El hombre que estaba en la uvi del hospital Brogi en sant joan despi,ya murio por el maldito virus,era todavia joven pero no sabemos nunca cuando nos llevaran al más alla.
Estaba sufriendo creo que ya no habia remedio,me parece que era diabetico,fumador pero que quereís que os diga lo importante es disfrutar de la vida.Vivio una importante historia de amor con mi amiga que tiene unas buenas tetas fueron felices y comieron perdices,aunque logicamente les supo a poco.Es muy triste no poderse despedir por el puto virus,por lo que se ya hacia días que no podia hablar.
Lo siento mucho por mi amiga que ha quedado destrozadita y necesitara mucha ayuda psicologica.
La historia es que ella trabajaba en el caprabo,el chico la venia a ver para comprarle alguna cosa,al final empezaron a salir y se fueron a vivir juntos,ya tenian años y no tuvieron niños.
Me imagino que al principio que empezo la pandemia ella cogio el virus en el caprabo,al cabo de un tiempo se lo paso a el,al estar más delicado de salud le resulto mortal a el.
La chica desarrollo un sentimiento de culpa por haberle pasado el virus.
Dejare pasar bastantes días antes de volver a llamarla,un día lejano ya tenemos que reunirnos con los amigos y darle un fuerte abrazo.
Ahora tenemos que prepararnos para el desconfinamiento.

:iconsex rideit:

Romita, día 59 de confinamiento

Muy buenos días,

Pues como quien no quiere la cosa, ya estamos a tiro de los 60 días... En nada podremos decir que Julio Verne tardó menos en dar la vuelta al mundo que nosotros en salir de casa por culpa de un puto virus...

Ayer aproveché esta ola de calor repentino que nos asoló, con ventolera incluida, para tomar un poco el sol. Conforme me hago mayor, más me gusta estirarme al sol como una lagartija. Me relaja, me pone la mente en blanco y me traslada a universos paralelos de cielos blancos y radiantes en los que reina la paz y el bienestar para el alma. Es un sucedáneo cutresalchichero de lo que experimento cuando me hacen un masaje. A falta de pan, buenas son tortas, ¿no?

Como llevamos dos meses que no gastamos un euro en salidas, viajes relámpago y/o restaurantes, lo cierto es que invertimos más de lo habitual en la compra casera. Y ayer nos regalamos un solomillo al roquefort regado con un Montsant que quitaba el hipo y que me dejó en estado catatónico. La siesta, más que cabezadita, fue hibernación osezna en toda regla.

Aquí en el foro me sacan los colores. Medio Siglo se empeña en reservarme el post 2000, lo cual considero un honor inmerecido, porque aquí somos much@s l@s que dejamos un trocito de nuestra alma cada vez que podemos, pero un honor al fin y al cabo. La cosa se lía y el post acaba siendo un sinsentido, pero al menos echamos unas risas.

Entre Criti, MS, Xasel, Faustino, Ainhoa y alguno más quieren montar un partido de pádel post-confinamiento... Yo de pádel sé tanto como de literatura suomi, así que voy a proponer un partido de baloncesto, que da cabida a bastante más gente. A ver si cuela.

El conocido de Erc14 finalmente no supera el virus. Ese es el lado mierdoso de esta situación, que a veces se nos olvida y queda en un segundo plano. Queda patente una vez más la grandeza de este hilo, en el que cualquiera vuelca su estado de ánimo y entre un@s y otr@s se hace lo posible por mantener altos los ánimos. Desde aquí, mucha fuerza a erc14 y coincido con MS: mejor no dejar pasar mucho tiempo antes de estar al lado de tu amiga...

Pero bueno, la vida sigue... Por la noche no nos apetece cocinar y se me ocurre ir a buscar algo de comida. Lo que aconteció a continuación creo yo que merece mención especial...



Hoy he propuesto traer algo de cena del paki que ya ha reabierto, cerca de casa. Antes nunca había nadie, no sé cómo sobrevivían… Igual ahora, con esto de que no hay ningún bar abierto por la zona, hasta les va bien. Tomo nota: dos durum mixtos, una pita y dos de falafel. Sí, con pan de ese suyo, claro… Ahora vengo, no sé lo que tardaré, porque igual hay gente.

