pesar de la oscuridad que envuelve de este modo la fecha de la fundación de Vondervotteimittiss y de la etimología de su nombre, no cabe duda; como ya he dicho, de que ha existido siempre tal como lo vemos en la actualidad. El más viejo hombre del lugar no recuerda ni la más leve diferencia en el aspecto de una parte cualquiera de él, y, en realidad, la simple sugestión de tal posibilidad sería considerada como un insulto. El pueblo está situado en un valle perfectamente circular, cuya circunferencia mide, poco más o menos, un cuarto de milla, y está rodeado completamente por lindas colinas, cuyas cimas jamás pensaron sus habitantes hollar con su planta. No obstante, éstos dan una excelente razón de su proceder, por cuanto creen que no hay absolutamente nada al otro lado.

Alrededor del lindero del valle -que es completamente liso y pavimentado en toda su extensión con ladrillos planos- hay una ininterrumpida fila de sesenta pequeñas casas. Se apoyan por detrás sobre las colinas, y, por tanto, todas miran al centro de la llanura, que se encuentra justamente a sesenta yardas de la puerta delantera de cada casa. Cada una de éstas tiene a la entrada un jardincillo, con una avenida circular, un reloj de sol y veinticuatro coles. Las mismas construcciones son tan absolutamente iguales que es imposible distinguir una de otra. A causa de su extrema antigüedad, el estilo arquitectónico es un tanto extravagante, pero, por esta razón, es todavía notablemente pintoresco. Estas casas están construidas con pequeños ladrillos, bien endurecidos al fuego, rojos, con cantos negros, de tal modo, que las paredes parecen un tablero de ajedrez de grandes proporciones. Los remates están vueltos del lado de la fachada y poseen cornisas tan grandes como el resto de la casa en los bordes de los tejados y en las puertas principales. Las ventanas son estrechas y de amplio alféizar, con vidrieras formadas por cristales pequeñísimos y grandes marcos. El tejado está recubierto por una gran cantidad de tejas de puntas arrolladas. La madera es toda de un color sombrío, totalmente tallada, pero de dibujos poco variados, puesto que, desde tiempos inmemoriales, los tallistas de Vondervotteimittis no han sabido esculpir más que dos objetos: un reloj y una col. Ahora bien hay que reconocer que esto lo hacen admirablemente, y lo prodigan con singular ingeniosidad en cualquier sitio que pueda encontrar el cincel.

Las habitaciones son tan parecidas a la parte interior como a la externa, y los muebles son todos de un solo modelo. El piso está pavimentado con baldosas cuadradas. Las sillas y mesas son de madera negra, con patas torneadas, delgadas y finas. Las chimeneas son largas y altas; y no solamente poseen relojes y coles esculpidos en la superficie de su parte frontal, sino que, además, sostienen en medio de la repisa un auténtico reloj que produce un prodigioso tic-tac, con dos floreros, cada uno de los cuales contiene una col; situados en los extremos a modo de batidores. Entre cada col y el reloj se encuentra, además, un muñeco chino, panzudo, con un gran agujero en medio de la barriga, a través del cual puede verse la esfera de un reloj.

Los lares son amplios y profundos, con retorcidos morillos. Continuamente arde un gran fuego; sobre el que se encuentra una enorme marmita llena de sauerkraut y carne de cerdo, incesantemente vigilada por la dueña de la casa. Esta es una gruesa y vieja señora, de ojos azules y colorado rostro, que se toca con un inmenso gorro semejante a un pilón de azúcar.

Adornado con cintas purpúreas y amarillas; su traje es de mezclilla anaranjada, larguísimo por detrás y de estrecha cintura, por otros conceptos demasiado corto, porque deja descubierta la mitad de la pierna. Éstas son un poco gruesas, lo mismo que los tobillos pero están cubiertas por un lindo par de medias verdes.

Sus zapatos, de cuero rosado, están atados con un lazo de cintas amarillas dispuesto en forma de col. En su mano izquierda. tiene un pesado relojito holandés, y con la derecha maneja un cucharón para el sauerkraut y la carne de cerdo. A su lado se encuentra un gato gordo y manchado, que exhibe en la cola un relojillo de cobre dorado de repetición, que «los chiquillos» le han atado allí como juego.

En cuanto a estos chicos, los tres están en el jardín, cuidando del cerdo. Todos tienen dos pies de altura, se tocan con tricornios y visten chalecos purpúreos que les llegan casi a los muslos, calzones de piel de gamo, medias roja de lana, zapatones con gruesas hebillas de plata y largas blusas con grandes botones de nácar.

Cada uno tiene una pipa en la boca y un abultado reloj en la mano derecha. Una bocanada de humo, una mirada al reloj; una mirada al reloj, una bocanada de humo. El cerdo, que es corpulento y perezoso, se entretiene unas veces en mordisquear las hojas que han caído de las coles y otras en querer morderse el relojito dorado que aquellos pícaros le han atado también al rabo, con objeto de embellecerle tanto como al gato.

Exactamente enfrente de la puerta de entrada, en una poltrona de amplio respaldo forrado de cuero, con patas torneadas y finas, como las de las mesas, se ha instalado el viejo propietario de la casa. Es un viejecillo excesivamente hinchado, con grandes ojos redondos y una enorme doble papada. Su indumentaria se parece a la de los muchachos, y nada más tengo que decir sobre está en particular. Toda diferencia consiste en que su pipa es un poco mayor que la de aquellos, y por tanto, puede lanzar más humo. Lo mismo que ellos, tiene un reloj, pero lo guarda en el bolsillo. A decir verdad, tiene algo que hacer más importante que vigilar un reloj, y esto es lo que voy a explicar. Está sentado, con la pierna derecha sobre la rodilla izquierda. Tiene el semblante grave y conserva siempre uno por lo menos de sus ojos decididamente fijo en cierto objeto muy interesante del centro de la llanura.

Este objeto está situado en el campanario del Ayuntamiento. Los miembros del Consejo son todos unos hombrecillos achaparrados, adiposos e inteligentes, con ojos gruesos como salchichas y enormes papadas. Visten trajes mucho más largos, y las hebillas de sus zapatos son mucho mayores que las del resto de los habitantes de Vondervotteimittiss. Desde que resido en el pueblo han celebrado varias sesiones extraordinarias, y han tomado estos tres importantes acuerdos:

«Es un crimen alterar el antiguo buen ritmo de las cosas.»

«No existe nada tolerable fuera de Vonder votteimittiss.»

«Juramos fidelidad a nuestros relojes y a nuestras coles.»

Sobre el salón de sesiones se encuentra el campanario, y en el campanario o torre está, y siempre ha estado, desde tiempo inmemorial, el orgullo y maravilla del pueblo: el gran reloj de la aldea de Vondervotteimittiss. Y hacia este objeto están vueltos los ojos de los viejos caballeros que se encuentran sentados en poltronas forradas de cuero.

El gran reloj tiene siete esferas, una sobre cada una de las siete caras del campanario, de modo que se le puede observar cómodamente desde todos los barrios. Estas esferas son enormes y blancas, y las agujas, pesadas y negras. En la torre está empleado un hombre cuya sola misión consiste en cuidar del mismo, pero tal función es la más perfecta de las sinecuras, porque desde tiempos inmemoriales el reloj de Vondervotteimittiss jamás ha necesitado de sus servicios. Hasta esos últimos días, la simple suposición de semejante cosa era considerada como una herejía. Desde los más antiguos tiempos que los archivos registran, las horas habían sonado regularmente en la gran campana, y, en realidad, lo mismo acontecía con todos los demás relojes, grandes y pequeños, de la aldea. Nunca existió lugar comparable a éste en señalar con tanta exactitud las horas. Cuando el voluminoso mazo juzgaba llegado el momento de decir: «¡Las doce!» todos sus obedientes servidores abrían simultáneamente sus gargantas y respondían como un solo eco. En resumen, los buenos burgueses estaban encantados con su sauer-kraut, pero orgullosos de sus relojes.

Todas las personas que disfrutan de sinecuras son objeto de mayor o menor veneración, y como el campanero de Vondervotteimittiss poseía la más perfecta de ellas, es el más perfectamente respetado de todos los mortales. Es el principal dignatario de la aldea, incluso los mismos cerdos le contemplan reverentemente.

La cola de su casaca es mucho mayor. Su pipa, las hebillas de sus zapatos, sus ojos y su estómago son mucho mayores que los de ningún otro viejo caballero de la aldea, y en cuanto a su papada, es no solamente doble, sino triple.

Describo el feliz estado de Vondervotteimittiss. ¡Ay, qué lástima que tan delicioso cuadro estuviese condenado a sufrir un día una cruel transformación!

Hace muchísimo tiempo que ha sido aceptado y comprobado por los habitantes más sabios de la aldea un proverbio según el cual «nada bueno puede venir de allende las colinas». Y, en realidad, hay que creer que estas palabras contenían en sí algo profético. Faltaban cinco minutos para el mediodía de anteayer cuando, en lo alto de la cresta de las colinas del lado Este, surgió un objeto de extraño aspecto. Semejante acontecimiento era propio para despertar la atención universal, y cada uno de los viejos hombrecillos, sentados en sus poltronas tapizadas de cuero, volvió uno de sus ojos, desorbitado por el espanto, hacia el fenómeno, continuando con el otro fijo en el reloj del campanario.

Faltaban sólo tres minutos para el mediodía cuando se comprobó que el singular objeto en cuestión era un pequeño jovencillo que parecía extranjero. Descendía por la colina con una enorme rapidez, de modo que todos pudieron verle muy pronto fácilmente. Era realmente el más precioso hombrecillo que se había visto jamás en Vondervotteimittiss. Tenía el rostro un tono oscuro como el rapé, larga y ganchuda la nariz, ojos que parecían lentejas, enorme boca y magnífica hilera de dientes, que parecía muy interesado en exhibir riéndose de oreja a oreja. Añádase a esto patillas y bigotes, y no creo que nada más quedase por ver en su rostro. Tenía la cabeza descubierta, y su cabellera había sido cuidadosamente arreglada con papillotes para rizarla. Componíase su indumentaria de una casaca ajustada y colgante, que terminaba en una especie de cola de golondrina -por uno de cuyos bolsillos dejaba colgar una larga punta de pañuelo blanco-, de unos calzones de casimir negros, medias negras y unos gruesos escarpines cuyos cordones consistían en enormes lazos de raso negro. Bajo uno de sus brazos llevaba un chapeau-de-bras, y bajo el otro, un violín casi cinco veces mayor que él. En su mano izquierda tenía una tabaquera de oro, de donde continuamente cogía pulgaradas de rapé con la actitud más vanidosa del mundo, mientras saltaba descendiendo la colina y dando toda clase de pasos fantásticos.

¡Bondad divina! Era un gran espectáculo para los honrados burgueses de Vondervotteimittiss.

Hablando claramente, el pícaro reflejaba en su rostro, a pesar de su sonrisa, un audaz y siniestro carácter. Mientras se dirigía apresuradamente hacia el pueblo, el aspecto singularmente extraño de sus escarpines bastó para despertar muchas sospechas, y más de un burgués que le contempló aquel día hubiese dado algo por dirigir una ojeada bajo el pañuelo de blanca batista que colgaba de modo tan irritante del bolsillo de su casaca con cola de golondrina. Pero lo que despertó principalmente una justa indignación fue el hecho de que aquel miserable botarate, mientras ejecutaba tan pronto un fandango como una pirueta, no guardase una regla en su danza y no poseyera ni la menor noción de lo que se llama llevar el compás.

Mientras tanto, los buenos habitantes del pueblo no habían aún tenido tiempo para abrir del todo sus ojos cuando, exactamente medio minuto antes del mediodía, se precipitó el tunante, como os digo, en medio de ellos, hizo aquí un chassezé allí un balanceo y después de una pirouette y un pas-de-zephyr, se dirigió como una flecha a la torre del Ayuntamiento, donde el campanero fumaba estupefacto con una actitud de dignidad y temor. Pero el pillastruelo le agarró primero de la nariz, se la sacudió y tiró de ella, le puso sobre la cabeza su gran chapeau-de-bras, hundiéndoselo hasta la boca, y después, levantando su enorme violín, le golpeó con él durante tanto rato y con tal violencia, que, dado que el vigilante estaba muy gordo y el violín era amplio y hueco, se hubiese jurado que todo un regimiento con enormes tambores redoblaba diabólicamente en la torre del campanario de Vondervotteimittiss.

No se sabe a que desesperado acto de venganza hubiese impulsado aquel indignante ataque a los aldeanos de no haber sido por el importantísimo hecho de faltar medio segundo para el mediodía. Iba a sonar la campana, y era de absoluta y suprema necesidad que todos consultaran sus relojes. Era indudable, sin embargo, que, exactamente en ese instante, el pillo que se había introducido en la torre quería algo que se relacionaba con la campana, y se metía donde nadie le llamaba. Pero como empezaba a tocar, nadie tenía tiempo de vigilar sus maniobras, porque cada uno de los hombres del pueblo era todo oídos contando las campanadas.

-Una... -dijo el reloj .

-Una... -replicó cada uno de los viejos hombrecillos de Vondervotteimittiss, en cada sillón tapizado de cuero.

-Una... -dijo el reloj de su mujer.

Y:

-Una... -dijeron los relojes de los niños y los relojillos dorados colgados de las colas del gato y del cerdo.

-Dos... -continuó la pesada campana.

Y:

-¡Dos! -repitieron todos.

-¡Tres! ¡Cuatro! ¡Cinco! ¡Seis! ¡Siete! ¡Ocho! ¡Nueve! ¡Diez! -dijo la campana.

-¡Tres! ¡Cuatro! ¡Cinco! ¡Seis! ¡Siete! ¡Ocho! ¡Nueve! ¡Diez! -respondieron los otros.

-¡Once! -dijo la grande.

-¡Once! -aprobó toda la pequeña gente.

-¡Doce! -dijo la campana.

-¡Doce! -contestaron ellos perfectamente satisfechos y dejando caer sus voces a compás.

-¡Han dado las doce! -dijeron todos los viejecillos, guardando de nuevo sus relojes. Sin embargo, la gran campana no había acabado aún.

-¡Trece! -dijo.

-¡Trece!- exclamaron todos los viejecillos, palideciendo y dejando caer las pipas de sus bocas, mientras descabalgaban sus piernas derechas de sus rodillas izquierdas- ¡Trece!

