En el bosque de Dolen no soplaba ni la mas ligera brisa. los arboles permanecian quietos en la ladera que circundaba el monte Tsolom. Solo en sus entrañas los pequeños animales se arrastraban, se movian y creaban algun pequeño ruido de las hojas caidas al crujir bajo sus pequeñas patas.

Ratones de campo cazaban pequeñas hormigas. algun que otro zorro acechaba en las sombras a estas alimañas, lanzandose para llevarse algun pequeño bocado a la boca.
No muy lejos de alli, un oso recorria el bosque hacia el rio, donde si habia algún pequeño viento que hacia que los frondosos sauces se mecieran sobre las aguas.
Tsolom era un lugar lleno de vida conforme bajaba la montaña. El unico resquicio de vida en el monte era la gran mansion que coronaba el monte.

Dicha mansion pertenecia al conde de Gylom, la region del pais de Psaldo famosa por sus fabulosos curtidores de pieles de los que Tsolom era el ligar donde se nutrian de sus mercancias.
El conde de Gylom se enriquecia tanto de las cacerias que permitia en sus tierras como de los excesivos impuestos que se cobraban el la venta de dichas pieles.
Antaño la ciudad de Tyam era rica en todo su esplendor, pero desde la guerra, hacia ya diez años, no habia riqueza comparable a la del conde.

Dzio se encontraba en la copa de un arbol, inmovil. Su ropa le hacia confundirse con la vegetacion, escondiendolo en las sombras de la noche, tan solo descubierto en aquella copa, por el brillo de las dos lunas en el cielo, tanto la de color verde como la de color azul celeste.

Vestia un ceñido pantalon de tela negra y una camisa del mismo color, cubierta por una chaqueta verde oscura en cuyo interior escondia una cantidad indeterminada de pequeños bolsillos donde esconder pequeños y curiosos objetos para una persona tan peculiar como el.

Su cuerpo, enjuto y fibrado, delgado pero fuerte, hacia que su peso no fuera lo suficiente como para que la rama a la que se encontraba subido se partiera pese a ser de las mas delgadas de la copa. En cuclillas sobre ella observaba la cima del monte donde sabia que se encontraba la mansion del conde, oculta por la vegetacion.
Sus ojos eran de un profundo color negro, su rostro no era destacable si no seria por una cicatriz que le llegaba desde la mitad de la cara hasta el borde de la oreja izquierda... si es que la tuviera. Su pequeña nariz se abria al respirar el aire frio de la noche montañesa expulsando pequeñas nubes de vapor, y unos labios finos se cerraban en una pequeña sonrisa.

Adoraba las noches en las que Faol, la luna verde, brillaba mas que Rloa, la celeste. Esas noches sus incursiones eran mas exitosas. No tenia fe en la suerte ni en las supersticiones, pero si creia en las casualidades. Que la noche fuera de este tipo le infundia un coraje extra para emprender su encargo.

Dzio extendio su brazo. Una de las ramas del siguiente arbol al que se encontraba se doblo hasta alcanzar su mano, sin ni siquiera moverla. Se aferro a ella con fuerza y salto al siguiente arbol.
Dzio estaba decidido a seguir adelante. Era hora de realizar el trabajo.

El bosque rodeaba los altos muros de la mansion, escondiendola de ojos extraños. Habia guardias vigilando por el exterior del muro, y varios en las entradas. Nadie preveia que alguien podria subirse en las finas ramas de los arboles circundantes.

En el interior, los jardines estaban despejados. Solo sobresalia de un cuidado cesped algunas formaciones ornamentales; pequeños arbustos que decorados con vistosas flores decoraban el lugar y le proporcionaban un pequeño toque de color. Desde flores de tono oscuro, casi negro, hasta grandes capullos cerrados que se abrian al salir el sol.
Aquella flor era mas propìa de los ambientes mas templados, Dzio le extraño que el conde tuviese un gusto tan fino. Sin duda solo por lo exclusivo de dicha flor. No creia que esa flor diese lo mejor de ella en ese ambiente, pero estaba claro que el conde queria presumir de pertenecer a la clase alta al tener en su casa una flor tan dificil de criar y que era muy cara de mantener.