No hay nadie. No había entrado jamás, la verdad. Es un local cutre, con la típica estufa cutre de butano detrás y los dos rollos de carne cutre dando vueltas. Una especie de cuchillo eléctrico que más bien parece una afeitadora, y una nevera con puerta de cristal al fondo del local, por si quieres llevarte algo de beber. Agua y refrescos, no venden nada de alcohol. No sé si lo hacen por no pagar impuestos o por creencias religiosas. Me la pela, tengo un buen arsenal en casa de birra.

El mostrador está vacío. Por no haber, no hay ni una persona que atienda. “¿Se puede?”, digo por probar suerte.

Pues sí que había alguien. De detrás del mostrador emerge una mujer envuelta en un vestido típico de dondequiera que sea (bueno, no sé si es típico, nunca he estado en Pakistán, ni en la India ni en ningún país limítrofe, la verdad sea dicha). Ha salido de un salto, como los del Tricicle cuando hacían aquella serie de humor en TV3 que se llamaba 3 Estrelles (díos mío, cada vez soy más viejo…). Remata el atuendo con la inefable mascarilla.

“Sí, sí, entra, claro…”, responde con un castellano correcto, sin apenas acento. Le pido lo que me han encargado y me responde que en un momento está hecho. Coloca las tortas de pan en una especie de parrilla eléctrica y desaparece por una puerta que hay detrás del mostrador, al lado de los rollos de carne giratorios. A los dos minutos asoma la cabeza y me pregunta. “Perdona… Es que estoy sola y tengo un problema con las verduras. Yo no alcanzo. ¿Podrías…?”

Deja la pregunta en el aire. ¿Me está pidiendo que rodee el mostrador y entre en esa especie de cuchitril que tienen ahí detrás? Se me pone la mosca detrás de la oreja. He oído historias extrañas, de secuestros, de tráfico de órganos, de desapariciones… Bueno, tal vez debería dejar de ver los telefilms del domingo por la tarde… Evidentemente, le digo que faltaría más y para allá que voy. Jamás había estado en la trastienda de un local de estos, ahora sabré qué se cuece…

Entro, me agarra del cuello, me estampa contra la pared y se amorra a mis labios como si no hubiera un mañana. Se ha quitado la mascarilla mientras iba yo para allá. Abro unos ojos como platos, levanto las manos como si me estuvieran apuntando con una pistola y ella aprovecha para cogerme de la cara y seguir forzando con su boca. Se abre paso y me mete la lengua. Sabe salado, a especias raras. Pero está muy rica. Tiene una lengua muy grande, noto que ocupa buena parte de mi interior. Intento separarla cuando empiezo a ser consciente de que no va a matarme. Lo consigo y quedamos cara a cara.

Debe tener más o menos mi edad. Los ojos enormes, oscurísimos. Unas cejas muy pobladas pero cuidadas. Tez morena, morenísima. Nariz grande, boca mediana de labios gruesos. Le cae un mechón de pelo sobre la frente, que sobresale del velo. Es bastante guapa.

“Por favor, por favor”, suplica. “Necesito, necesito”. Y vuelve a cogerme de la cara. Y vuelve a besarme. Y vuelve a inundarme con su lengua. Me dejo ir un poco. Estoy rígido, y tenso, y con los brazos tiesos pero… Me dejo hacer. Se separa y me habla al oído. “Estoy sola. Marido fuera. Hijos fuera. Me han dejado sola. Tuve miedo. Ahora abro. Y sigo sola. Necesito hacer amor. Necesito hacer amor…” Y noto que apoya la cabeza en mi hombro y se pone a llorar.

“No, no llores”, le suplico. ¿Pero dónde cojones me he metido? ¡Que yo solo quería comida para llevar! Pero la entiendo, porque sé qué le pasa. Me lo contó la vecina, que esa no se calla nada. “Han dejado sola a la Paki”, me dijo un día al cruzármela en el parking. “Se piró toda la familia a su país unos días antes del confinamiento. A ella le faltaba no sé qué papel y aquí se ha quedado.”