-¡Trece! ¡Trece! ¡Dios santo, son las trece!- gimotearon.

¿Describir la espantosa escena que se originó? Todo Vondervotteimittiss estalló de repente en un lamentable tumulto.

-¿Qué le ocurrir a mi barriga? -gritaron todos los niños-. ¡Tengo hambre desde hace una hora!

-¿Qué les pasa a mis coles? -exclamaron todas las mujeres-. ¡Deben de estar cocidas desde hace una hora!

-¿Qué le ocurre a mi pipa? -juraron todos los viejecillos- ¡Rayos y truenos! Debe de estar apagada desde hace una hora.

Y volvieron a cargar sus pipas con gran rabia. Se arrellanaron en sus sillones y aspiraron el humo con tal prisa y ferocidad, que, inmediatamente quedó el valle velado por una nube impenetrable.

Mientras tanto, las coles iban adquiriendo tonalidades purpúreas, y parecía que el mismo viejo diablo en persona se apoderase de todo lo que tenía forma de reloj. Los relojes tallados sobre los muebles poníanse a bailar como si estuvieran embrujados, mientras que los que se encontraban sobre las chimeneas apenas si podían contener su furor y se obstinaban en un toque incesante: «¡Trece! ¡Trece! ¡Trece!»

Y el vaivén y movimiento de sus péndulos era tal, que resultaba verdaderamente espantoso de ver. Lo peor era que los gatos y los cerdos no podían soportar más el desarreglo de los relojillos de repetición atados a sus colas, y ostensiblemente lo demostraban huyendo hacia la plaza, arañándolo y revolviéndolo todo, maullando y gruñendo, produciendo un espantoso aquelarre de maullidos y gruñidos, lanzándose a la cara de las personas, metiéndose debajo de las faldas, produciendo la más terrible algarabía y la más tremenda confusión que persona sensata pudiera imaginar. En cuanto al miserable tunante instalado en la torre, hacía evidentemente todo lo posible por lograr que la situación fuera más aflictiva. De cuando en cuando podía vislumbrársele en medio del humo. Continuaba siempre allí, en la torre, sentado sobre el cuerpo del campanero, que yacía de espaldas. El infame conservaba entre sus dientes la cuerda de la campana, sacudiéndola sin parar con la cabeza, de izquierda a derecha, produciendo tal barullo, que mis oídos se estremecen aún ahora al recordarlo. Descansaba sobre sus rodillas el enorme violín, que rascaba sin acorde ni compás con sus dos manos, procurando fingir horrorosamente, ¡oh, infame payaso! , que estaba tocando la canción de «Judy O'Flannagan and Paddy O'Rafferty».

Como las cosas habían llegado a tan lamentable estado, abandoné con repugnancia el lugar, y ahora dirijo un llamamiento a todos los amantes de la hora exacta y del buen sauer-kraut. Marchemos en masa hacia el pueblo y restauremos el antiguo orden de cosas en Vondervotteimittiss, expulsando de la torre a aquel bellaco.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.
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Medio Siglo (15/08/2020), Trauet (17/08/2020)
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Antiguo 01/09/2020, 19:54   #227
Simon
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EL ZOPILOTE


Franz Kafka

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Un zopilote estaba mordisqueándome los pies. Ya había despedazado mis botas y calcetas, y ahora ya estaba mordiendo mis propios pies. Una y otra vez les daba un mordizco, luego me rondaba varias veces, sin cesar, para después volver a continuar con su trabajo. Un caballero, de repente, pasó, echó un vistazo, y luego me preguntó por qué sufría al zopilote.

"Estoy perdido", le dije. Cuando vino y comenzó a atacarme, yo por supuesto traté de hacer que se fuera, hasta traté de estrangularlo, pero estos animales son muy fuertes... estuvo a punto de echarse a mi cara, mas preferí sacrificar mis pies. Ahora estan casi deshechos". "¡Véte tú a saber, dejándote torturar de esta manera!", me dijo el caballero. "Un tiro, y te echas al zopilote." "¿En serio?", dije. "¿Y usted me haría el favor?" "Con gusto," dijo el caballero, " sólo tengo que ir a casa e ir por mi pistola. ¿Se podría usted esperar otra media hora?" "Quién sabe", le dije, y me estuve por un momento, tieso de dolor. Entonces le dije: "Sin embargo, vaya a ver si puede... por favor". "Muy bien", dijo el caballero, "trataré de hacerlo lo más pronto que pueda".

Durante la conversación, el zopilote había estado tranquilamente escuchando, girando su ojo lentamente entre mí y el caballero. Ahora me había dado cuenta que había estado entendiéndolo todo; alzó ala, se hizo hacia atrás, para agarrar vuelo, y luego, como un jabalinista, lanzó su pico por mi boca, muy dentro de mí. Cayendo hacia atrás, me alivió el sentirle ahogarse irretrocediblemente en mi sangre, la cual estaba llenando cada uno de mis huecos, inundando cada una de mis costas.
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Antiguo 26/09/2020, 22:06   #228
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¿ALGUIEN LEERÍA UNA NOVELA QUE TRATA DE UN BARRENDERO QUE VA DE SU CASA AL TRABAJO Y DEL TRABAJO A CASA?

px-Gadefejer_

Eso no es frío es humedad que te parte los huesos, claro que también hace frío, pero es la humedad. Ya bastante chungo es pasarse el día barriendo delante del maldito camioncito que recoge las hojas secas de los árboles y la mierda en general, al ritmo que marca el capullo que va calentito conduciendo y escuchando música para que además le hayan destinado al barrio chino.

Lo único que tiene de bueno es que cuando terminan cruzando el chino y el gótico llega al barrio de la Rivera donde vive. Después de estar todo el día de pie barriendo la mierda que tiran los demás le duelen los pies además del alma.

Como va vestido con el uniforme de barrendero de un bonito color verde con mangas fosforito en general los manguis, las señoras que fuman, los chaperos, los de trapicheos varios etc etc… lo dejan tranquilo mientras hace la travesía. Ya por deformación profesional de vez en cuando ve algo en el suelo, lo recoge y lo guarda hasta la siguiente papelera donde lo tira con cuidado de no pincharse con alguna aguja que un desaprensivo puede haber tirado después de chutarse vete a saber que porquería.

En piloto automático va a recoger una bola de algo mugriento pero la bola pega un salto y sale corriendo. Identifica sin ningún género de duda a un ratoncito que huye más rápido de lo que se podría suponer por su tamaño pequeñito. Intenta un par de viajes con las botas a ver si le da pero el maldito es ágil y esquiva a saltos consiguiendo desaparecer detrás de unas cajas de esas de cartón deformado que vaya usted a saber cuánto tiempo llevan ahí.

Las aparta de un manotazo y ahí está. El ratón con una muela bajo la patita delantera. Y le habla.

.- ¡No me mates, soy el ratoncito Pérez!

.- ¡Joer! ¿Hablas?

.- ¡Vamos a ver, los humanos tan perspicaces! ¡O hablo o estás hablando solo con un ratón! ¡Elige!

.- No, no, si ya…era una pregunta retórica.

Le gustaba mostrar que era capaz de hilvanar frases más o menos cultas porque de joven había ido a la universidad y había sido abogado hasta que lo echaron por presentarse borracho en un juicio por homicidio y sacar de la magnífica maleta de aviador una botella de Chinchón y dejarla encima la mesa de la acusación.

.- ¿Y que hace el ratoncito Pérez en pleno barrio chino con una muela bajo el brazo?

.- ¿De verdad lo quieres saber? Si te tomas la pastilla azul…

.- Vete a la mierda que esto es de Matrix y la he visto.

.- Bueno si, perdona, pero es que me ha parecido que quedaba muy teatral y molaba.

.- Pues no mola.

.- Está bien. Sígueme.

Y dándose la vuelta aparta un trozo roñoso de La Vanguardia que corre por ahí descubriendo una entrada como de un palmo de altura. Una puertecita.

.- ¿Pero cómo te voy a seguir ahí? Está claro que no cabré de ninguna manera hombre, bueno ratón. Es que como hablas…

.- Pesao que es el tio…

Y abriendo la puertecita le da la patita con una fuerza que le coge desprevenido tirando de él a una entrada obviamente insuficiente pero a medida que se acerca el metro que le debe separar de la pared todo se hace muy grande o él se hace pequeño, pero es que además el ratoncito Pérez rápidamente sufre una metamorfosis que lo convierte en el Latoncito Pélez. Tiene ante sí un señor chino diminuto guiándolo por estrechos túneles y pasadizos que de vez en cuando tienen una puertecita a izquierda o derecha.

.- Oye tío, seas quien seas, llevo todo el día de pie barriendo las calles, me duelen los pies y llevamos una hora andando. ¿Y esas puertas?

.- Si te tomas la pastilla azul…

.- Tío…

.- Es verdad, perdón, la costumbre. Abre una si quieres, pero no hables.

Dicho y hecho, abre una puertecita y ve una porno escena en la cual una mujer china que conoce está siendo sodomizada por un cliente que rezuma sudor y mugidos, toda la escena a media luz destila una apariencia poco higiénica, que hace poca ilusión, vaya.

Cierra la puerta sin hacer ruido y así, al azar, prueba con otra.

Dos mujeres chinas se besan con poca energía y poca lengua a la vez que se manosean los bajos y los altos mientras con alguna mano libre acarician el barrigón de un individuo que tirado tan largo y ancho como es, mucho, encima la cama y justo debajo de ellas se pajea buscándosela porque hace años que la barriga le impide vérsela. Es una paja braille.
Que babee como un camello en celo no hace la escena más atractiva.

Cierra la puerta, se le va la mano y hace ruido, oye como paran un momento y una de las chicas dice – será una lata - , y el piensa que es un latón.

.- Bueno, a ver, ya es suficiente, sospecho que me puedes estar enseñando cosas cada vez más depravadas toda la noche. Además, alguna de estas chicas la conozco.

.- Ya lo sé. – dice el latón – Te he visto alguna vez.

.- Está bien, ejem… cambiemos de tema. Haz al favor de decirme que hace el ratoncito Pérez versión china en el distrito primero de Barcelona. ¿No tendías que estar en China para cuando se les caen los dientes de leche a los niños chinos?

.- Si de verdad quieres saberlo…

.-Si empiezas con la pastilla azul te hincho un ojo. Ojo.

.- ¡Que no! Que primero tengo que pedir permiso.

.- ¿Permiso? ¿A quién?

.- A ver… no soy yo solo, somos una organización y tenemos una jefa. Ven.

Y sin decir más se mete por pasillos largos y oscuros que parece que cada vez bajen un poco más. Al rato una luz que empieza tenue y que se vuelve cada vez más brillante termina por guiarlos hasta una gran sala con todas las paredes llenas de estanterías que a su vez están llenas de muelas clasificadas y etiquetadas.

En el centro de la gran sala hay una especie de trono con todo de ratoncitos y ratoncitas, a partes exactamente iguales para respetar la paridad de género, bailan frenéticamente alrededor de la rata más grande que ha visto en su vida, y eso que trabaja para el ayuntamiento.

.- ¡Oh Glan Lata! Traigo la muela encargada y a este humano venido de la superficie que me ha perdonado la vida cuando podía terminar conmigo de un escobazo.

Y la Gran Rata habla muy pomposa:

.- ¡Humano! Tendrás que escoger, o juras por todo el montón de mierda en que se ha convertido tu mundo que nunca revelaras nuestro secreto o deberás permanecer con nosotros. Te alimentaremos, te engordaremos y haremos chop suey contigo y te comeremos.

.- Puestos a escoger, juro.

.- ¡Está bien! ¡Pélez! Llévalo a la superficie y de camino le cuentas lo necesario.

Se despiden de la Glan Lata y empiezan el largo retorno a la superficie.

.- Pérez le dice – no te preocupes que saldremos en tu casa –

.- ¿En mi casa hay ratones? – pregunta horrorizado –

.- Bueno…la Encarna es un enemigo feroz. Tu mujer da los escobazos con más mala leche que tu. Yo iría con cuidado. Y se lie.

.- A ver, esto que me tenías que contar…

.- En fin, ¿has oído hablar de las mafias chinas?

.- Si claro, pero no los he visto nunca.

.- Pues acabas de verlos, en occidente habéis visto demasiadas películas, que si chinos malos con bigotes imposibles, que si tatuajes para controlar a las chicas, bla, bla bla…

Lo que hacemos es quitarles una muela y en el hueco que deja poner un transmisor para saber que hacen y donde están. Podemos escuchar lo que dicen y lo que escuchan. Es muy efectivo. La mayoría ni se dan cuenta de que lo llevan, las drogamos y hacemos la pequeña operación de noche. Las muelas están rigurosamente guardadas con el nombre y el historial de cada chica. La guardiana del “gran tesoro” es la Glan Lata, nuestra jefa, nuestra guía y la Capo di tutti capi.

.- Alucino… pero vosotros no entiendo que sacáis de ello… mucho trabajo para nada, ¿no?

.- Ahí es donde los occidentales os equivocáis, si que sacamos algo, sacamos mucho, estamos socavando lo que queda de la porquería de vuestra civilización. Os estamos embruteciendo aún más de lo que conseguíais vosotros solos. Cada vez sois más incapaces, vuestras mujeres os desprecian y lo que es peor, os despreciáis vosotros mismos. En un par de generaciones seréis historia pero de la que no se enseña en los colegios.

Bueno, ya llegamos a la calle y será mejor que salgas porque el aire fresco hará que recobres tu tamaño normal rápidamente. Yo ya me estoy convirtiendo en latón otra vez y pronto en bola de pelo.

¡Pero oye! ¿ que…?

.- Le he soltado un escobazo que no ha quedado ni el recuerdo. Mientras subíamos he decidido cargarme al mafioso del latoncito Pélez y pedir una excedencia al ayuntamiento además de una subvención para crear una fundación para extirpar y liberar a todas las prostitutas chinas del radiotransmisor que llevan implantado en lugar de una muela.

También pediré una partida para mataratas.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.

Última edición por Simon; 26/09/2020 a las 22:07.
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Aramis 43 (28/09/2020), Medio Siglo (26/09/2020), Siroco (27/09/2020), Trauet (27/09/2020)
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La aventura de un empleado


Italo Calvino

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Una vez, Enrico Gnei, empleado, pasó una noche con una mujer guapísima. Al
salir de la casa de la señora, temprano, el aire y los colores de la mañana primaveral
se desplegaron ante él, frescos, tonificantes y nuevos, y le parecía que caminaba al
son de una música.

