ELeGant

Pescondido

Giocondo

Casanova

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Pescondido

Exposición de Manuel Álvarez Bravo au Jeu de Paume en París, máximo exponente de la fotografía mexicana del siglo XX con Casasola, el fotógrafo de la Revolución mexicana.

Sursum Corda

¡Cuánta razón llevas!

Giocondo

El sol inunda mi cara, siento el calor en mi azotea que se muestra desnuda agradeciendo así el tierno abrazo del astro rey. Observo las caras de la gente pasear mientras me pregunto cuantos viven sin querer. Sentado en una silla de frío metal doy un trago a mi birra que me permite divisar el vuelo en círculo de las grotescas gaviotas bajo el azul inmenso del cielo. Me zampo una oliva y una pareja de ancianos se acerca con la intención de dejarse caer en la mesa de al lado. Él muestra el cansancio en su rostro apoyándose en ella que le sostiene del brazo. Le pesa el tiempo que se manifiesta impune en todo su ser. Me enternece esa complicidad que muestran, la manera que tiene él de colgarse tan confiada...y la dulce seguridad de ella mientras le sostiene. Sin duda es esa complicidad que solo dan los muchos años de compañía...continuada e inalterable...natural y entrañable. Él no puede casi hablar y acerca sus temblorosos labios a la oreja de ella y le susurra algo...ella asiente con la cabeza mientras acaricia una de sus manos y le tapa la otra con la manta. Parece mentira que a pesar del tiempo...del cansancio...de la enfermedad existan aún seres humanos capaces de entrelazar sus vidas tantos años. Sus caras como girasoles buscan el calor susurrándose cosas al oído, intercalando débiles sonrisas y mostrándome de manera mas evidente ese bello círculo de luz y amor que han dibujado en sus vidas. Ante este bello espectáculo nada tienen que hacer los que viven sin querer.

K.S.

Pescondido

Pescondido

a tí con quien he quemado
estas tardes de otoño
en este hotel gris,
que hiciste azules
como el mar más profundo

Hotel El Cid (tarde gris con lluvia)

Aquella tarde
tan corta de mi historia
nunca supe que era la última contigo
Recuerdo la comida y el whisky que bebimos
(ese día me parecías más bella)
Luego en el cuarto
la penumbra que inventaste con tus ojos
El deseo que chocaba en las paredes
(un poco de amor resbalaba entre tus piernas)
La lluvia de afuera tenía algo de tus brazos
El atardecer nos sorprendió tomados de la mano
Te di muchos besos
Te leí pocos poemas
(quién se acuerda de los poemas cuando ama)
Nos bañamos
Supimos e la grata caricia de los jabones
en nuestros cuerpos
Al anochecer te llevé a tu casa
Cuando di la vuelta a la esquina
algo de mi vida estaba perdido.


arturo trejo villafuerte

Casanova

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Casanova

Pescondido

Gotán


Esa mujer se parecía a la palabra nunca,
desde la nuca le subía un encanto particular,
una especie de olvido donde guardar los ojos,
esa mujer se me instalaba en el costado izquierdo.
Atención atención yo gritaba atención
pero ella invadía como el amor, como la noche,
las últimas señales que hice para el otoño
se acostaron tranquilas bajo el oleaje de sus manos.
Dentro de mí estallaron ruidos secos,
caían a pedazos la furia, la tristeza,
la señora llovía dulcemente
sobre mis huesos parados en la soledad.
Cuando se fue yo tiritaba como un condenado,
con un cuchillo brusco me maté
voy a pasar toda la muerte tendido con su nombre,
él moverá mi boca por la última vez.


juan gelman

Casanova

Pescondido

"Creo en el encuentro en lo que tiene de más improbable. A diferencia de lo que escribía Proust, uno se enamora de alguien cuando sabe que no es su tipo. El encuentro nunca es tan fuerte que cuando se desata del mundo social, con esta fuerza animal de la absoluta extrañeza, irremediable, por el otro. Que nos ofrece la suerte, de la suerte, del deseo, de la catástrofe. La posibilidad de perder al final. No hay que dejarla pasar. La mujer de mi vida, será la que yo no debería de haber encontrado nunca. Que nada en ella ni en mí habría llamado a ser el centro y el significado de algunos años de vida. Y que seguirá siendo mi vida aún cuando la vida nos haya separado."

michel schneider - escritor y sicoanalista

Casanova

Giocondo

Si, después que yo muera....se quisiera escribir mi biografía, nada sería más simple.
Exactamente, poseo dos fechas la de mi nacimiento y la de mi muerte.
Entre una y la otra todos los días me pertenecen.

Soy fácil de describir.
He vivido como un loco.
He amado a las cosas sin ningún sentimentalismo.
Nunca tuve un deseo que no pudiera colmar, pues nunca anduve ciego.
Incluso escuchar para mí fue nada más que un complemento del ver.
Comprendí que las cosas son reales y totalmente diferentes unas de otras:
Lo comprendí con los ojos, jamás con el pensamiento.
Comprenderlo con el pensamiento hubiera sido encontrarlas todas iguales.

Un día me sentí dormido como un niño.
Cerré los ojos y dormí.
Y, a propósito, yo era el único poeta de la naturaleza.


Fernando Pessoa.

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Giocondo