No me acordaba. La “Paki” aprovecha mi lapso dubitativo y se lanza de nuevo. Me come a besos y me saca la camiseta. Joder qué calor hace aquí dentro. A tomar por culo todo. Esta pobre mujer tiene una necesidad, y yo estoy si fa no fa como ella. ¡A tomar por culo todo!

Le arranco el velo. Lleva el pelo negro, pero negro como el tizón, recogido en una trenza gruesa, muy gruesa, que le llega hasta el culo. No abarco el grosor de la trenza con el ancho de mi mano. Intento quitarle el vestido ese que lleva, pero soy de tradición patosa, y encima a la pieza esa no hay quien le encuentre ni el principio ni el fin. ¿No conocen las cremalleras en oriente?

Da un paso atrás, se le escapa una risa y, como si fuera un mago descubriendo la caja en la que ha desaparecido el ayudante, desenrolla la pieza de ropa por arte de birlibirloque. ¡Total, que queda en ropa interior en un santiamén!

Joder con la Paki, qué escondido lo tenía. Creo que va por el tercer hijo, pero nadie lo diría. Joder, en serio, que tiene un cuerpo escultural para rondar la cincuentena. Ostias, me quedo lelo viendo su piel morena, sus pechos densos ocultos todavía por un sujetador de encaje blanco, precioso por cierto, su barriguilla, con un poco de forma, pero una forma encantadora, y unas piernas que, ellas sí, notan el paso del tiempo, de los años, de algunos kilos de más. ¡Eh, pero que están de fábula! Tan morenas, tan prietas… Y, ostias, me sorprende muchísimo que lleve un tanga. Prejuicios y tonterías mías, lo sé, por qué cojones no ha de llevar un tanga… Pero confieso que me la imaginaba con un refajo, o algo parecido…

Total, que está como un humus, para mojar pan. Y lo primero que hace al quitarse el vestido, es desabotonarme los pantalones y quitármelos a toda ostia.

Aparta unos trastos que hay sobre una mesa de fórmica, que tiene más años que yo, se sienta, me atrae hacia ella, me rodea con sus piernas y vuelve a besarme. Me coge de las manos y las pone en sus tetas. Noto cómo se me pone durísima al empezar a magrearlas. Le quito el sujetador y me quedo extasiado viendo sus pezones. Son enormes, casi negros, y rodeados por una aureola muy amplia que dibuja un círculo cuasi perfecto. Me coge de la nuca y me amorra a ellos. Y me doy un festival. ¡Santo cielo, en la vida había chupado unos pezones tan grandes! Mientras los como con lascivia, me relajo y empiezo a acariciarla. Descubro que tienes los brazos muy peludos. Pero es un pelo negro, muy negro, y muy suave. ¡Coño, que me encanta acariciarlos, no me lo hubiera imaginado nunca!

Pero me parece que la Paki no está para caricias. Y yo tampoco. En casa van a empezar a sospechar. Me bajo los calzoncillos y se quita el tanga. No lleva el coño depilado. Más bien todo lo contrario. Ahí abajo hay una mata de pelo considerable. Me la pela todo. Tengo la polla durísima y va como el hocico de un sabueso policía buscando drogas. Husmea, husmea y da con el alijo… “Aquí, aquí”, parece decirme. Y yo, como buen policía, la cojo con la mano y la meto del tirón.

Joder, cómo entra. Entre la pradera oscura hay un manglar y mi lancha a motor circula a toda ostia. Nos abrazamos, me aprieta que me va a cortar la circulación con el lazo que ha hecho con sus piernas alrededor de mi cintura, y bombeo con frenesí.

De repente, dobla las rodillas, apoya los pies en la fórmica y se desliza hacia atrás. Para que no se descuelgue, me impulso yo con los pies, de manera que quedamos estirados encima de la mesa. Es estrecha, así que no da para muchos juegos. Me agarro a los bordes como puedo, como si me fuera a poner a hacer flexiones, y sigo profundizando en la cueva de Alí-Babá.

Empieza ella a jadear, cada vez más fuerte. Nos van a oír los vecinos. Todo me da igual. Aprieto, aprieto y aprieto. Se me ha agarrado con los brazos a la espalda con una fuerza que me hace daño. Joder, que me está cortando la respiración.