Es preciso decir que Enrico Gnei debía aquella aventura sólo a un afortunado
cúmulo de circunstancias: una fiesta de amigos, una disposición particular y pasajera
de la señora —por lo demás mujer controlada y que no se abandonaba con facilidad
—, una conversación en la que él se había sentido insólitamente cómodo, la ayuda —
por una y otra parte— de una ligera exaltación alcohólica, fuese real o simulada, y
también una combinación logística apenas forzada en el momento de la despedida;
todo esto, y no la atracción personal de Gnei —o en todo caso sólo su apariencia
discreta y un poco anónima que podía designarlo como compañero no
comprometedor o llamativo—, había determinado la inesperada conclusión de la
noche.
De esto él tenía plena conciencia y, modesto por naturaleza, apreciaba aún
más su buena suerte. Sabía sin embargo que lo ocurrido no se repetiría; y no lo
lamentaba, porque una relación continuada comportaría problemas demasiado
embarazosos para su tren de vida habitual. La perfección de la aventura residía en que
había comenzado y terminado en el espacio de una noche. Aquella mañana, pues,
Enrico Gnei era un hombre que había tenido lo mejor que se podía desear en el
mundo.

La casa de la señora estaba en la colina. Gnei bajaba por una avenida verde y
olorosa. Todavía no era la hora en que solía salir de su casa para ir a la oficina. La
señora lo había despachado en ese momento para que los criados no lo vieran. El no
haber dormido le pesaba, y hasta le daba una lucidez como artificial, una excitación
no ya de los sentidos sino del intelecto. Un moverse del viento, un zumbido, un olor
de árboles le parecían cosas de las que en cierto modo debía adueñarse y disfrutar; y
no se readaptaba a modos más discretos de gustar la belleza.

Como era un hombre metódico —el haberse levantado en casa ajena, vestirse
deprisa, no afeitarse, le dejaban la impresión de haber trastornado sus hábitos—,
pensó por un momento en dar un salto hasta su casa, antes de ir a la oficina, para
rasurarse la barba y cambiarse. Tiempo hubiera tenido, pero Gnei descartó enseguida
la idea, prefirió convencerse de que era tarde, porque le asaltó el temor de que su
casa, la repetición de gestos cotidianos disolvieran la atmósfera de excepción y de
riqueza en que ahora se movía.

Decidió que su jornada seguiría una curva calma y generosa para conservar lo
más posible la herencia de esa noche. La memoria, capaz de reconstruir con paciencia
las horas pasadas, segundo por segundo, le abría paraísos infinitos. Así, vagando con
el pensamiento, sin prisa, Enrico Gnei se encaminaba hacia la estación del tranvía.
El tranvía esperaba, casi vacío, la hora de salida. Los conductores estaban en la
acera y fumaban. Gnei subió silbando, los faldones del abrigo revolotearon y se sentó
sin compostura, pero enseguida adoptó una posición más urbana, contento de haberse
enmendado rápidamente pero no descontento de la actitud desenvuelta que había
adoptado espontáneamente.

La zona no era populosa ni madrugadora. En el tranvía había un ama de casa de
cierta edad, dos obreros que discutían, y él, un hombre contento. Buena gente
matinal. Le caían simpáticos; él, Enrico Gnei, era un señor misterioso para ellos,
misterioso y contento, que nunca habían visto en ese tranvía, a esa hora. ¿Adónde
iría?, se preguntaban quizás en ese momento. Y él no mostraba nada: miraba las
glicinas. Era un hombre que mira las glicinas como hombre que sabe mirar las
glicinas: de esto Enrico Gnei era consciente. Era un pasajero que le da al cobrador el
dinero del billete y entre él y el cobrador había una relación perfecta de pasajero y
cobrador, nada podía ser mejor.
El tranvía bajaba hacia el río; buena vida aquélla.

Enrico Gnei se apeó en el centro y entró en un café. No el habitual. Un café todo
de mosaicos. Acababan de abrir; la cajera todavía no había llegado; el camarero
preparaba la máquina. Gnei dio unos pasos de propietario por el centro del local, se
arrimó al mostrador, pidió un café, eligió un bizcocho en la vitrina de pasteles y lo
mordió, primero con avidez, después con la expresión de quien tiene la boca
cambiada por una noche fuera de lo común.

Sobre el mostrador había un periódico abierto, Gnei lo hojeó. No había comprado
el periódico aquella mañana, y pensar que al salir de casa era siempre lo primero que
hacía. Era un lector consuetudinario, minucioso; seguía hasta los hechos más nimios
y no había página que pasara sin leer. Pero aquel día su mirada corría por los titulares
sin despertar ninguna asociación de ideas. Gnei no conseguía leer; tal vez, suscitada
por el bizcocho, por el café caliente o porque el efecto del aire matinal se iba
atenuando, una ola de sensaciones de la noche lo asaltó de nuevo. Cerró los ojos, alzó
la barbilla y sonrió.

Atribuyendo la expresión satisfecha a una noticia deportiva del periódico, el
camarero le dijo:

—Ah, ¿está contento de que el domingo vuelva Boccadasse? —Y señaló el titular
que anunciaba la curación de un centro medio.

Gnei leyó, se contuvo y en vez de exclamar como hubiera querido: «¡Qué
Boccadasse ni qué cuentos, amigo!», se limitó a decir:

—Ah, sí, sí… —y como no quería que una conversación sobre el próximo partido
desviara la plenitud de sus sentimientos, se dirigió a la caja donde entretanto se había
instalado una cajera joven y de aire desilusionado—. Bueno, pago un café y un
bizcocho —dijo Gnei, confidencial.

La cajera bostezó.

—¿Tan temprano y con sueño? —dijo Gnei.

La cajera, sin sonreír, asintió. Gnei adoptó un aire cómplice:

—¡Ah, ah! Anoche durmió poco, ¿eh? —Reflexionó un momento, y después,
convencido de que estaba con alguien que lo comprendería, añadió—: Yo no me he
acostado todavía.

Después calló, enigmático, discreto. Pagó, saludó a todos, salió. Fue a la
peluquería.

—Buenos días, señor, tome asiento, señor —dijo el peluquero en un falsete
profesional que a Enrico Gnei le sonó como un guiño.

—¡A ver si nos afeitamos! —contestó con escéptica condescendencia, mirándose
en el espejo.

Su cara, con la toalla anudada al cuello, parecía un objeto aislado y algunas
señales de cansancio, que el porte general de la persona ya no corregía, cobraban
relieve; pero seguía siendo una cara completamente normal, como la de un viajero
que se apeara del tren al alba, o de un jugador que ha pasado la noche jugando a las
cartas, de no ser, para distinguir la índole particular de su fatiga, por cierto aire —
observó complacido Gnei— distendido e indulgente, de hombre que ha tenido lo suyo
y está preparado tanto para lo malo como para lo bueno.

«¡A caricias muy distintas —parecían decir las mejillas de Gnei a la brocha que
las cubría de espuma caliente—, a caricias muy distintas a las tuyas estamos
acostumbradas!».

«¡Raspa, navaja —parecía decir su pie—, no rasparás lo que he sentido y sé!».

Era, para Gnei, como si se desarrollase una conversación llena de alusiones entre
él y el barbero, que también callaba, manejando con atención sus instrumentos. Era
un barbero joven, poco locuaz más por falta de fantasía que por reserva de carácter,
tanto que, por conversar, dijo:

—Este año, ¿eh? Qué buen tiempo hace ya, ¿eh? La primavera…

La frase le llegó a Gnei justo en plena conversación imaginaria, y la palabra
«primavera» se cargó de significados y sobreentendidos.

—¡Aaah! La primavera… —dijo, con una sonrisa de experto que le quedó en los
labios enjabonados. Y ahí la conversación se agotó.

Pero Gnei sentía la necesidad de hablar, de expresar, de comunicar. Y el barbero
no decía nada más. Gnei estuvo dos o tres veces por abrir la boca mientras el otro
levantaba la navaja, pero no encontraba palabras, y la navaja volvía a posarse sobre el
labio y el mentón.

—¿Cómo dice? —preguntó el barbero, que había visto moverse los labios de
Gnei sin que saliera ningún sonido.

Y Gnei, con todo su fervor:

—¡El domingo Boccadasse regresa al equipo!

Lo había gritado casi; los otros clientes volvieron hacia él las caras medio
enjabonadas; el barbero se quedó con la navaja en el aire.

—Ah, ¿usted es del ***? —dijo, un poco disgustado—. Yo, sabe, soy del *** —y
nombró el otro equipo de la ciudad.

—Oh, los del *** el domingo tienen un partido fácil, seguro… —pero su fervor
ya se había apagado.

Afeitado, salió. La ciudad estaba animada y sonora, recorrían los cristales
relámpagos de oro, el agua volaba en las fuentes, los trotes de los tranvías sacaban
chispas a los cables. Enrico Gnei estaba como en la cresta de una ola, ímpetus y
languideces se alternaban en su corazón.

—¡Pero si eres Gnei!

—¡Y tú Bardetta!

Había encontrado a un antiguo compañero de la escuela, a quien no veía desde
hacía diez años. Se dijeron las frases acostumbradas, el tiempo que había pasado,
cómo no habían cambiado. En realidad, Bardetta estaba bastante canoso y la
expresión de zorro, un poco viciosa, de su cara, se había acentuado. Gnei sabía que
Bardetta estaba en los negocios, pero había tenido percances poco claros y hacía
tiempo que vivía en el extranjero.

—¿Sigues en París?

—En Venezuela. Estoy a punto de regresar. ¿Y tú?

—Siempre aquí —y a pesar suyo se sonrió incómodo, como si se avergonzase de
su vida sedentaria, y al mismo tiempo le dio fastidio no ser capaz de dar a entender a
primera vista que su existencia era en realidad la más plena y satisfactoria que
cupiera imaginar.

—¿Y te casaste? —preguntó Bardetta.

A Gnei le pareció que ésta era la ocasión de rectificar la primera impresión.

—¡Soltero! —dijo—. ¡Yo siempre soltero, eh, eh! ¡Resistimos!

Así era: Bardetta, hombre sin prejuicios, en vísperas de marcharse a América, sin
más vínculos con la ciudad y sus habladurías, era la persona ideal para que Gnei
pudiera dar rienda suelta a su euforia, el único a quien podía confiar su secreto. Más
aún, con él hubiera podido exagerar un poco, hablar de su aventura aquella noche
como de un hecho para él habitual.

—Así es —insistió—, nosotros somos la vieja guardia de los solteros, ¿no? —

Queriendo remitirse a la fama de frecuentador de bailarinas que había tenido Bardetta
en una época.

Y ya estudiaba la frase que le hubiera servido para entrar en el tema, algo como:

«Mira, justamente anoche, por ejemplo…».

—Yo, en realidad, sabes —dijo Bardetta con una sonrisa un poco tímida—, soy
padre de familia, tengo cuatro hijos…

A Gnei le llegó la respuesta mientras estaba creando a su alrededor la atmósfera
de un mundo absolutamente sin prejuicios y epicúreo, y se quedó un poco
desorientado. Miró a Bardetta; sólo entonces percibió su aspecto raído, mal
entrazado, su aire de preocupación y cansancio.

—Ah, cuatro hijos… —dijo, en tono opaco—, ¡te felicito! ¿Y allá, cómo te las
arreglas?

—Bueno… nada demasiado brillante… Es como en todas partes… Ir tirando…
mantener a la familia… —y separó los brazos con aire de vencido.

Gnei, con su humildad instintiva, sintió compasión y remordimiento: ¿cómo había
podido jactarse de su propia suerte para impresionar a un pobre diablo como aquél?

—Ah, aquí también, si supieras —se apresuró a decir, cambiando nuevamente de
tono—, uno va tirando así, día a día…

—Bueno, esperemos que alguna vez las cosas vayan mejor…

—Esperemos que sí…

Se desearon buena suerte, se saludaron y se separaron uno por un lado y el otro
por otro. De pronto Gnei se sintió apesadumbrado: la posibilidad de confiarse a
Bardetta, a aquel Bardetta que él imaginaba antes, le pareció un bien incalculable,
ahora perdido para siempre. Entre los dos —pensaba Gnei— hubiera podido
entablarse una conversación de hombre a hombre, afable, sin fanfarronería, el amigo
se habría marchado a América conservando un recuerdo inmutable; y Gnei
confusamente se veía proyectado en los pensamientos de aquel Bardetta imaginario
cuando, allá en Venezuela, recordando la vieja Europa —pobre pero siempre fiel al
culto de la belleza y del placer—, pensara instintivamente en él, el compañero de
escuela encontrado después de tantos años, siempre con esa apariencia cauta y sin
embargo bien seguro de sí mismo: el hombre que no se había separado de Europa y
personificaba casi su antigua sabiduría de vida, sus mesuradas pasiones… Gnei se
exaltaba: la aventura de la noche hubiera podido dejar una seña, asumir un
significado definitivo, en vez de desaparecer como arena en un mar de días vacíos e
iguales.

Tal vez hubiera debido hablar de todos modos con Bardetta, aunque Bardetta
fuese un pobre tipo con otros pensamientos en la cabeza, aun a costa de humillarlo. Y
además, ¿quién le aseguraba que Bardetta fuera realmente un fracasado? Quizá lo
decía por decir y seguía siendo el viejo zorro de siempre… «Le alcanzo —pensó—,
reanudo la conversación, se lo digo». Corrió por la acera, desembocó en la plaza,
dobló bajo los soportales. Bardetta había desaparecido. Gnei miró la hora; se le hacía
tarde; se dio prisa para llegar al trabajo. Para tranquilizarse, pensó que ponerse como
un chico a contar a los demás sus historias era algo demasiado ajeno a su carácter, a
sus costumbres; y por eso se había abstenido de hacerlo. Así, reconciliado consigo
mismo, en paz con su orgullo, marcó la tarjeta en el reloj de la oficina.

