La señorita Soledad es una dama inmaculada, de porte elegante y distinguido, de trato frío como un carámbano, siempre prudente, siempre paciente, siempre expectante. Puede parecernos atractiva por la imagen liberal que nos ofrece. Puede seducirnos lentamente. Pero acaba actuando instantáneamente, como un rayo que nos atraviesa sin darnos tiempo a oír el trueno.

La señorita Soledad lleva la contabilidad de nuestras vidas. Conoce el balance de nuestro "amor vital". Si percibe que nuestro amor entregado es escaso, nos anota en su lista, sabedora que tenemos muchas probabilidades de entrar en su propiedad.

La señorita Soledad se ceba en los desvalidos, los enfermos, los caídos en desgracia, en todos aquéllos que son percibidos como un estorbo para los demás. Solamente aquéllos con un largo superávit de "amor vital" podrán liberarse de su gélido abrazo.

La señorita Soledad se deja seducir por los seguros de sí mismos, los que se creen con grandes energías, los que presumen de no querer compromisos. Estos individuos se sentirán omnipotentes y exhibirán su vigor ante la señorita Soledad. Ella se dejará acaramelar, conocedora de que, un día u otro, ellos perderán esta falsa sensación de supremacía y habrán dejado en alto déficit su balance de "amor vital".

La señorita Soledad confunde a quienes creen que ella y la señora Libertad son idénticas. La señora Libertad siempre nos permite escoger entre varias opciones, y nos enfrenta al vacío de nuestra propia decisión. La señorita Soledad nos lo pone más cómodo. Nos empuja a la renuncia de cualquier decisión. Nos evita al sacrificio por los demás. Nos impide gozar de la compañía. Nos impele a pensar solamente en nosotros mismos.

La señorita Soledad tiene muchos disfraces para pasar desapercibida. En ocasiones, nos rodea de gente para darnos la falsa apariencia de verdadera compañía. Otras veces nos pone a prueba alejándonos de nuestra cotidianidad. Escruta nuestra reacción y valora lo cercanos que estamos de sus lindes.

La señorita Soledad entra de lleno en nuestras vidas arrasándonos. Nos convierte en animales irracionales, puesto que la razón solamente es válida en nuestra relación con los demás. Nos hace pordioseros de nuestra memoria, parias de nuestro presente y sin esperanzas en nuestro futuro. Solamente el fortuito rescate de otra persona nos podrá liberar de tal cruel prisión.

La señorita Soledad nos escamotea todas las referencias. Nos ciega ante los modelos a seguir. Nos esconde los demonios a los que evitar. Solamente nos presenta nuestra sórdida y sombría imagen ante el espejo de nuestra existencia. Nos anula, nos mata ante la sociedad, nos convierte en nadie.

La señorita Soledad nos enferma. Nos lleva a graves depresiones. Nos arrastra a las peores adicciones. Nos hace perder el control de nuestras vidas. Y es la sempiterna compañera de suicidios.

La señorita Soledad tiene una prima: la señorita Alzheimer. Alzie es tosca, carente de atractivo, y de una crueldad manifiesta. Alzie anula a sus víctimas y las muestra a los demás como títeres descabezados. Quien cae en su poder se sumerge en la más profunda soledad. Los anega en las más oscuras tinieblas, solamente atravesadas por terroríficos destellos y dantescos fuegos.

La señorita Soledad nunca será señora, pues nadie la quiere desposar. A lo lejos puede resultar sugerente. A su lado, se percibe la realidad: es vomitiva.