La suya funciona de fábula, parece una locomotora. Se va a ir, eso está claro. Gime como una loca y el pecho le va arriba y abajo a toda pastilla. Y yo no puedo más, tengo una bolsa de semen acumulada en la punta del cimbrel que, finalmente, peta y estalla. Noto como sale a borbotones y la lleno por dentro. Entro y salgo tres o cuatro veces más y cuando noto que el nudo que ha hecho con los brazos afloja, salgo del todo. Tengo la polla llena de mi semen y sus babas, chorreando…

Ella se levanta enseguida, coge un rollo de papel de cocina industrial, arranca un buen trozo y me lo da para que me le limpie. Ella hace lo propio, se viste a toda prisa y sale corriendo. Me deja allí en pelotas con cara de pasmarote.

“Se quema, se quema”, la oigo gritar. ¡Coño, los panes…! Me visto, salgo y veo la humareda. Por suerte, la cosa no pasa a mayores. Saca las tortas chamuscadas, rasca un poco la parrilla, pone unas nuevas y me mira. No sé si se sonroja, porque al ser tan morena no lo noto. Pero me lo parece. Me hace un gesto con la cabeza como diciéndome que salga y me coloque al otro lado del mostrador.

Obedezco y me siento en un taburete. Empieza a cortar carne, saca las tortas y las va rellenando mientras el falafel se hace en la freidora. Enrolla los durums con un arte milenario, o eso me parece a mí. Lo envuelve todo en papel de plata, lo mete en una bolsa de plástico blanco de asas muy frágiles, me dice lo que cuesta y le doy la tarjeta. La pasa por el datáfono y, al devolvérmela, hace fuerza como si no la quisiera soltar, me obliga a mirarla a los ojos, y me dice: “aquí no ha pasado nada, ¿vale?”

Asiento y me voy para casa. Esa noche ceno con un hambre leonina y me voy a la cama silbando. Mis hijos me miran raro…



Venga gente, a por el día 59... Imagino que os habréis dado cuenta porque de tont@s no tenéis ni un pelo... El foro, en la parte dedicada al negocio puro y duro, está viviendo un resurgir a pasos agigantados. La vuelta a cierta normalidad (una normalidad diferente, como me comenta una forera), está a la vuelta de la esquina... Qué suerte tienen algun@s...

Que tengáis un fantástico 59 día de semiconfinamiento...

Has dado en el clavo! Somos como dos gotas de agua: igual de rígidos e igual de amantes de la espeleología...

[/center]Ahhhhhh!!!, pero habrá que jugar?, yo puse padel, porque pensaba que eso seria tu excusa perfecta para poder asistir
Por cierto, me extraña que nuestra querida Lara E, no se haya manifestado aun , es una estupenda masagista y seguro que llevará "Laranjuelo" para los intermedios
Y a ver si se anima mas publico, que después del partido o entero, habrá que comer

Romita, día 59 de confinamiento

Muy buenos días,

Pues como quien no quiere la cosa, ya estamos a tiro de los 60 días... En nada podremos decir que Julio Verne tardó menos en dar la vuelta al mundo que nosotros en salir de casa por culpa de un puto virus...

Ayer aproveché esta ola de calor repentino que nos asoló, con ventolera incluida, para tomar un poco el sol. Conforme me hago mayor, más me gusta estirarme al sol como una lagartija. Me relaja, me pone la mente en blanco y me traslada a universos paralelos de cielos blancos y radiantes en los que reina la paz y el bienestar para el alma. Es un sucedáneo cutresalchichero de lo que experimento cuando me hacen un masaje. A falta de pan, buenas son tortas, ¿no?

Como llevamos dos meses que no gastamos un euro en salidas, viajes relámpago y/o restaurantes, lo cierto es que invertimos más de lo habitual en la compra casera. Y ayer nos regalamos un solomillo al roquefort regado con un Montsant que quitaba el hipo y que me dejó en estado catatónico. La siesta, más que cabezadita, fue hibernación osezna en toda regla.