Gnei alimentaba hacia su trabajo esa pasión amorosa que, incluso inconfesada,
enciende el corazón de los empleados no bien saben de qué dulzura secreta y de qué
furioso fanatismo se puede cargar la práctica burocrática más corriente, el despacho
de correspondencia ordinaria, el mantenimiento puntual de un registro. Tal vez su
inconsciente esperanza aquella mañana era que la exaltación amorosa y la pasión
oficinesca formaran un todo único, pudieran fundirse la una en la otra para seguir
ardiendo sin apagarse. Pero le bastó con ver su escritorio, el aspecto usual de una
carpeta verdosa con el rótulo «Pendientes», para hacerle sentir el agudo contraste
entre la belleza vertiginosa de la que acababa de separarse, y sus días de siempre.
Dio varias vueltas alrededor del escritorio, sin sentarse. Le había asaltado un
repentino, urgente enamoramiento por la señora guapa. Y no podía tener paz. Entró
en la oficina contigua donde los contables tecleaban con atención y disgusto.
Pasó delante de cada uno, saludándolos, nerviosamente risueño, solapado,
regodeándose en el recuerdo, sin esperanza en el presente, loco de amor entre los
contables. «Así como ahora me muevo entre vosotros en esta oficina —pensaba—,
así me revolvía hace poco entre las sábanas de ella».

—¡Así es, Marinotti! —dijo dando un puñetazo en los papeles de un colega.
Marinotti alzó las gafas y preguntó lentamente:

—Dime, Gnei, ¿a ti también te han descontado cuatro mil liras más del sueldo de
este mes?

—No, amigo, ya en febrero —empezó a decir Gnei, y entretanto recordó un gesto
de la señora, a última hora, por la mañana, que a él le había parecido una revelación
nueva y que abría inmensas y desconocidas posibilidades de amor—, no, ya me las
habían descontado —siguió con voz acariciadora y tendía las manos con dulzura,
frunciendo los labios—, me habían descontado el total del sueldo de febrero,
Marinotti.

Hubiera querido añadir otros detalles y explicaciones con tal de seguir hablando,
pero no fue capaz.

«El secreto es ése —decidió volviendo a su oficina—, que en cada momento, en
cada cosa que haga o diga, esté implícito todo lo que he vivido». Pero lo corroía un
ansia de no poder estar jamás a la altura de lo que había sido, de no poder expresar, ni
con alusiones y aún menos con palabras explícitas, ni siquiera con el pensamiento, la
plenitud que tenía conciencia de haber alcanzado.
Sonó el teléfono. Era el director. Preguntaba por los antecedentes de la
reclamación de la casa Giuseppieri.

—Mire, señor director —explicó por teléfono Gnei—. La casa Giuseppieri, en
fecha de 6 de marzo… —y quería decir:

«Y cuando ella me dijo lentamente: ¿Ya se va?… yo comprendí que no debía
soltarle la mano…».

—Sí, señor director, la reclamación es por mercancía ya facturada… —y creía
decir:

«Hasta que la puerta se cerró a nuestras espaldas, yo seguía dudando…».

—No —explicaba—, la reclamación no se hizo a través de la agencia… —y
pensaba:

«Pero sólo entonces entendí que era completamente distinta de lo que había
creído, fría y altanera…».

Apoyó el auricular. Tenía la frente perlada de sudor. Se sentía cansado ahora,
muerto de sueño. Había hecho mal en no pasar por casa para refrescarse y cambiarse:

hasta la ropa interior le molestaba.

Se acercó a la ventana. Había un gran patio rodeado de paredes altas y pobladas
de balcones, pero era como estar en un desierto. El cielo se veía sobre los techos no
ya límpido sino blanquecino, invadido por una pátina opaca, así como en la memoria
de Gnei una blancura opaca iba borrando todo recuerdo de sensaciones, y una
indistinta, quieta mancha de luz indicaba la presencia del sol como una sorda punzada
de dolor.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.
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Antiguo 13/10/2020, 19:49   #230
Simon
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Este hilo a veces me recuerda a "Els quatre gats" risa
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.
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Antiguo 15/10/2020, 08:54   #231
Baja_134832
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A mí me jode lo que no está escrito olvidarme de su existencia y leer algunos textos cuando ya no hay manera de agradecerlos.

El del latoncito Pérez, sublime...
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Antiguo 15/10/2020, 13:04   #232
Baja_134832
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SIMÓN


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Simón es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que...

No, no, no...

Simón refleja, pluma en ristre, otros mundos. Los suyos, pero sospecho que al revés. Los suyos, pero sospecho que revueltos. Los suyos, pero con la pátina del humor. Un humor negro, un humor malhumorado, un humor desabrido. Un humor de esos que, a veces, hacen toc-toc en el alma y la enternecen. O la incomodan.

Ahora creo que sí...

Hola Simón, ¿adónde vas tan aprisa?
Para un poco, ¿qué quieres tomar?

Uy, no, no, no... peor...

Simón te rehuye y te busca. Simón es parco y todo lo contrario. Simón y lo que piensa, Simón buscando la vuelta de tuerca. Los tres pies al gato. Simón en la sombra. Simón leyendo. A todas horas. Simón y la prosa simonera. Simón al hilo de los hilos. Simón hilvanando. Simón sabio.

Y Dios creó a Simón a su imagen. Lo creó a imagen de Dios. Hombre y mujer (china) los creó...

Fatal, vas fatal por ahí...

Simón atrapa. No deja indiferente. Simón dice siempre más de lo que escribe, nunca escribe todo lo que dice. Simón y su librillo, Simón, sin pretenderlo, maestrillo. Simón y sus fotos y sus historias y sus cuentos que no son de Calleja. Simón admirable.

Simón y el foro y el foro y Simón y el foro sin Simón y es menos foro. Simón presente en la ausencia. Simón en el cogote. Simón en mi cogote, alto, recto, serio, escrutador. Simón y el libre albedrío.

Simón y su pluma, haciendo cosquillas en la conciencia.

Simón y este hilo, y como yo veo a Simón y como yo veo este hilo...

Perdón, Simón
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Antiguo 17/10/2020, 20:09   #233
Simon
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RETURN TO SENDER


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Del quince de Junio al quince de Julio el Dolder Gran Hotel en Zurich, Suiza.

Van en avión, en primera clase, las azafatas lo tratan bien y como es un niño en una época que la aviación es segura durante el vuelo a veces lo dejan entrar en la cabina de los pilotos donde el comandante no le pregunta si le gustan las películas de romanos, ni si ha visto a algún hombre desnudo, y el copiloto no es Kareem Abdul Jabbar ni lo amenaza si lo reconoce. Son amables y tienen una conversación estándar con él en inglés o francés vigilando que no toque nada.

No le impresiona, desde que tiene uso de razón ha sido obsequiado por el destino con este trato deferente. Luego a su asiento otra vez siempre vigilado por alguna azafata que seguramente sabe karate-do y técnicas de negociación con niños terroristas, en general todos.

Los recoge una Limusina negra propiedad del hotel con un chofer con uniforme y gorra. Conduce suave y fluido como si la inercia no existiera. El coche enorme sube sin aparente esfuerzo la carreterita con curvas que a las afueras de la ciudad serpentea a través de unos preciosos bosques que van desde la cima, el Hotel, hasta bañarse los pies en el lago Zürisee.

Podríamos ir en nuestro coche, uno de ellos, el chofer de Señor Padre lo trae cada año para que lo tengamos en el hotel por si lo queremos usar y se vuelve en avión, turista, claro. Un coche americano que da vergüenza excepto en ambientes muy determinados pero es que además Señor Padre conduce muy mal dando ocasión a Señora Madre de montar teatrillos que indefectiblemente sacan a Señor Padre de sus casillas. Una vez incluso consiguieron volcar el coche en el fragor de una pelea. Dos clavículas rotas.

El bosque está lleno de ardillas. Para él es lo más notable.

El hotel es una preciosa cárcel construida a partir de un castillo de esos que salen en los dibujos de Walt Disney. No hay niños, solo personas adultas empeñadas en tomar el sol en Europa Central en vez de ir a la playa como todo el mundo.

Su principal vida social es con camareros, las mucamas y los buttler que evolucionan por los pasillos, habitaciones, salones, comedores, bares, etc… hablando entre ellos italiano, turco, portugués y otros idiomas del sur pobre y alegre de Europa. Se apiadan de él y lo hacen jugar un poco, seguramente también juegan con él pero no se da cuenta. Señor Padre y Señora Madre se comportan, cada año, como si la vida normal fuera así y la verdad es que no es así pero tampoco es muy normal.

Por las noches se van a cenar, no sabe dónde porque lo dejan en la habitación del hotel, solo y escuchando viejos aires del mundo germánico que vienen de no sabe muy bien donde junto a hordas de mosquitos.

El único día que su Señor Padre y su Señora Madre la toman con él es porque en la piscina aparece un niño muy rubio de nacionalidad desconocida con un submarino a control remoto capaz de sumergirse, navegar bajo el agua y volver a la superficie con un mando lleno de palanquitas y botoncitos, que viniendo de los soldaditos del fuerte apache que tiene en casa, en Barcelona, lo deja con la boca abierta que se le cuela el agua.
Su Señora Madre tiene un ataque de cuernos y tienen que bajar los tres a Zurich a comprar uno igual sin conseguir encontrar ninguno. El niño rubio se niega a compartir submarino lo que provoca una bronca entre sus padres que él no entiende.

Si tuviera diez años más entendería que en realidad no tiene que ver con submarinos ni con él, su Señor Padre está siendo castigado por no saber dar a su familia una vida normal, su Señora Madre también se aburre.

El aburrimiento de su Señora Madre normalmente se manifiesta con un despliegue de idiomas; habla con él en francés porque es su nacionalidad e impone el concepto de lengua materna y alemán en las raras ocasiones que se enfrasca en alguna conversación con otras señoras pijas germánicas. También con el servicio. Sin parecer gran cosa es un movimiento estratégico inteligente porque Señor Padre siempre ha sido negado para los idiomas, incluidos los que se le supondrían como el catalán que habla castellanizado y el castellano ha catalanizado a rebosar.

Señor Padre se encuentra aislado. Señora Madre gana en dos movimientos.

Incluso en alguna ocasión se aburre tanto sin poder hablar con nadie que intenta jugar con él pero no sabe. Nunca lo ha hecho y creo que le da vergüenza jugar con un niño aún que sea suyo. Los Señores no hacen eso.
En la Magnifica Casa en que malviven en Barcelona se ven diez minutos a solas en el Magnífico Despacho de Señor Padre todos los viernes por la tarde. Conversaciones de hombres Padre hijo las llama. Siempre lo mismo, el secretario personal le da permiso para entrar, Señor Padre para sentarse en un sillón de piel delante de su mesa y le hace unas preguntas rutinarias que pretenden demostrar interés.

Con el tiempo él ha aprendido que es mejor contestar “si Señor” que “no Señor”. Cualquier desacuerdo irrita a Señor Padre y eso es mala cosa.

En fin, las largas cuatro semanas en Zurich cada año se hacen largas y tediosas pero terminan por desaparecer. Lo cierto es que no se puede decir que en vano porque el personal del hotel además de enseñarle los fundamentos de algunos idiomas más o menos útiles le enseñan que las camareras corren delante y los camareros corren detrás, y que cuando las camareras se dejan coger les enseñan las bragas a los camareros y de paso a él que no pierde detalle.

El viaje de vuelta es como el de ida pero de vuelta, en absoluto más alegre, los tres saben que les espera a finales de julio La Fiesta anual que dan nadie sabe porque. La única discusión inevitable sobre el tema es si como tradicionalmente el kermesse, así lo llama Señora Madre, será en la casa de la montaña, Nuestra Casa, o bien en la casa comprada por alguna necesidad poco clarificada de Señor Padre en Santa Cristina d’Aro, con sus porches, sus viñas y su canesú. A él y a Señora Madre no les interesa, es una casa sobrevenida, como una cuñada pesada.

Normalmente Señora Madre se sale con la suya más que por poseer un importante armamento por su capacidad de hacer la vida desagradable a Señor Padre. En general a Señor Padre la vida dura le horroriza y cede a celebrar el kermesse en el Pirineo.

El kermesse básicamente consiste en una bacanal de comida y bebida a la cual asisten cientos de personas que se desparraman por los jardines que envuelven la casa, sin ser nada del otro mundo son ocho o nueve hectáreas con bufets libres donde la gente puede comer y beber todo lo que le dé la gana. Naturalmente first choice pero también first choice de personal venido de Barcelona en un autocar. Señor Padre los llama “asalariados”. Vienen con una especie de jefe de personal/mayordomo que viste mucho y manda más. Incluso una vez tuvo el valor de enfrentarse a campo abierto con Señora Madre cuando dos patricios se liaron a gritos por alguna fruslería política y seguramente por el alcohol. Se fue a ver a Señora madre y le dijo:

.- Señora, hay dos señores que están dando voces.

Ahí Señora Madre estuvo bien y le contestó;

.- Los Señores no dan voces.

Y lo despidió con un movimiento vago con la mano.

Con los años se ha producido un efecto llamada que ha provocado un aluvión de desconocidos no invitados que viendo que cada año tal día en determinada finca dan de todo y no controlan nada se han acostumbrado a venir así que aproximadamente una de cada cuatro personas que comen canapés, beben de todo y bueno, y juegan y ligan dependiendo de las edades mentales y el nivel etílico es alguien que se ha colado. No tiene ninguna ciencia, en el exterior hay aparcados cien o ciento cincuenta coches, solo tienes que dejar el tuyo y entrar directamente a los jardines a saquear los bufets libres.

Señor Padre y Señora Madre han hablado del tema alguna vez y han llegado a la conclusión que el precio monetario que se paga es mucho más llevadero que el bochorno de poner guardias de seguridad que controlen al personal. Sería una vergüenza insoportable que pidieran identificación a según quien. ¡Anatema!

En determinados círculos la apariencia lo es todo.

Los invitados pata negra es costumbre que traigan regalos para todos, incluido a él, con lo que se produce una avalancha de regalos que deberían hacer feliz pero sin embargo angustian. También es verdad que han sido escogidos muchas veces por la secretaria o secretario de alguien y no son excesivamente personalizados, eso nada tiene que ver con el precio.

Él deambula por los jardines, por el interior de la casa, mete las narices en las cocinas, lo echan porque no saben quién es y dando vueltas medio sonriendo a gente que ni conoce termina cada año encerrado en su habitación leyendo los tebeos de siempre. Se estira de través en la cama con la cabeza colgando por un lado y los pies por el otro y pone los tebeos en el suelo, de vez en cuando arranca una punta de una página y se lo mete en la boca, lo chupa hasta convertirlo en un chicle de sabor repugnante pero que de alguna manera lo hace sentir protegido y en casa.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.