Siempre habia odiado a la clase alta, por norma, por ser tan pedantes en ciertos comportamientos como ese, en vez de aprovechar su riqueza para que su pueblo viviese con mayor comodidad. Cierto que no todos eran unos creidos, pero sin duda habia un porcentaje de gente como el conde, que desperdiciaban dinero y recursos en actividades tan frivolas.
En parte era normal. El conde Colgobs habia heredado su titulo hacia pocos años de su padre, expulsando al resto de sus hermanos de la casa familiar. Era de ese tipo de personas que no valoraba como otros el esfuerzo del trabajo duro, tan solo creia que lo que tenia era suyo por derecho.

Aunque si conocias la historia de la familia, no era de extrañar.
Colgobs habia tenido que criarse antes de la guerra. Tenia cuarenta años aproximadamente, y apenas habia pasado una decada desde el final de la guerra.
Gylom fue de las ultimas regiones conquistadas por el nuevo rey. Asi que Colgobs habia tenido que vivir en Tyam, la antigua capital, pues su padre fue nombrado conde despues de la guerra gracias a sus servicios.

Dzio decidio centrarse. No queria estar toda la noche buscando una entrada segura, asi que recorrio el borde de la muralla a traves de la foresta que quedaba por encima de esta. Alcanzo a ver los establos, pero no habia una entrada clara a la casa desde alli, solo lo valoro como un posible escondite en caso de una huida precipitada. Al final vio una posible entrada: una pequeña ventana que parecia pertenecer a la cocina del servicio del conde.
El resto de ventanas desde el segundo al cuarto piso estaban cubiertas de rejas de acero, conviertiendo a la mansion en una fortaleza.

El piso llano no tenia ventanas. Ninguna salvo esa pequeña ventana.

Dzio se deslizo desde la rama hasta el borde de la muralla, no sin antes sacar un cordel fino blanco de uno de los bolsillos de su chaqueta. Este parecia fragil, pero Dzio confiaba en el cordel como un fiel amigo. Le habia acompañado en muchas incursiones.
Lo ato a un extremo de la rama y empezo a deslizarse hacia abajo por la parte interior de la muralla, sin miedo pues esa parte quedaba protegida de las entradas donde los guardias estaban apostados. Sin duda la ventana era el lugar donde los guardias cogian la comida para sus guardias, asi que deberia ser rapido, pues hacia un rato que estos habian cambiado de turno y no quedaria mucho tiempo para que estos fueran alli en busca de su desayuno antes de irse a dormir.

La guardia dormia en los sotanos de la mansion. Dzio habia descubierto aquello hacia unas semanas. Habia planeado a conciencia su incursion como hacia normalmente y aprovecho un viaje del conde a la capital de Gylom para confraternizar con sus guardias en una taberna cercana a la posada donde este dormia.

Disfrazado para ocultar su verdadera identidad, se hizo pasar por un campesino que buscaba vender su mercancia en el mercado. Durante el dia tuvo al conde delante de su puesto, paseando a traves del mercado acompañado de un par de guardias con su blason en el pecho. A la noche siguio a los dos guardias que habian acompañado al conde a traves de la ciudad, y vio como se dirigian a una posada famosa por sus juergas hasta altas horas de la madrugada, cerca del puerto

Se presento en la posada con un bolsa tintineante de monedas, fingiendo estar borracho, y retando a los dados a todo el que se le pusiera delante, destacando como una llama viva. En cuanto diviso a sus objetivos, se dejo caer en su mesa, tirandoles sus bebidas. Estos se enfadaron hasta que se ofrecio a pagarles tanto las que se estaban tomando como las que se tomaran mientras jugaban, y no dejaron de aprovechar la oportunidad de desplumar a un pobre diablo ebrio, aprovechandose de el y la bebida que este tan gustosamente pagaba.