Aquí en el foro me sacan los colores. Medio Siglo se empeña en reservarme el post 2000, lo cual considero un honor inmerecido, porque aquí somos much@s l@s que dejamos un trocito de nuestra alma cada vez que podemos, pero un honor al fin y al cabo. La cosa se lía y el post acaba siendo un sinsentido, pero al menos echamos unas risas.

Entre Criti, MS, Xasel, Faustino, Ainhoa y alguno más quieren montar un partido de pádel post-confinamiento... Yo de pádel sé tanto como de literatura suomi, así que voy a proponer un partido de baloncesto, que da cabida a bastante más gente. A ver si cuela.

El conocido de Erc14 finalmente no supera el virus. Ese es el lado mierdoso de esta situación, que a veces se nos olvida y queda en un segundo plano. Queda patente una vez más la grandeza de este hilo, en el que cualquiera vuelca su estado de ánimo y entre un@s y otr@s se hace lo posible por mantener altos los ánimos. Desde aquí, mucha fuerza a erc14 y coincido con MS: mejor no dejar pasar mucho tiempo antes de estar al lado de tu amiga...

Pero bueno, la vida sigue... Por la noche no nos apetece cocinar y se me ocurre ir a buscar algo de comida. Lo que aconteció a continuación creo yo que merece mención especial...



Hoy he propuesto traer algo de cena del paki que ya ha reabierto, cerca de casa. Antes nunca había nadie, no sé cómo sobrevivían… Igual ahora, con esto de que no hay ningún bar abierto por la zona, hasta les va bien. Tomo nota: dos durum mixtos, una pita y dos de falafel. Sí, con pan de ese suyo, claro… Ahora vengo, no sé lo que tardaré, porque igual hay gente.

No hay nadie. No había entrado jamás, la verdad. Es un local cutre, con la típica estufa cutre de butano detrás y los dos rollos de carne cutre dando vueltas. Una especie de cuchillo eléctrico que más bien parece una afeitadora, y una nevera con puerta de cristal al fondo del local, por si quieres llevarte algo de beber. Agua y refrescos, no venden nada de alcohol. No sé si lo hacen por no pagar impuestos o por creencias religiosas. Me la pela, tengo un buen arsenal en casa de birra.

El mostrador está vacío. Por no haber, no hay ni una persona que atienda. “¿Se puede?”, digo por probar suerte.

Pues sí que había alguien. De detrás del mostrador emerge una mujer envuelta en un vestido típico de dondequiera que sea (bueno, no sé si es típico, nunca he estado en Pakistán, ni en la India ni en ningún país limítrofe, la verdad sea dicha). Ha salido de un salto, como los del Tricicle cuando hacían aquella serie de humor en TV3 que se llamaba 3 Estrelles (díos mío, cada vez soy más viejo…). Remata el atuendo con la inefable mascarilla.

“Sí, sí, entra, claro…”, responde con un castellano correcto, sin apenas acento. Le pido lo que me han encargado y me responde que en un momento está hecho. Coloca las tortas de pan en una especie de parrilla eléctrica y desaparece por una puerta que hay detrás del mostrador, al lado de los rollos de carne giratorios. A los dos minutos asoma la cabeza y me pregunta. “Perdona… Es que estoy sola y tengo un problema con las verduras. Yo no alcanzo. ¿Podrías…?”

Deja la pregunta en el aire. ¿Me está pidiendo que rodee el mostrador y entre en esa especie de cuchitril que tienen ahí detrás? Se me pone la mosca detrás de la oreja. He oído historias extrañas, de secuestros, de tráfico de órganos, de desapariciones… Bueno, tal vez debería dejar de ver los telefilms del domingo por la tarde… Evidentemente, le digo que faltaría más y para allá que voy. Jamás había estado en la trastienda de un local de estos, ahora sabré qué se cuece…

Entro, me agarra del cuello, me estampa contra la pared y se amorra a mis labios como si no hubiera un mañana. Se ha quitado la mascarilla mientras iba yo para allá. Abro unos ojos como platos, levanto las manos como si me estuvieran apuntando con una pistola y ella aprovecha para cogerme de la cara y seguir forzando con su boca. Se abre paso y me mete la lengua. Sabe salado, a especias raras. Pero está muy rica. Tiene una lengua muy grande, noto que ocupa buena parte de mi interior. Intento separarla cuando empiezo a ser consciente de que no va a matarme. Lo consigo y quedamos cara a cara.