Última edición por Simon; 17/10/2020 a las 22:20.
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Antiguo 19/10/2020, 20:03   #234
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CRETINO


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Veamos… recapitulemos. Lo último que recuerdo con claridad es el culo de la negra.

Todo ha empezado con José Antonio que le tentaba para ir a La Plaza después de cenar;

.- ¡Venga Simón! No sea así, vamos con Juan y…

¿Quién coño más venía? No me acuerdo pero alguien más había. Me he dejado convencer y hemos ido primero a cenar a un chiringuito de un tío noruego que lleva años en Brasil. Es… refinado comparado con el entorno, sin ir más lejos en los bajos hay otro restaurante, también delante del Atlántico, que cuando voy porque es bastante más barato la camarera, se llama Fafa, que ya no es ninguna jovencita y me grita;

.- ¡Oi bebé! ¿Tudo bem bebé?

Y mientras tanto me soba y me da besos en la coronilla cuando ya me tiene sentado. Tengo que aguantar y aguantar las risas del respetable. Al final soy un gringo y no soy uno de los suyos. Si eso lo hiciera el noruego le doy.

La cena buena como era de esperar y la cerveza regulín como era de esperar.

Después hemos ido, creo…, a tomar algo para hacer tiempo a un centro comercial que tienen cerveza buena y helada que además es muy seguro porque está controlado por la organización mafiosa más potente y organizada del país. Van de uniforme.

¡Y si! Luego me acuerdo que hemos ido en el Fiat Tipo, el de acabado mierda, hasta La Plaza.

La Plaza resumiendo es un gran putiferio al aire libre, ocupa unos dos mil metros cuadrados, la entrada es gratis y da para todas partes para que puedes entrar y salir por cualquiera de las cuatro calles que la rodean, la salida también es por donde quieras pero lo de gratis sería mucho más discutible.

En el pasado en Natal (RN) había dos putiferios al uso, los dos con el dudoso honor de ser propiedad de españoles. Estaban en una calle muy a la vista uno delante del otro. Se llamaban La Cucaracha y El Azúcar respectivamente. La principal organización mafiosa les hizo cerrar porque a ellos también les apretaban sus capos con las mordidas y a cambio les proporcionaron los terrenos para que hicieran una joint venture y ampliaran negocio.

La Plaza se organiza a base de pequeñas barras redondas para ocho o diez personas máximo, es sencillo y efectivo. Cuando entras no te queda más remedio que acercarte a alguna de las barras, tomar posiciones y dedicarse al levantamiento de vidrio. Lo malo es que a mi no me gustan ni las caipirinhas, ni las caipiroskas, ni la cachaça ni nada que se le parezca.

A partir de ahí es un carrusel aparentemente infinito de chicas que bordean la ilegalidad en cuanto a años y no siempre por encima. Estoy seguro pero no lo puedo probar. Cada treinta segundos te entra una chica diferente con la variedad de físicos que hay en un país tan mestizo como Brasil.
Yo no estoy para chorradas, no me gustan estos sitios, no me gusta la dinámica y no me gusta el personal en general. Tampoco las sombras con ojos que se mueven, a ratos, por el exterior del recinto. Las chicas te entran muy animosas, hacen la forma de un coño con los pulgares e índices y te lo ponen delante para que hagas ver que le comes el coño daliniano. Por alguna razón me recuerda a los relojes de Dalí pero con coños. Hacen el paripé durante un minuto o dos y se van. ¡Van per feina!

Ya he estado antes ahí, pero nunca he picoteado nada, como he dicho no me siento cómodo. El que se siente cómodo es José Antonio porque ahí conoció a su mujer, están casados y tienen dos niños muy monos. Sus dos cuñadas aún dan vueltas por ahí y de hecho hemos saludado a una. Para que luego digan que según que cosas no son posibles.

Hay una negrita que sin ser muy alta tiene un culo embutido en unos tejanos color azul claro que dejan poco a la imaginación. Por dios, que culo… y mira que no es su target habitual pero joder… es un culo de unos veinte años que se sabe atractivo y lo explota, yo me resisto pero la invito a no sé que porquería, me dice que tiene una amiga, objeto que soy mayor para según que cosas, se pone muñeca chochona y a mi me empieza a picar lo que no me tiene que picar.

Ella, no recuerdo como se llama y da igual, aprovecha para ir en medio segundo a buscar a la amiga blanca como la leche de avena. Besitos y esas cosas. La tarifa es bastante fija así que poco hay que negociar, 150 RS por cabeza más propinas más todo lo que se quieran beber o lo que sea. He perdido, estoy vencido y como un zombi le pido las llaves del Fiat mierda a José Antonio que me las alarga casi sin darse cuenta porque está en los mundos de yupi. Han visto que le va la marcha y lo tienen secuestrado entre tres o cuatro saqueándolo a caipirinhas que pasan por debajo la barra de vuelta y se las venden otra vez, a él o a otro, da igual. Business is business.

Me llevo al café con leche a mi apartamento con gran algarabía dentro del coche, alguna me la mama mientras conduzco, y cuando llegamos a la garita de acceso al condominio donde vivo el segurata no quiere dejarme entrar con dos chicas, dice que puede ser peligroso. Discutimos. Como no hay ninguna ley que lo avale más allá de la comunidad de vecinos unos RS hacen el resto y dejo el Fiat mierda en mi plaza de parking.
A partir de ahí todo es más borroso, recuerdo el Magnifico Culo (firmes) pegando saltos por el sofá metiéndome el coño en la cara a ratos mientras la leche de avena parece empeñada en que mis huevos entren en su garganta detrás de mí polla. Estoy en la gloria, ya me veo una noche de guarrería fina hasta que dejo de ver nada.

El culo de la negra… si, es lo último que recuerdo, sé que estoy estirado pero que no es la cama. Intento levantarme pero no puedo, no puedo moverme, intento abrir los ojos pero no lo consigo, deduzco que puedo respirar porque sigo vivo. - ¿Sigo vivo?- De todas maneras el oxígeno que consigo meter en mi cuerpo es insuficiente y tengo sensación de ahogo. Hago un par de intentos con toda la voluntad que soy capaz de mover el cuello a un lado a ver si mejora pero no puedo. Con un esfuerzo todavía mayor consigo entre abrir los labios y una bocanada de aire entra hasta mis pulmones. No ganará ningún concurso de bocanadas pero es una gran mejora.

Puedo pensar y eso me anima y desespera a la vez, es evidente que o bien estoy muerto, o me estoy muriendo o estoy paralizado. Hago un esfuerzo físico y mental coordinado como si en él fuera la supervivencia de la especie, igual no es un paralelismo tan descabellado y con un movimiento brusco me desencallo y consigo darme la vuelta con los daños colaterales que me he cargado el reposabrazos del sofá, consigo abrir los ojos, cerciorarme que no estoy muerto pero si mareado y que todo el apartamento que soy capaz de ver desde mi posición está patas arriba. Veo la caja fuerte que han intentado abrir sin conseguirlo, la documentación está a salvo.

Se lo que ha pasado pero al principio me niego que me haya pasado a mi después de casi diez años de experiencia, voy al baño y vomito de manera benefactora. Busco el móvil, no está, era de esperar, y como no se han podido llevar el interfono llamo al segurata que es otro que el de la noche pasada. Se limita a llamar a un taxi para que me lleve a un hospital, de pago claro, donde me hacen una analítica y después de certificar con que me han drogado exactamente me dan una inyección para contrarrestar los efectos. Debe ser dosis para caballos porque empiezo a sentirme mejor a los dos minutos.

Ni se me ocurre poner una denuncia porque es lo primero que te explican cuándo vas a vivir a según que parte del mundo, será peor. Vale más tragar saliva, hacer inventario de daños y seguir.

También se han llevado el Fiat Mierda.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.

Última edición por Simon; 19/10/2020 a las 21:29.
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Baja_134832 (22/10/2020), Baja_137095 (19/10/2020), Medio Siglo (19/10/2020), Trauet (20/10/2020)
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Korben1997
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CLIENTE
Edad del cliente: La meva
Te diste a conocer como forero de SexoMercado?: Soc el seu samurai
Con tu nick?:Sol Naixent

CHICA
Nombre "artístico": Lluna Plena
Nacionalidad: (u origen probable) Màgic
Edad: (aparente y/o anunciada) La seva
Fotos falsas o retocadas?: D'una altra dimensió
Descripción de Cara:Nineta
Descripción de Cuerpo: Suau i perlat
Descripción de Carácter: Excessiva i desitjadament singular...
Vestimenta: Flors de cirerer
Fumadora: De somnis

CONTACTO
Teléfono: (whatsapp?) En aquell temps no existien els telèfons
Web/Anuncio: En aquell temps no existien les webs
Dirección: El Temple de La Lluna Plena
Horario: Infinit

LUGAR DE ENCUENTRO
Ambientación/decoración: Celestial
Aire Acondicionado/Calefacción: Del cel i de l'infern
Valoración: Hedonista

SERVICIO
Fecha de la experiencia: Estiu de l'any 1269
Tarifa contratada: (€) Ummmmm...
Otras tarifas ofertadas: Depèn de l'encanteri
Duración real del servicio: Infinit
Besos/morreos: Llegir el conte
Felación (con/sin protección): Llegir el conte
Cunnilingus: Llegir el conte
Relato del encuentro: Llegir el conte

Estimadíssima Lluna Plena, ja et vaig dir que la nostra trobada es transformaria en un conte...
I potser en aquesta nit de difunts i vespra de tots sants, quan es obren les portes del més enllà, per evadir-nos en un mon de fantasia, sigui un moment ideal per relatar-lo...

El Temple de La Lluna Plena

Estimats lectors, tindreu que disculpar a aquest nostàlgic samurai, doncs quan parla de la seva estimadíssima Lluna Plena, mai no pot ser imparcial... Doncs Ella és un esser màgic que conec d'altres mons, d'altres vides, d'altres reencarnacions... Per tant, sí, ho confesso, amb declaro enamorat de la meva Deessa. I no només pel seu cos de Nimfa etèria, si no també per la seva manera de ser, espiritual i terrena, delicada i salvatge a la mateixa vegada... Capaç de les més dolces carícies o de solcar la pell amb ungles carnívores... Del més sublim pensament o del més ombrívol desig... La turmenta i la calma... Excessiva i desitjadament singular...
També confesso que soc un Korb molt afortunat, doncs he tingut el plaer de ser convidat a aletejar entre els seus somnis i de regalar-li una ploma del meu cos negre nit, perquè escrigui meravelles, i per gaudir de la seva companyia, sempre embolcallats amb un majestuós, intens i seductor univers de fantasia...

Ah Nineta meva quins magnífics moments em fas reviure...!

Recordo com si fos ahir, un mati de començaments de l'estiu de l'any 1269, quan jo viatjava camí de Kamakura muntat sobre la meva euga Shinatobe, i acompanyat des de el cel pel meu corb sagrat Yatagarasu. El sol escalfava de valent sobre la natura exuberant, però l'aura benefica de les meves katanes sagrades, Amaterasu i Tsukuyomi, protegia les meves espatlles de la calor implacable. Quina diferència amb el clima de les illes del nord que feia dies que havíem deixat enrere! On transmutat en esser alat, sobrevolava ignotes muntanyes i boscos ombrívols. Admirant un territori que és regne d'àligues, falcons, voltors, llops, guineus... I criatures màgiques, plenes de llum i foscor.. I gaudint des de els núvols, d'aquella terra superba, emmirallat pel curs de les aigües, que serpentegen entre les gorges rocoses, com dracs tornassolats, d'or, platí i basalt. I també a peu, i ja sota la meva forma humana, em perdia pels màgics boscos de roures i castanyers centenaris, amarat a l'escorça dels arbres, inundant-me de la seva força i vigor... Però sense poder treure'm del cap l' imatge estimada de la meva Deessa... I al arribar la nit, aixoplugat entre les branques d'aquells gegants perlats de gebra, i bressolat pel cant de les olives, aclucava els ulls, enlluernat per la lluna plena, rememorant les nostres trobades...

Per tot això i sense poder-ho evitar, i potser impel•lit per un instint natural que com un calfred recorria tot el meu cos, i m'anunciava que quelcom tenia que canviar... ens varem posar en camí, per arribar al santuari de la meva estimada Lluna Plena.

I ara, desprès de gairebé un mes de viatge, i deixant enrere el gran temple del Buda Amida, ja podem divisar el petit turó amb el majestuós cirerer gegant on viu la meva estimadíssima Sakura, doncs amb aquest nom és coneguda en aquests indrets, i venerada com una virtuosa sanadora, maga excepcional, i fins i tot considerada per alguns com una poderosa bruixa. Bé, aquí dec aclarir que jo mai li he dit bruixa... Crec que una vegada li vaig dir aranya, Reina d'aranyes això sí, per la manera que té de filar i captivar-te amb la seva teranyina de plaer, però bruixa no, mai de la vida, ja em guardaré prou de dirigir-me a ella d'aquesta mena...

Però abans de visitar-la, vull passar pel mercat de Kamakura, on un vell amic regenta un petit negoci de llaminadures pel cos i l'esperit...

Com sempre, el seu preuat comerç, està ple de gom a gom d'una clientela molt heterodoxa, per tant, m'ho prenc amb calma i aprofito per descansar assegut a l'ombra d'uns desmais que voregen un llac situat a tocar a la rebotiga. De fet, falta menys d'una hora pel migdia, quan en Naoki-san té per costum fer una pausa per dinar, just en aquest indret. M'entres tant, alimento a la delicada Shinatobe amb un còctel de pastanagues i flors de carabassa, i al intrèpid Yatagarasu amb un altre de llavors de sèsam, formigues vermelles i oli de lli. I també aprofito per escriure un poema per la meva estimada, que no només de tallar caps i esmolar katanes, s'alimenta l'esperit d'un samurai...

En els confins del teu mon
Cor i ànima em robares
I emmirallat pels teus ulls
Sempre voldré adorar-te
I ara només soc
L’esperit d’un rōnin errant
Somiant en un indret de fades
Però encara conservo el poder
D’invocar el vent del nord
Per arrancar el vel púrpura
Que el teu cos embolcalla
I de pervertir les arrels del bosc
Perquè t’empresonin nua
A l’escorça d'un arbre
I sota un cel ple de nit
Cegat d’amor vindré a estimar-te


A pesar de la seva subtilesa, escolto uns passos que s'aproximen... I puc reconèixer enseguida al seu propietari... Collons, d'alguna cosa m'han de servir tots els meus anys d'entrenament com a samurai...!