Durante la noche, estos empezaron a hablar de sus tediosas rutinas en la mansion, discutiendo entre los dos y corrigiendose el uno al otro. Dzio, prestaba toda su atencion a la conversacion sin dejar de jugar, fingiendo beber, y perdiendo lo menos posible.

Cuando acabaron, Dzio era mas pobre en dinero, pero rico en informacion, que le aseguraba una entrada y salida limpias y sin muertes de la mansion. Su verdadero objetivo.

Asi sabia que a esa hora estarian cubriendo las puertas de la muralla un total de seis guardias en las tres entradas que esta tenia, que dentro de la mansion habia dos guardias por piso en los cuatro pisos que formaban la casa y que patrullaban juntos, y que el resto de la guardia dormia en el sotano de la mansion, ocultando un barracon subterraneo oculto que se usaba de dormitorio, carcel y comedor para cuando estos estaban fuera de servicio.

Lo mas importante, el objetivo de su mision, se lo habia dicho su cliente. Este sabia que el conde ocultaba algo muy valioso en el lado sur del tercer piso. Ahi tenia que llegar sin ser visto, recorriendo la mansion lo mas rapidamente posible, y no importaba que no supiese lo que era, pues reconoceria al instante lo que queria su cliente.

Mas que frustrarle, estaba intrigado. No sabia que pudiese tener el conde en su casa que pudiese ser tan notorio su valor, mas alla de joyas o dinero. Su cliente le habia asegurado que no era nada de eso. Y eso le hizo decidirse a saciar su curiosidad y aceptar el encargo.

Llego al suelo, pisando el cesped del jardin del conde. El cordel habia resistido sin problemas el esfuerzo, y aun seguia atado a la rama. Dio un pequeño tiron, y este cayo al suelo, sin hacer ningun ruido. Lo recogio y lo guardo de nuevo en el bolsillo de su chaqueta.

De un movimiento rapido, se encontro frente a la pequeña ventana, y no espero ni un minuto para entrar a traves de ella. El tamaño era muy justo, apenas un poco mas ancha que sus hombros.

Su informacion era real. Ahi habia una pequeña cocina donde se preparaba la comida de la guardia. A esas horas, no habia nadie aun, pues todavia pasaria una hora mas hasta que empezaran a preparar la comida de la guardia que en ese momento se encontraban patrullando y guardando las puertas de la muralla.

Sonriendo, se dirigio hacia la puerta. Antes de abrirla, saco un pequeño espejo de otro de sus bolsillos y lo deslizo por debajo de esta. Agachandose para mirar, vio como el espejo se levantaba solo del suelo, mostrandole lo que habia a la derecha de la puerta. Salvo por un pequeño candelabro en la pared de piedra, no se veia nada mas. El pasillo era amplio, y tanto el suelo como las paredes eran de piedra pulida, sin decoracion por ninguna parte. Estaba claro que ese piso se reservaba al uso del servicio, y tanto el conde como su familia vivian en los pisos superiores. Los dormitorios del servicio estaban en la parte este de la casa, asi que si seguia el pasillo por la izquierda llegaria antes a la parte por la que llegaria al piso superior.
El espejo giro sobre si mismo y le mostro el lado izquierdo, tambien despejado.

Dzio se levanto, abrio la puerta despacio, y salio al pasillo. El espejo se quedo flotando delante de el, mostrandole lo que tenia a su espalda. Asi no le pillarian desprevenido.

Se dirigio por la parte izquierda del pasillo. La cocina quedaba en el lado sur de la mansion. Eso significaba que tendria que subir dso pisos y llegar al mismo punto donde se encontraba aproximadamente. Llego a una esquina, y dejo que el espejo se le adelantara. Este tambien se encontraba despejado, y antes de ver su fondo, vio que este se abria hacia la derecha para revelar una escalera. Esta si era mucho mas elegante, hecha de madera oscura, y con pequeñas filigranas talladas en su barandillas.

Dzio subio por la ostentosa escalera revolviendole las tripas. Estaba deseando desfigurar una pequeña figura de oso que decoraba el final de la escalera en su parte mas alta. Contuvo su negatividad y siguio concentrado en subir sin hacer ruido.

