Ahora voy a por una cosa más bien extraña que nos pasa. Casi casi al terminar la hora me pregunta sobre mis tatuajes, desde cuándo los llevo, dónde me los he hecho, etc… Y le respondo que me dedico a ello, que soy tatuador, cosa que le hace gracia. Claro está, le pregunto por el suyo, respondiéndome que no se lo ha podido terminar y que espera poder hacerlo algún día. Es entonces cuando la bombilla se me enciende y le digo que si quiere, le hace gracia y tiene tiempo, no tengo inconveniente en terminárselo ahora mismo. Pone cara de pensárselo y sonríe mostrándose de acuerdo.
Mientras estoy haciendo el diseño y el transfer, ella me pregunta si me ha pasado algo parecido alguna vez. Le digo que no, desde luego, aunque si a veces he pensado en ir pinchando y follando, más que nada porque a veces me he encontrado con según qué tatuajes en según qué sitios de la anatomía femenina que mentiría si le dijera que no lo he pensado. Sonríe de nuevo y me dice que no le importaría nada el poder hacer esta “fantasía”… Y bueno… Veo claro que esta chica en un regalo del cielo… Tengo muy claro que “le robo” su tiempo, y ella es consciente de que se gasta y usa un material con un coste para el tatuaje, así que llegamos a un acuerdo que encontramos justo para ambos. Los detalles no os lo voy a comentar, lo siento, pero tengo mis razones: sé que a veces hay algún “listillo que ofrece” sus servicios a cambio de un polvo. Ahí cada uno con sus cosas pero encuentro que no vale. Lo de “una hora gratis” a cambio de unas fotos, servicio de taxi, arreglar unas cañerías o demás es tener muuuucho morro y muy poca consideración a la chica por parte de quién lo ofrece. O al menos, eso creo yo.
Y a ello que nos ponemos. Y así, durante un rato, el que dura el ampliar y terminar su tatuaje, vamos alternando el pinchar con el follar. Unas líneas por aquí, una mamada por allá; ahora un relleno, ahora una follada…
Finalmente, una vez ya tatuada, nos duchamos.