Bon dia Naoki-san!

Estimat Korben-san! Per tots els deus, però com pot ser, apreciat amic, ets tu de veritat? –m 'abraça amb força, aquest gentil home, més antic que la terra–. A què es deu aquest inesperat plaer?

Ah, bon Naoki-san, es que desitjava molt contemplar de nou el teu espigat perfil i la teva cua trenada de platejats cabells...!

Clar que sí, ja m'ho suposava maleït ronin...! Encara que... Segur que no hi té res a veure una bonica nineta que viu a dins d'un cirerer gegant...?

Podria ser vell amic, podria ser... Però ja saps que a tu també t'estimo molt!

I tant que ho sé, i segur que per això has decidit d'una vegada per totes, visitar-me per vendrem les teves dues katanes sagrades... i així per fi les podré subhastar per una fortuna i ser més ric que Creso...!

Estimat Naoki-san, tu ja ets més ric que Creso! Però no comparteixes el seu hedonista esperit...

Potser tinguis raó, benvolgut Korb... Doncs llavors en què et puc ajudar?

Oh, amic meu, a part de gaudir amb la teva saviesa, necessito algun petit present d'aquells que alimenten l'ànima i embadaleixen l'esperit...!

Ummmmm... Deixem pensar... Ah, crec que tinc uns articles molt especials per oferir-te, procedents d'un dels meus últims viatges... Vinga acompanyem a la meva humil botiga! –i jo així ho faig, i segueixo al meu amic cap a la cova dels tresors. Hi ha que tenir en compte que quan el Naoki-san es refereix "Als seus viatges", ho tens que interpretar dins d'un ventall de moltes possibilitats, ja que aquest meravellós comerciant, posseeix la peculiar habilitat de poder viatjar a traves del temps i de l'espai... O al menys és el que ell em va confessar una nit ara fa molts anys, després d'alleugerar el contingut d'almenys sis ampolles de sake.

Ja sabia jo que ho tenia per aquí, deixem que obri aquesta petita cambra de gel i... Aquí ho tenim...! –em diu molt content el meu guia, que m'ha conduit pel interior del seu magatzem subterrani, com si fos en Teseu a traves del Laberint del Minotaure, m'entres m'entrega una ampolla de cristall, gairebé glaçada, que a la llum de les parets fluorescents, adquireix un pàl•lid to rosat.

I què m'ofereixes avui, amic meu? –m'interesso.

Doncs una beguda molt especial... Es tracta d'un elixir escumós elaborat pels savis artesans d'un llunyà país que es diu Catalunya, si no ho vaig entendre malament tenen l'estranya costum de celebrar les seves derrotes, o quelcom així... Però bé, ara això no ve al cas... Cava, li diuen cava, a aquest prodigi que fa pessigolles en el cor...!

Cava... –repeteixo jo, i només de sentir el tacte de l'ampolla, ja en sembla com si del meu cor saltessin espurnes...

Ah, i també cal afegir aquesta caixeta de dolços de xocolata, que s'anomenen bombons! –m'explica lliurant-me un estoig rectangular de color daurat–. I que sàpigues que si el cava fa pessigolles al cor, els bombons alegren la natura sexual de tots aquells que els tasten...

Doncs amic meu, no seré jo el que et rebutgi aquestes ofrenes, doncs ja estic impacient per provar-les...

I tant que sí, però espera un moment que això no és tot. Encara que primer és millor que sortim apresa d'aquesta cambra, pues ja se m'estan congelant els pensaments... –i així ho fem, i torno a seguir al meu guia que ara em condueix fins una habitació molt ben il•luminada per amplis finestrals plens de la claror del dia, i que està repleta de vestuari de tota mena.

Mira, aquí ho tenim, aquest preciós yukata de seda, adornat amb grues reials... Has de saber, mestra d'espases, que aquesta delicada peça, està confeccionada artesanalment amb fils de colors de cucs de seda... I tu em preguntaràs... Però això que té de nou, mestre de botiguers...? I jo et contestaré... Ah benvolgut Korb, la gracia d'aquests cucs de seda, és que no tots els cucs són blancs, si no que cada bestioleta ja posseeix el seu color predestinat i per tant fila el determinat color que calgui... fins i tot el vermell fil sagrat de la vida... No li diguis a ningú, però aquesta exquisida peça de roba, procedeix del jardí secret del propi Emperador Kameyama –em confessa i m'instrueix el meu savi tutor, depositant el yukata entre les meves mans.

Em deixes bocabadat honorable Naoki-san! Però com et podrà pagar totes aquestes joies, un humil samurai com jo?

Ah, pèrfid ninja, doncs només tindràs que donar-li records de part meva, a la preciosa nineta del cirerer, i acompanyar-me m'entres dinem plegats, i escoltar una bona estona a aquest vell xaruc...! –i evidentment, així ho fem, doncs si ho rebutgés o volgués portar-li la contraria, seria un terrible insult pel meu estimat amic.

Més tard, després de gaudir d'excel•lents menges i d'històries infinites, i ja quan el sol declina bora mar, asseguro els regals dins les alforges de Shinatobe, que em rellina i esbufega aïradament com ficant-me brega per la meva tardança. Es que ella és molt seva, i crec que m'arrufa el nas perquè ja fa estona que s'ha cruspit tot el còctel de pastanagues i flors de carabassa, en canvi, en Yatagarasu ni s'immuta i es prepara per volar i reprendre el camí tan aviat munti sobre l'euga.

Quan arribem a dalt del turó, ja és nit tancada, i la brisa marina fa juguesques entre les branques del cirerer gegant, colpit de flors i llampants cireres. Des d'aquesta talaia, puc admirar el cel estelat que dibuixa el perfil de l'horitzó, i la lluna plena que rodola sobre la badia de Sagami, i m'embadaleixo contemplant l'oceà profund, i amb el rumor de les onades que bressolen la platja d'arena rosada, i les acolorides embarcacions que atresoren els somnis dels pescadors.

Allibero a la Shinatobe de la seva càrrega, i la deixo pasturant lliurament per les contrades, farcides de bardissa, farigola llimonera, dents de lleó, trèvols i alfàbrega. M'entres que en Yatagarasu empaita cuques de llum que fan niu dins del cor de l'arbre.

Tinc que confessar que si la Sakura volgués, em seria molt difícil detectar la seva presencia, doncs és capaç d'apropar-se molt sigil•losament, flotant sobre un núvol com un angelet, encara que potser podria adonar-me'n pel seu perfum tan especial, mixtura de magnòlia, rosa, gessamí i préssec. No obstant, en aquest cas, i com sol passar quan estem ben a prop, ara mateix sé que està a darrera meu, doncs el medalló en forma de lluna plena que porto penjat al coll, vibra i refulgeix amb tot el seu esplendor.

Hola Sol Naixent –sempre em saluda.

Hola Lluna Plena –li corresponc.

I puc contemplar com el medalló en forma de sol naixent, que ella porta penjat al seu coll, també batega amb la mateixa intensitat que el meu.

El perlat cos de la meva estimada Lluna Plena va guarnit amb un vaporós vestit de flors de cirerer, trenades amb el fil vermell de la vida, i la seva sedosa cabellera color negre nit, emmarca la carona de nineta, i llisca fins més a baix dels seus pits...

Cabells negre nit
Ulls de Lluna Plena
Cos suau i perlat
Com pluja d'estrelles


Agafats de la ma, entrem en el seu santuari, a dins del cirerer gegant, el sagrat Temple de La Lluna Plena. I si algú es pregunta: Com pot aquest cirerer albergar un temple en el seu interior, per gegant que sigui? Doncs li tinc que explicar que tot es obra de les arts màgiques de la Sakura, ja que podríem aventurar que l'espai mai és el que sembla, i que en determinats indrets, el volum del contingut pot superar al del continent...

Els raigs de lluna penetren pels finestrals que des de fora són invisibles, fusionant-se amb la llum daurada dels fanalets d'oli perfumat, i el de les espelmes tremoloses, donant a l'estància una dimensió mística i acollidora, acompanyada d'una musica de fons, plena d'harmonia, etèria i majestuosa.

Estimada, tinc records per tu del benvolgut Naoki-san i uns presents que ens honoren... –la poso al dia, fen-li entrega dels regals.

Sigui per sempre estimat el bon Naoki-san, i per descomptat que jo també guardo el seu record dins la meva memòria i el meu cor –em respon la meva Deessa, dipositant el cava i la caixeta de bombons sobre un gran bol ple de glaçons de gel, i acaronant el yukata entre les seves mans.

T'agrada mi senyora? –li pregunto.

És preciós samurai meu –em correspon.

Te'l vols provar? –la convido.

Més tard estimat, doncs ara és hora de que els nostres cossos es retrobin, prescindint de guarniments superficials, per bonics que aquest sian –em sedueix riallera, m'entres em desprèn de les meves katanes, de les alforges, del meu quimono i hakama, de les botes plenes de la pols dels camins.

Així m'agrada tot nu –i m'introdueix dins d'una piscina natural, on brolla aigua calenta que amb el pas dels anys ha anat erosionant la roca. El seu tacte i l'empremta de les seves mans em purifiquen la pell i m'exciten el sexe... em provoquen el desig... i em fan anhelar els seus petons... Quan ja estic net i polit, m'amorosa el cos amb un vel de cotó, fins a deixar-me ben sec, i de propina m'etziba dos patacades al cul, posant-me'l vermell.

Auuuh! I això Deessa meva?

Ummmmm... Es que em venia de gust escalfar-te el cul... I a més, perquè has tardat massa en tornar a visitar-me...

Tens raó Nineta meva, no tinc excusa... I com podria compensar-te el teu servidor...?

Doncs podries començar besant-me el peus...

Pues que així sigui... –obeeixo la seva proposta que em commou. I a més, qui es podria negar...?

Ummmmm... M'agrada molt...

Ja ho sé dolenta.

Continua... –i jo continuo, besant el seus peus...

I vols que compti els petons que mesuren les teves cames...?

Sí, vull que els comptis.

Sense deixar-me'n ni un...?

Sense deixar-te'n ni un.

Molt bé cames de seda, així ho faré, sense deixar-me'n ni un... –i m'aplico amb devoció a comptar els petons que mesuren les seves cames, pujant poc a poc fins les flors de cirerer que voregen el seu sexe.

Ummmmm... Estimat vull provar les teves ofrenes.

El cava i els bombons?

Si aquests són els seus noms que així sia...

Vols que sigui el teu sommelier...?

Sí, vull que siguis el meu endimoniat sommelier, i que em serveixis el cava com només tu ho saps fer...

Llavors, que el teu desig es compleixi... –i jo li serveixo el cava com ella m'ho demana... i brindem per la nostra retrobada...

Salut! –ens diem tots dos.

I ara vols que continuí comptant els petons que mesura tot el teu cos?

Sí, vull que continuïs comptant tots els petons que mesura tot el meu cos.

I jo no sé dir-li que no, per tant continuo assaborint la seva pell de Nineta, perseguint un seductor camí de bombons... cartografiant el seu cos de Deessa que em provoca un univers de sensacions, i em fa gaudir de l'alè de la seva vida. I quan els nostres ànimes es fonen, tinc la completa seguretat de que de nou he tornat a casa, i de que res dolent em pot passar.

Més tard, passegem plegats per dins del temple i també sortim al mon exterior, perdent-nos sota un cel ple de nit, m'entres ella gaudeix d'empresonar el meu sexe amb el fil vermell de la vida...

Fora del temple
Esperit emmanillat
Nit infinita


Després llegim seductors poemes, i escrivim divertits haikus a la llum de les torxes perfumades... I amb l'habilitat que la caracteritza, em fa posseïdor de la màgia i subtilesa dels seus dits, transmetent la paraula escrita a cada cèl•lula del meu cos, fent-me sentir la cadència de cada síl•laba i apreciar el significat de cada mot, com si volgués telegrafiar un enigmàtic missatge a la meva pell...

Paraules i mots
Estimada Deessa
Transmets a la pell


I com a forjadora de somnis i llegendes que és, li agrada ser la meva Reina, i investir-me una vegada i una altra com al seu cavaller amb la seva preuada Excalibur...

Deessa nua
Forjadora de somnis
Estimat desig


Quan l'albada ja voreja el cel, ens sorprèn descansant esgotats sobre un núvol màgic, m'entres la meva estimada ressegueix amb les puntes dels seus dits, de nord a sud i d'est a oest, les cicatrius del meu cos de samurai, com si explorés un mapa desconegut que la tingués que conduir a un país ignot que només ella coneix. Llavors, m'entres li pentino la seva cabellera negra nit amb unes branques de corall, li pregunto:

Amor meu, quin es aquest destí que persegueixes amb tant delit?

I ella em mira fixament amb els seus ulls de cristall màgic, intensos i profunds, i em respon amb un somriure enigmàtic:

Estimat Sol Naixent, el dia que hi arribi, tu seràs el primer en saber-ho, doncs totes les cicatrius del teu cos desapareixeran, i llavors sabràs que per fi he arribat al meu destí.

Estimada Lluna Plena, jo no vull que desapareguin les cicatrius del meu cos...

I perquè no vols que desapareguin?

Doncs perquè elles em recorden qui soc...

I qui ets tu amor meu?

Soc en Korben Musashi no Kami Fujiwara no Harunobu, i soc un samurai, descendent d'una família mil•lenària de samurais que es remunta al mateix primer emperador llegendari Jinmu Tennō (Guerrer diví) –li dic d'una tirada i tot somrient.

Vols deixar de fer el ximple i el comediant...? –em renya amorosament.

Jo pensava que per això m'estimes, per ser ximple i comediant...

Tens raó, estimat, potser sí que per això t'estimo... I segur que no vols que desapareguin les teves cicatrius?

Bé Nineta meva, només ho voldria si aquest miracle significa que el teu destí i el meu són el mateix...

Ah, estimat meu... això no t'ho puc prometre...

Ja ho sé preciosa Deessa... –li accepto ple de tristor.

M'entres gaudim d'un esmorzar reconfortant, ens posem al dia de les nostres més recents aventures i projectes, fins que arriba la temuda hora dels adéus.

L'abraçada és encisadora, el petó es infinit...