Antes de llegar al segundo piso, se paro y dejo que el espejo se le adelantara. giro sobre si mismo, mostrando que nadie estaba cerca del final de la escalera.

Aquel piso estaba iluminado sin antorchas gracias a la luz de las lunas que entraba por las ventanas enrejadas. Ya solo el hecho de los suelos cubiertos por alfombras daban a entender que en ese piso ya no vivia el servicio. De la desnudez del primer piso habia pasado a un pasillo decorado con tapices de dudoso gusto relacionados con la caceria.

Entre los tapices se abrian pequeños huecos donde se encontraban puertas a diferentes estancias de la casa. Dzio tenia mucha curiosidad y estaba deseando entrar para ver si podia sacar algo de provecho de aquel viaje, pero focalizo su objetivo.

Empezo a avanzar por la casa, siguiendo esta vez a su derecha, esperando encontrar una nueva escalera para ir al tercer piso. Siguio hasta doblar de nuevo una esquina y volver al lado sur de la mansion...

Unas voces se empezaron a escuchar antes de que consiguiera llegar a la esquina que doblaba a su izquierda. Voces de hombre. Podian ser guardias, invitados del conde o el mismisimo conde y alguine de su familia.

Miro hacia atras y valoro sus opciones. Podia entrar en alguna habitacion sin saber que se encontraria despues o enfrentarse a los guardias. Nadie podia saber que estaba alli, y no podria noquear a los dos guardias a la vez, uno de los dos daria la alarma...

No podia esperar. Tomo el pomo de la primera puerta que tenia mas cercana y entro sin esperar a ver quien giraba la esquina.

- ¿Quien eres tu?.- pregunto alguien desde la oscuridad de la habitacion.

Dzio no se lo penso. Se abalanzo sobre la persona que habia hablado y la inmovolizo con su cuerpo mientras sujetaba sus manos detras de la espalda con una mano y le tapaba la boca con la otra. Seria quien seria era mas menudo que el, y le fue facil reducirlo.

- Solo te dire dos cosas.- le susurro al oido.- uno, no he venido a hacerte daño, y dos, si te quedas callado, te soltare sin problemas. ¿Estas de acuerdo?

La persona reducida asintio con la cabeza. Dzio fue reduciendo su presion sobre las manos del sujeto y vio como se movia ligeramente sin violencia. Le quito la mano de la boca mientras se incorporaba dejandolo libre.

Al levantarse vio que no era un hombre sino una mujer. Una niña, mas bien. Apenas habia desarrollado las formas de mujer aunque daba la apariencia de ser ya practicamente adulta.
Tenia el cabello rubio, casi niveo, que le caia sobre los hombros en bucles rizados. Su rostro era de facciones suaves, con unos ojos azules que destacaban mas por su gran tamaño mas que por su color. Iba vestida con un camison que le caia por debajo de las rodillas, pero que dejaba intuir la silueta esbelta de su cuerpo.

La niña se levanto del suelo. Dzio presto atencion ahora a la habitacion. No era un lugar lujoso pero no faltaba de nada. La cama se encontraba pegada a la ventana, y habia una comoda llena de libros a su lado. el resto de la habitacion estaba vavia pero estaba hecha de maderas nobles. Un armario en la pared estaba abierto, lleno de ropas finas.

No entendia nada. Esa persona no era del servicio, pero no la trataban como al resto de la casa, llena de pertenencias lujosas.

- ¿Quien eres?.- pregunto Dzio.

La chica le miro levantando las cejas

- ¿No crees que esa pregunta deberia hacerla yo?.- Dzio la miro frunciendo el ceño. Pero contesto.

- No me contestes asi, niña. No sabes si soy un ladron o un asesino.- La niña se sento en la cama mientras hablaba

- No eres un asesino. Si lo serias me habrias matado ya para no dejarme hablar ni llamar a la guardia. Si irias detras de mi padre, ni te habrias molestado en entrar aqui.
Era hija de Colgobs. Hija de un conde. Pero aun asi...

- Soy Dzio.- Hizo un saludo burlon hacia la niña, doblando la rodilla y moviendo ligeramente las manos hacia los lados de su cuerpo.- ladron por vocacion, y curioso por naturaleza.

- Encantada, Dzio. Me llamo Ealen y soy la quinta hija del conde de Gylom.

Eso es. No era importante una quinta hija si tus cuatro hijos gozaban de salud. Pero normalmente las hijas se casaban con otros miembros de la realeza para formar alianzas economicas o territoriales. Colgobs era ambicioso y sin duda no desaprovecharia la oportunidad de forjar alguna nueva alianza con otro noble que le beneficiase de alguna forma. Era triste para la niña, porque seria un matrimonio sin amor, solo por conveniencia. Pero en la nobleza rara vez los sentimientos se tenian en cuenta.

- Gylom...- Susurro Dzio.- Tu...

- ¿Señorita, esta bien?.- una voz pregunto por detras de la puerta. Dzio pego un bote de sorpresa y se situo detras de las bisagras de esta por si se abria, cosa que sucedio. Un hombre ataviado con armadura de acero y cuero entro y se quedo en el umbral de la puerta - ¿esta despierta a estas horas?

- Lo siento, Alom. Me desperte y me sente a cantar en susurros para calmarme. Pense que no se me escuchaba.

- Señorita, no son horas de cantar. Por favor vuelva a dormir.- El guardia se dio la vuelta y cerro la puerta detras de el.

Dzio solto el aire que habia retenido. En ese momento, el espejo que le seguia desde que lo dejo en la cocina brillo con uno de los rayos de luna que entraban desde la ventana. Ealen lo vio y se quedo con la boca abierta.
Fue a taparle la boca, pero Ealen la cerro de golpe antes de que llegara a ella, dando a entendfer que no iba a gritar.

- ¿Que eres?.- pregunto ella, señalando el espejo. No esperando a su respuesta, dijo.- Eres un quinetico.

-No. Los quineticos mueven los objetos.- Dzio se movio de la puerta y tomo un libro de la comoda, lo ojeo y arranco una hoja en blanco. Dejo de nuevo el libro y con la otra mano sostuvo la hoja con solo el indice y el pulgar, hasta que esta se quedo flotando en el aire sin ni siquiera sostenerla.
De repente, la hoja empezo a deshacerse por una de las esquinas. Era como si se estuviese quemando, pero no habia llama que la consumiera. En poco tiempo la hoja habia desaparecido sin dejar ningun rastro.- Esto no lo haria un quinetico. Los quineticos solo mueven objetos. Yo soy algo mas peligroso, pero no me temas, porque no hare daño a nadie de esta casa. Solo he venido a llevarme algo, y uso mi habilidad para mis propios fines.

Dzio se sento en el suelo de la estancia enfrente de la cama y de Ealen.

- ¿Que sabes de la historia de tu familia?.- pregunto el.

- ¿A que te refieres?.- Elaen arqueo una ceja despues de la pregunta olvidando por completo que una hoja de papel se habia volatilizado delante suya.- Mi familia no ha sido siempre noble, si es eso a lo que te refieres.
- Exacto.- Asintio Dzio.- Tu serias una niña cuando paso todo aquello. La guerra.

- Tenia cinco años.- confirmo Ealen.- Yo apenas conoci Tyam. Recuerdo una puerta roja, que era la puerta de mi antigua casa. Alli mi madre me enseño a leer y me inculco el amor por los libros. Desde que vinimos aqui mi madre me ha hecho llegar todo tipo de libros para que me educase, ya que mi padre no queria que nadie de nuestra familia abandonase la mansion si no era casado.

"Mi madre era la unica hija de una de los mayores comerciantes de Tyam. Mi abuelo paterno le prometio a mi familia materna una gran alianza comercial, pese a que el no tenia mas que un pequeño puesto de carne de oso de las cacerias que el y mi padre hacian para conseguir pieles para los curtidores de la ciudad"

- Pero tu abuelo paterno, el anterior conde... Abkio, ¿verdad?.- ella asintio.- El consiguio que tu padre y tu madre se casaran.