Crec que en Yatagarasu s'ha atipat de cireres i cuques de llum, i la Shinatobe d'herbes ramelleres. Munto sobre l'egua i lentament descendim del turó en direcció a la badia de Sagami, on l'activitat dels pescadors ara és febril.

En aquests moments, no vull ni pensar en el rumb que emprendrem, ni tampoc tinc valor per mirar enrere, potser sigui per por de convertir-me en estàtua de sal... Més aviat prefereixo guardar mentalment cada instant de la nostra trobada en una caixeta feta amb les matèries amb que es forgen els somnis, i també en tenir-ne una altra a punt per el que el futur ens depari...

Encara que de moment els nostres camins es tornin a separar... I no sé per quant temps... Estic convençut de que ens tornarem a trobar, com així ha sigut moltes altres vegades. Potser en aquesta vida, o en una de diferent, en aquest mon, o en una altra dimensió.

La meva estimada, m'ha explicat que estava pensant en viatjar cap al nord, fins a un país llunyà on el essers que l'habiten parlen mitjançant encanteris... I que els homes udolen a la lluna quan la pretenen... I que per això es veia atreta irresistiblement...

I m'entres el sol naixent il•lumina el paisatge fent les ombres del destí més llargues, aprofito per escriure en el vent aquest últim haiku de comiat...

Fins un cor trencat
Reviu amb el teu record
Tendra Nineta


Molts Petonets Lluna Plena.

Sempre teu.

Korben.

P.D. Tots els personatges d'aquest conte són inventats, i qualsevol semblança amb algun ser real és pura coincidència.
FormFormato visual sobrecargado (negrita)

Valoración de la experiencia: Un conte de fades
Valoración final: (lo mejor/lo peor) És un esperit lliure

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"If You Could Read My Mind".

Sempre és bo practicar "Jocs Sexuals Alternatius", diuen que allarguen la vida, i jo ja tinc dos segles...
Per tant el 1997 del meu nick no té res a veure amb la meva data de naixement

Última edición por Dr. Loomis; 01/11/2020 a las 08:47. Razón: Formato visual sobrecargado (negrita) Movido por Dr. Loomis; 01/11/2020 at 08:44 desde Saisei-chan - Catalana - Calàbria 01X (Manso) - BCN - 635201067
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Reddington
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CLIENTE
Edad del cliente: La meva
Te diste a conocer como forero de SexoMercado?: Soc el seu samurai
Con tu nick?:Sol Naixent

CHICA
Nombre "artístico": Lluna Plena
Nacionalidad: (u origen probable) Màgic
Edad: (aparente y/o anunciada) La seva
Fotos falsas o retocadas?: D'una altra dimensió
Descripción de Cara:Nineta
Descripción de Cuerpo: Suau i perlat
Descripción de Carácter: Excessiva i desitjadament singular...
Vestimenta: Flors de cirerer
Fumadora: De somnis

CONTACTO
Teléfono: (whatsapp?) En aquell temps no existien els telèfons
Web/Anuncio: En aquell temps no existien les webs
Dirección: El Temple de La Lluna Plena
Horario: Infinit

LUGAR DE ENCUENTRO
Ambientación/decoración: Celestial
Aire Acondicionado/Calefacción: Del cel i de l'infern
Valoración: Hedonista

SERVICIO
Fecha de la experiencia: Estiu de l'any 1269
Tarifa contratada: (€) Ummmmm...
Otras tarifas ofertadas: Depèn de l'encanteri
Duración real del servicio: Infinit
Besos/morreos: Llegir el conte
Felación (con/sin protección): Llegir el conte
Cunnilingus: Llegir el conte
Relato del encuentro: Llegir el conte

Estimadíssima Lluna Plena, ja et vaig dir que la nostra trobada es transformaria en un conte...
I potser en aquesta nit de difunts i vespra de tots sants, quan es obren les portes del més enllà, per evadir-nos en un mon de fantasia, sigui un moment ideal per relatar-lo...

El Temple de La Lluna Plena

Estimats lectors, tindreu que disculpar a aquest nostàlgic samurai, doncs quan parla de la seva estimadíssima Lluna Plena, mai no pot ser imparcial... Doncs Ella és un esser màgic que conec d'altres mons, d'altres vides, d'altres reencarnacions... Per tant, sí, ho confesso, amb declaro enamorat de la meva Deessa. I no només pel seu cos de Nimfa etèria, si no també per la seva manera de ser, espiritual i terrena, delicada i salvatge a la mateixa vegada... Capaç de les més dolces carícies o de solcar la pell amb ungles carnívores... Del més sublim pensament o del més ombrívol desig... La turmenta i la calma... Excessiva i desitjadament singular...
També confesso que soc un Korb molt afortunat, doncs he tingut el plaer de ser convidat a aletejar entre els seus somnis i de regalar-li una ploma del meu cos negre nit, perquè escrigui meravelles, i per gaudir de la seva companyia, sempre embolcallats amb un majestuós, intens i seductor univers de fantasia...

Ah Nineta meva quins magnífics moments em fas reviure...!

Recordo com si fos ahir, un mati de començaments de l'estiu de l'any 1269, quan jo viatjava camí de Kamakura muntat sobre la meva euga Shinatobe, i acompanyat des de el cel pel meu corb sagrat Yatagarasu. El sol escalfava de valent sobre la natura exuberant, però l'aura benefica de les meves katanes sagrades, Amaterasu i Tsukuyomi, protegia les meves espatlles de la calor implacable. Quina diferència amb el clima de les illes del nord que feia dies que havíem deixat enrere! On transmutat en esser alat, sobrevolava ignotes muntanyes i boscos ombrívols. Admirant un territori que és regne d'àligues, falcons, voltors, llops, guineus... I criatures màgiques, plenes de llum i foscor.. I gaudint des de els núvols, d'aquella terra superba, emmirallat pel curs de les aigües, que serpentegen entre les gorges rocoses, com dracs tornassolats, d'or, platí i basalt. I també a peu, i ja sota la meva forma humana, em perdia pels màgics boscos de roures i castanyers centenaris, amarat a l'escorça dels arbres, inundant-me de la seva força i vigor... Però sense poder treure'm del cap l' imatge estimada de la meva Deessa... I al arribar la nit, aixoplugat entre les branques d'aquells gegants perlats de gebra, i bressolat pel cant de les olives, aclucava els ulls, enlluernat per la lluna plena, rememorant les nostres trobades...

Per tot això i sense poder-ho evitar, i potser impel•lit per un instint natural que com un calfred recorria tot el meu cos, i m'anunciava que quelcom tenia que canviar... ens varem posar en camí, per arribar al santuari de la meva estimada Lluna Plena.

I ara, desprès de gairebé un mes de viatge, i deixant enrere el gran temple del Buda Amida, ja podem divisar el petit turó amb el majestuós cirerer gegant on viu la meva estimadíssima Sakura, doncs amb aquest nom és coneguda en aquests indrets, i venerada com una virtuosa sanadora, maga excepcional, i fins i tot considerada per alguns com una poderosa bruixa. Bé, aquí dec aclarir que jo mai li he dit bruixa... Crec que una vegada li vaig dir aranya, Reina d'aranyes això sí, per la manera que té de filar i captivar-te amb la seva teranyina de plaer, però bruixa no, mai de la vida, ja em guardaré prou de dirigir-me a ella d'aquesta mena...

Però abans de visitar-la, vull passar pel mercat de Kamakura, on un vell amic regenta un petit negoci de llaminadures pel cos i l'esperit...

Com sempre, el seu preuat comerç, està ple de gom a gom d'una clientela molt heterodoxa, per tant, m'ho prenc amb calma i aprofito per descansar assegut a l'ombra d'uns desmais que voregen un llac situat a tocar a la rebotiga. De fet, falta menys d'una hora pel migdia, quan en Naoki-san té per costum fer una pausa per dinar, just en aquest indret. M'entres tant, alimento a la delicada Shinatobe amb un còctel de pastanagues i flors de carabassa, i al intrèpid Yatagarasu amb un altre de llavors de sèsam, formigues vermelles i oli de lli. I també aprofito per escriure un poema per la meva estimada, que no només de tallar caps i esmolar katanes, s'alimenta l'esperit d'un samurai...

En els confins del teu mon
Cor i ànima em robares
I emmirallat pels teus ulls
Sempre voldré adorar-te
I ara només soc
L’esperit d’un rōnin errant
Somiant en un indret de fades
Però encara conservo el poder
D’invocar el vent del nord
Per arrancar el vel púrpura
Que el teu cos embolcalla
I de pervertir les arrels del bosc
Perquè t’empresonin nua
A l’escorça d'un arbre
I sota un cel ple de nit
Cegat d’amor vindré a estimar-te


A pesar de la seva subtilesa, escolto uns passos que s'aproximen... I puc reconèixer enseguida al seu propietari... Collons, d'alguna cosa m'han de servir tots els meus anys d'entrenament com a samurai...!

Bon dia Naoki-san!

Estimat Korben-san! Per tots els deus, però com pot ser, apreciat amic, ets tu de veritat? –m 'abraça amb força, aquest gentil home, més antic que la terra–. A què es deu aquest inesperat plaer?

Ah, bon Naoki-san, es que desitjava molt contemplar de nou el teu espigat perfil i la teva cua trenada de platejats cabells...!

Clar que sí, ja m'ho suposava maleït ronin...! Encara que... Segur que no hi té res a veure una bonica nineta que viu a dins d'un cirerer gegant...?

Podria ser vell amic, podria ser... Però ja saps que a tu també t'estimo molt!

I tant que ho sé, i segur que per això has decidit d'una vegada per totes, visitar-me per vendrem les teves dues katanes sagrades... i així per fi les podré subhastar per una fortuna i ser més ric que Creso...!

Estimat Naoki-san, tu ja ets més ric que Creso! Però no comparteixes el seu hedonista esperit...

Potser tinguis raó, benvolgut Korb... Doncs llavors en què et puc ajudar?

Oh, amic meu, a part de gaudir amb la teva saviesa, necessito algun petit present d'aquells que alimenten l'ànima i embadaleixen l'esperit...!

Ummmmm... Deixem pensar... Ah, crec que tinc uns articles molt especials per oferir-te, procedents d'un dels meus últims viatges... Vinga acompanyem a la meva humil botiga! –i jo així ho faig, i segueixo al meu amic cap a la cova dels tresors. Hi ha que tenir en compte que quan el Naoki-san es refereix "Als seus viatges", ho tens que interpretar dins d'un ventall de moltes possibilitats, ja que aquest meravellós comerciant, posseeix la peculiar habilitat de poder viatjar a traves del temps i de l'espai... O al menys és el que ell em va confessar una nit ara fa molts anys, després d'alleugerar el contingut d'almenys sis ampolles de sake.

Ja sabia jo que ho tenia per aquí, deixem que obri aquesta petita cambra de gel i... Aquí ho tenim...! –em diu molt content el meu guia, que m'ha conduit pel interior del seu magatzem subterrani, com si fos en Teseu a traves del Laberint del Minotaure, m'entres m'entrega una ampolla de cristall, gairebé glaçada, que a la llum de les parets fluorescents, adquireix un pàl•lid to rosat.

I què m'ofereixes avui, amic meu? –m'interesso.

Doncs una beguda molt especial... Es tracta d'un elixir escumós elaborat pels savis artesans d'un llunyà país que es diu Catalunya, si no ho vaig entendre malament tenen l'estranya costum de celebrar les seves derrotes, o quelcom així... Però bé, ara això no ve al cas... Cava, li diuen cava, a aquest prodigi que fa pessigolles en el cor...!

Cava... –repeteixo jo, i només de sentir el tacte de l'ampolla, ja en sembla com si del meu cor saltessin espurnes...

Ah, i també cal afegir aquesta caixeta de dolços de xocolata, que s'anomenen bombons! –m'explica lliurant-me un estoig rectangular de color daurat–. I que sàpigues que si el cava fa pessigolles al cor, els bombons alegren la natura sexual de tots aquells que els tasten...

Doncs amic meu, no seré jo el que et rebutgi aquestes ofrenes, doncs ja estic impacient per provar-les...

I tant que sí, però espera un moment que això no és tot. Encara que primer és millor que sortim apresa d'aquesta cambra, pues ja se m'estan congelant els pensaments... –i així ho fem, i torno a seguir al meu guia que ara em condueix fins una habitació molt ben il•luminada per amplis finestrals plens de la claror del dia, i que està repleta de vestuari de tota mena.

Mira, aquí ho tenim, aquest preciós yukata de seda, adornat amb grues reials... Has de saber, mestra d'espases, que aquesta delicada peça, està confeccionada artesanalment amb fils de colors de cucs de seda... I tu em preguntaràs... Però això que té de nou, mestre de botiguers...? I jo et contestaré... Ah benvolgut Korb, la gracia d'aquests cucs de seda, és que no tots els cucs són blancs, si no que cada bestioleta ja posseeix el seu color predestinat i per tant fila el determinat color que calgui... fins i tot el vermell fil sagrat de la vida... No li diguis a ningú, però aquesta exquisida peça de roba, procedeix del jardí secret del propi Emperador Kameyama –em confessa i m'instrueix el meu savi tutor, depositant el yukata entre les meves mans.

Em deixes bocabadat honorable Naoki-san! Però com et podrà pagar totes aquestes joies, un humil samurai com jo?

Ah, pèrfid ninja, doncs només tindràs que donar-li records de part meva, a la preciosa nineta del cirerer, i acompanyar-me m'entres dinem plegats, i escoltar una bona estona a aquest vell xaruc...! –i evidentment, així ho fem, doncs si ho rebutgés o volgués portar-li la contraria, seria un terrible insult pel meu estimat amic.

Més tard, després de gaudir d'excel•lents menges i d'històries infinites, i ja quan el sol declina bora mar, asseguro els regals dins les alforges de Shinatobe, que em rellina i esbufega aïradament com ficant-me brega per la meva tardança. Es que ella és molt seva, i crec que m'arrufa el nas perquè ja fa estona que s'ha cruspit tot el còctel de pastanagues i flors de carabassa, en canvi, en Yatagarasu ni s'immuta i es prepara per volar i reprendre el camí tan aviat munti sobre l'euga.