- Mi madre jamas se sintio mas desgraciada.- los ojos de Ealen se humedecieron.- ella no queria tener esa vida, pero su padre no queria oirla hablar de ello.- Cogio una jarra de agua y un vaso de madera que habia debajo de la cama, tomado un trago

"Mi madre adoraba a su padre. No queria que se sintiese culpable por haberla casado con una familia de mentirosos asi que se resigno a vivir la vida que le habia tocado. Pero pasaron los años, mi padre tuvo hijos y mi abuelo paterno murio. Mi padre empezo a llevar el negocio de mi abuelo de manera nefasta y en pocos años paso de ser un negocio prospero a ser uno de los mas modestos. Apenas teniamos para comer y eramos ocho: Mis padres, mis hermanos..."

- Y tu abuelo. Abkio.

- Si. Llego la guerra y la ciudad parecia adormecida. Solo dos meses antes de que llegasen a las puertas de la ciudad el ejercito del que ahora es nuestro rey.- Ealen puso un gesto de asco que Dzio no paso por alto.- contrataron a una compañia de mercenarios.

- La Hermandad de Adoplo

-Si

Ealen no se extraño que conociese a la hermandad. Eran famosos por no haber caido nunca en ninguna batalla mas alla de diez hombres por batalla. Se decia que eran invencibles en el momento que caia el decimo hombre y que nadie ni nada podia tocarlos.

- Pero la Hermandad cayo. Y a pesar de eso, Tyam no abrio las puertas.

Ealen miro al suelo avergonzada y enfadada. Dzio sabia la historia que estaba contando, pero parecia que disfrutaba al verla contandola.

- No.- dijo.- Mi abuelo fue el que abrio la puerta.

Dzio puso una mano en el hombre de Ealen

- Fue tu abuelo. No fuiste tu. Tu tienes el espiritu rebelde de tu madre, y no el cobarde de tu abuelo.- le quito la mano y tomo la jarra para beber agua derramandola directamente hacia sus labios desde arriba. Cuando termino, dijo.- ¿sabes cuantos hombres eran en el bando del ejercito de rey?
Nego con la cabeza.

- Cincuenta. La Hermandad de Adoplo la formaban mas de setecientos hombres. ¿Sabes porque cayeron siendo tan superiores en numero?
Ealen asintio esta vez.

- Eran piromantes. Creaban fuego de la nada. Eso si que lo recuerdo aunque era una niña. Aun huelo el aire caliente de la carne quemada. Era como si hubiesen hecho una fiesta y hubiesen asado miles de kilos de carne. Lo averigüe hace unos años, hasta entonces no entendia que significaba ese olor. Y ahora que lo se es horrible.

Dzio se sento al lado de Ealen en la cama. Ella no le rechazo, y vio como se echaba sobre su hombro mientras escuchaba los pequeños sollozos que hacian estremecer el cuerpo de la niña.
El la cubrio con un brazo.
En ese momento, recordo porque se encontraba alli, pero no le dio importancia.
En ese momento, esa niña lo protegeria como habia hecho hacia un momento, a un completo desconocido que habia irrumpido en su habitacion y la habia inmovilizado.
En se momento comprendio que esa niña necesitaba salir de alli tanto como el. En cuanto obtuviera lo que habia ido a buscar.

- Tu abuelo consiguio su titulo traicionando a su pueblo.- dijo el.- pero tu puedes conseguir que eso no vuelva a ocurrir

Ella lo miro aun con ojos sollozantes.

- No veo como crees que lo hare. He vivido en esta casa leyendo libros durante practicamente toda mi vida. Mi padre me ha cambiado de habitacion la semana pasada para que recuerde que soy la hija mas inutil de todas las que tiene...

- Espera...- Dzio la corto.- ¿esta no es tu habitacion?

-No, solia estar un piso mas arriba, pero mi padre ha decidido cambiarme porque...- no pudo seguir.

- ¿En el lado sur?

-... Si, ¿como sabes eso?

- Porque eres lo que he venido a robar. Te vienes conmigo.