Quan arribem a dalt del turó, ja és nit tancada, i la brisa marina fa juguesques entre les branques del cirerer gegant, colpit de flors i llampants cireres. Des d'aquesta talaia, puc admirar el cel estelat que dibuixa el perfil de l'horitzó, i la lluna plena que rodola sobre la badia de Sagami, i m'embadaleixo contemplant l'oceà profund, i amb el rumor de les onades que bressolen la platja d'arena rosada, i les acolorides embarcacions que atresoren els somnis dels pescadors.

Allibero a la Shinatobe de la seva càrrega, i la deixo pasturant lliurament per les contrades, farcides de bardissa, farigola llimonera, dents de lleó, trèvols i alfàbrega. M'entres que en Yatagarasu empaita cuques de llum que fan niu dins del cor de l'arbre.

Tinc que confessar que si la Sakura volgués, em seria molt difícil detectar la seva presencia, doncs és capaç d'apropar-se molt sigil•losament, flotant sobre un núvol com un angelet, encara que potser podria adonar-me'n pel seu perfum tan especial, mixtura de magnòlia, rosa, gessamí i préssec. No obstant, en aquest cas, i com sol passar quan estem ben a prop, ara mateix sé que està a darrera meu, doncs el medalló en forma de lluna plena que porto penjat al coll, vibra i refulgeix amb tot el seu esplendor.

Hola Sol Naixent –sempre em saluda.

Hola Lluna Plena –li corresponc.

I puc contemplar com el medalló en forma de sol naixent, que ella porta penjat al seu coll, també batega amb la mateixa intensitat que el meu.

El perlat cos de la meva estimada Lluna Plena va guarnit amb un vaporós vestit de flors de cirerer, trenades amb el fil vermell de la vida, i la seva sedosa cabellera color negre nit, emmarca la carona de nineta, i llisca fins més a baix dels seus pits...

Cabells negre nit
Ulls de Lluna Plena
Cos suau i perlat
Com pluja d'estrelles


Agafats de la ma, entrem en el seu santuari, a dins del cirerer gegant, el sagrat Temple de La Lluna Plena. I si algú es pregunta: Com pot aquest cirerer albergar un temple en el seu interior, per gegant que sigui? Doncs li tinc que explicar que tot es obra de les arts màgiques de la Sakura, ja que podríem aventurar que l'espai mai és el que sembla, i que en determinats indrets, el volum del contingut pot superar al del continent...

Els raigs de lluna penetren pels finestrals que des de fora són invisibles, fusionant-se amb la llum daurada dels fanalets d'oli perfumat, i el de les espelmes tremoloses, donant a l'estància una dimensió mística i acollidora, acompanyada d'una musica de fons, plena d'harmonia, etèria i majestuosa.

Estimada, tinc records per tu del benvolgut Naoki-san i uns presents que ens honoren... –la poso al dia, fen-li entrega dels regals.

Sigui per sempre estimat el bon Naoki-san, i per descomptat que jo també guardo el seu record dins la meva memòria i el meu cor –em respon la meva Deessa, dipositant el cava i la caixeta de bombons sobre un gran bol ple de glaçons de gel, i acaronant el yukata entre les seves mans.

T'agrada mi senyora? –li pregunto.

És preciós samurai meu –em correspon.

Te'l vols provar? –la convido.

Més tard estimat, doncs ara és hora de que els nostres cossos es retrobin, prescindint de guarniments superficials, per bonics que aquest sian –em sedueix riallera, m'entres em desprèn de les meves katanes, de les alforges, del meu quimono i hakama, de les botes plenes de la pols dels camins.

Així m'agrada tot nu –i m'introdueix dins d'una piscina natural, on brolla aigua calenta que amb el pas dels anys ha anat erosionant la roca. El seu tacte i l'empremta de les seves mans em purifiquen la pell i m'exciten el sexe... em provoquen el desig... i em fan anhelar els seus petons... Quan ja estic net i polit, m'amorosa el cos amb un vel de cotó, fins a deixar-me ben sec, i de propina m'etziba dos patacades al cul, posant-me'l vermell.

Auuuh! I això Deessa meva?

Ummmmm... Es que em venia de gust escalfar-te el cul... I a més, perquè has tardat massa en tornar a visitar-me...

Tens raó Nineta meva, no tinc excusa... I com podria compensar-te el teu servidor...?

Doncs podries començar besant-me el peus...

Pues que així sigui... –obeeixo la seva proposta que em commou. I a més, qui es podria negar...?

Ummmmm... M'agrada molt...

Ja ho sé dolenta.

Continua... –i jo continuo, besant el seus peus...

I vols que compti els petons que mesuren les teves cames...?

Sí, vull que els comptis.

Sense deixar-me'n ni un...?

Sense deixar-te'n ni un.

Molt bé cames de seda, així ho faré, sense deixar-me'n ni un... –i m'aplico amb devoció a comptar els petons que mesuren les seves cames, pujant poc a poc fins les flors de cirerer que voregen el seu sexe.

Ummmmm... Estimat vull provar les teves ofrenes.

El cava i els bombons?

Si aquests són els seus noms que així sia...

Vols que sigui el teu sommelier...?

Sí, vull que siguis el meu endimoniat sommelier, i que em serveixis el cava com només tu ho saps fer...

Llavors, que el teu desig es compleixi... –i jo li serveixo el cava com ella m'ho demana... i brindem per la nostra retrobada...

Salut! –ens diem tots dos.

I ara vols que continuí comptant els petons que mesura tot el teu cos?

Sí, vull que continuïs comptant tots els petons que mesura tot el meu cos.

I jo no sé dir-li que no, per tant continuo assaborint la seva pell de Nineta, perseguint un seductor camí de bombons... cartografiant el seu cos de Deessa que em provoca un univers de sensacions, i em fa gaudir de l'alè de la seva vida. I quan els nostres ànimes es fonen, tinc la completa seguretat de que de nou he tornat a casa, i de que res dolent em pot passar.

Més tard, passegem plegats per dins del temple i també sortim al mon exterior, perdent-nos sota un cel ple de nit, m'entres ella gaudeix d'empresonar el meu sexe amb el fil vermell de la vida...

Fora del temple
Esperit emmanillat
Nit infinita


Després llegim seductors poemes, i escrivim divertits haikus a la llum de les torxes perfumades... I amb l'habilitat que la caracteritza, em fa posseïdor de la màgia i subtilesa dels seus dits, transmetent la paraula escrita a cada cèl•lula del meu cos, fent-me sentir la cadència de cada síl•laba i apreciar el significat de cada mot, com si volgués telegrafiar un enigmàtic missatge a la meva pell...

Paraules i mots
Estimada Deessa
Transmets a la pell


I com a forjadora de somnis i llegendes que és, li agrada ser la meva Reina, i investir-me una vegada i una altra com al seu cavaller amb la seva preuada Excalibur...

Deessa nua
Forjadora de somnis
Estimat desig


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Namu Amida Butsu
Omedetou gozaimasu

Trobada màgica
Ximplesa i poesia
Devant meu el camí
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deva66 (04/11/2020), Korben1997 (01/11/2020), Lara È (07/11/2020), Medio Siglo (01/11/2020)
Antiguo 04/11/2020, 20:39   #237
Korben1997
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Namu Amida Butsu
Omedetou gozaimasu

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Benvolgut Reddington,

どうもありがとうございます
Dōmo arigatōgozaimasu


Korben
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Lara È (07/11/2020), Medio Siglo (04/11/2020), Reddington (05/11/2020)
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Antiguo 15/12/2020, 18:36   #238
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El Pueblo Más Cercano


Franz Kafka

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Mi abuelo solía decir:

La vida es asombrosamente corta. Ahora, al recordarla, se me aparece tan condensada, que por ejemplo casi no comprendo cómo un joven puede tomar la decisión de ir a caballo hasta el pueblo más cercano, sin temer —y descontando por supuesto la mala suerte— que aun el lapso de una vida normal y feliz no alcance ni para empezar semejante viaje.
Si ves alguna serie con risas enlatadas, lo más probable es que estés escuchando a gente muerta reír, pues las grabaciones realmente son viejas.

Última edición por Simon; 15/12/2020 a las 18:37.
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Aramis 43 (15/12/2020), david_75bcn (15/12/2020), El Observador (15/12/2020), JaSex (15/12/2020), Medio Siglo (15/12/2020), Siroco (15/12/2020)
Historia de mis Ocho Pecados
Estudio trabajo sexual y salud mental
Antiguo 04/03/2021, 00:21   #239
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Describe tu fantasía con Anna Simon, Pilar Rubio y Cristina Pedroche.

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Estoy con las tres en una amplia habitación, bien iluminada. Están ante mí juntas, de pie y vestidas como en la imagen. Las tres están deseosas de cumplir todos mis deseos, sin límites y esperan mis ordenes.

Les ordeno que se queden quietas, sin moverse. Me acerco a Anna y empiezo acariciándole la cara, pero mis manos pronto bajan hasta sus tetas y empiezo a sobarlas. Meto mi mano derecha bajo su escote, agarrándole su pecho y probando su firmeza y suavidad. De mientras, nos damos un beso profundo, con lengua hasta el fondo y explorando su boca. Me retiro y le ordeno que se desnude. Mientras lo hace, me acerco a Pilar. Le acaricio el pelo, la cara, los labios y le digo que se arrodille, ella obedece sin dudar. Ya sabe lo que quiero. Me saco la polla y se la meto en su hermosa boca sin piedad. Le digo que chupe fuerte mientras aprieto su cabeza contra mi polla hasta que se traga del todo mis 30 centímetros de polla y mis huevos golpean su barbilla. Saco mi polla y le dejo respirar. Le ordeno que se desnude y mientras lo hace me acerco a Cristina. Le bajo el escote, dejando sus pechos al aire, los agarro, los aprieto, los estrujo, los uso como si amasara pan, durante un buen rato, hasta que sus senos se enrojecen. Ella gime durante todo el rato. La beso en la boca efusivamente, salivando y comiéndome su lengua. Me separo y le pido que se desnude.

Con las tres desnudas, les digo que se arrodillen y voy metiendo mi polla hasta el fondo de sus gargantas por turnos, durante todo el tiempo que quiera. Ellas aguantan la respiración todo el tiempo (en una fantasía todo es posible). Voy cambiando de boca en boca, y empujando sus cabezas contra mí, para que se coman toda mi polla hasta el final. A veces deslizo mis manos hasta sus tetas al aire, que agarro y estrujo a mi antojo. Así paso de una a otra, hasta que decido que la que mejor chupa es Anna. Me centro en ella y le hago un face fuck bestial, entrando y sacando mi polla una y otra vez en su boca, en su garganta, hasta el fondo, durante varios minutos. Ella lo aguanta todo, sin arcadas, sin descanso... hasta que me corro en su garganta, en su boca, en su cara, en sus tetas, al menos medio litro de semen. Entonces ordeno a Pilar y Cristina que limpien a Anna con sus bocas, que le laman y traguen toda la leche que cubre a Anna, hasta dejarla limpia.

(¿alguien se anima a ser el protagonista y seguir la historia?)
El obseso del facefuking fellate drool
La fecha de mi registro en el foro es 05/05/15... pero no admito rimas mad

Última edición por DonFF; 04/03/2021 a las 01:06. Movido por Lextor; 05/03/2021 at 18:40 desde Describe tu fantasía con Anna Simon, Pilar Rubio y Cristina Pedroche.
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Dark Secret (05/03/2021), jose maria (04/03/2021), Lara È (05/03/2021)
Antiguo 05/03/2021, 06:15   #240
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bump


Estoy con las tres en una amplia habitación, bien iluminada. Están ante mí juntas, de pie y vestidas como en la imagen. Las tres están deseosas de cumplir todos mis deseos, sin límites y esperan mis ordenes.

Les ordeno que se queden quietas, sin moverse. Me acerco a Anna y empiezo acariciándole la cara, pero mis manos pronto bajan hasta sus tetas y empiezo a sobarlas. Meto mi mano derecha bajo su escote, agarrándole su pecho y probando su firmeza y suavidad. De mientras, nos damos un beso profundo, con lengua hasta el fondo y explorando su boca. Me retiro y le ordeno que se desnude. Mientras lo hace, me acerco a Pilar. Le acaricio el pelo, la cara, los labios y le digo que se arrodille, ella obedece sin dudar. Ya sabe lo que quiero. Me saco la polla y se la meto en su hermosa boca sin piedad. Le digo que chupe fuerte mientras aprieto su cabeza contra mi polla hasta que se traga del todo mis 30 centímetros de polla y mis huevos golpean su barbilla. Saco mi polla y le dejo respirar. Le ordeno que se desnude y mientras lo hace me acerco a Cristina. Le bajo el escote, dejando sus pechos al aire, los agarro, los aprieto, los estrujo, los uso como si amasara pan, durante un buen rato, hasta que sus senos se enrojecen. Ella gime durante todo el rato. La beso en la boca efusivamente, salivando y comiéndome su lengua. Me separo y le pido que se desnude.

Con las tres desnudas, les digo que se arrodillen y voy metiendo mi polla hasta el fondo de sus gargantas por turnos, durante todo el tiempo que quiera. Ellas aguantan la respiración todo el tiempo (en una fantasía todo es posible). Voy cambiando de boca en boca, y empujando sus cabezas contra mí, para que se coman toda mi polla hasta el final. A veces deslizo mis manos hasta sus tetas al aire, que agarro y estrujo a mi antojo. Así paso de una a otra, hasta que decido que la que mejor chupa es Anna. Me centro en ella y le hago un face fuck bestial, entrando y sacando mi polla una y otra vez en su boca, en su garganta, hasta el fondo, durante varios minutos. Ella lo aguanta todo, sin arcadas, sin descanso... hasta que me corro en su garganta, en su boca, en su cara, en sus tetas, al menos medio litro de semen. Entonces ordeno a Pilar y Cristina que limpien a Anna con sus bocas, que le laman y traguen toda la leche que cubre a Anna, hasta dejarla limpia.

(¿alguien se anima a ser el protagonista y seguir la historia?)
Lo de los 30cm es parte de la fantasía?

Uisss, creo que serían más una fantasía para las 3, bueno y yo 4 yo me meto en la fantasía con tu permiso girlhahaw

Que tengas un buen despertar girlwink


Última edición por Lara È; 05/03/2021 a las 20:16. Movido por Lextor; 05/03/2021 at 18:40 desde Describe tu fantasía con Anna Simon, Pilar Rubio y Cristina Pedroche.
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Dark Secret (05/03/2021)
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Historia de mis Ocho Pecados

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