Debe tener más o menos mi edad. Los ojos enormes, oscurísimos. Unas cejas muy pobladas pero cuidadas. Tez morena, morenísima. Nariz grande, boca mediana de labios gruesos. Le cae un mechón de pelo sobre la frente, que sobresale del velo. Es bastante guapa.

“Por favor, por favor”, suplica. “Necesito, necesito”. Y vuelve a cogerme de la cara. Y vuelve a besarme. Y vuelve a inundarme con su lengua. Me dejo ir un poco. Estoy rígido, y tenso, y con los brazos tiesos pero… Me dejo hacer. Se separa y me habla al oído. “Estoy sola. Marido fuera. Hijos fuera. Me han dejado sola. Tuve miedo. Ahora abro. Y sigo sola. Necesito hacer amor. Necesito hacer amor…” Y noto que apoya la cabeza en mi hombro y se pone a llorar.

“No, no llores”, le suplico. ¿Pero dónde cojones me he metido? ¡Que yo solo quería comida para llevar! Pero la entiendo, porque sé qué le pasa. Me lo contó la vecina, que esa no se calla nada. “Han dejado sola a la Paki”, me dijo un día al cruzármela en el parking. “Se piró toda la familia a su país unos días antes del confinamiento. A ella le faltaba no sé qué papel y aquí se ha quedado.”

No me acordaba. La “Paki” aprovecha mi lapso dubitativo y se lanza de nuevo. Me come a besos y me saca la camiseta. Joder qué calor hace aquí dentro. A tomar por culo todo. Esta pobre mujer tiene una necesidad, y yo estoy si fa no fa como ella. ¡A tomar por culo todo!

Le arranco el velo. Lleva el pelo negro, pero negro como el tizón, recogido en una trenza gruesa, muy gruesa, que le llega hasta el culo. No abarco el grosor de la trenza con el ancho de mi mano. Intento quitarle el vestido ese que lleva, pero soy de tradición patosa, y encima a la pieza esa no hay quien le encuentre ni el principio ni el fin. ¿No conocen las cremalleras en oriente?

Da un paso atrás, se le escapa una risa y, como si fuera un mago descubriendo la caja en la que ha desaparecido el ayudante, desenrolla la pieza de ropa por arte de birlibirloque. ¡Total, que queda en ropa interior en un santiamén!

Joder con la Paki, qué escondido lo tenía. Creo que va por el tercer hijo, pero nadie lo diría. Joder, en serio, que tiene un cuerpo escultural para rondar la cincuentena. Ostias, me quedo lelo viendo su piel morena, sus pechos densos ocultos todavía por un sujetador de encaje blanco, precioso por cierto, su barriguilla, con un poco de forma, pero una forma encantadora, y unas piernas que, ellas sí, notan el paso del tiempo, de los años, de algunos kilos de más. ¡Eh, pero que están de fábula! Tan morenas, tan prietas… Y, ostias, me sorprende muchísimo que lleve un tanga. Prejuicios y tonterías mías, lo sé, por qué cojones no ha de llevar un tanga… Pero confieso que me la imaginaba con un refajo, o algo parecido…

Total, que está como un humus, para mojar pan. Y lo primero que hace al quitarse el vestido, es desabotonarme los pantalones y quitármelos a toda ostia.

Aparta unos trastos que hay sobre una mesa de fórmica, que tiene más años que yo, se sienta, me atrae hacia ella, me rodea con sus piernas y vuelve a besarme. Me coge de las manos y las pone en sus tetas. Noto cómo se me pone durísima al empezar a magrearlas. Le quito el sujetador y me quedo extasiado viendo sus pezones. Son enormes, casi negros, y rodeados por una aureola muy amplia que dibuja un círculo cuasi perfecto. Me coge de la nuca y me amorra a ellos. Y me doy un festival. ¡Santo cielo, en la vida había chupado unos pezones tan grandes! Mientras los como con lascivia, me relajo y empiezo a acariciarla. Descubro que tienes los brazos muy peludos. Pero es un pelo negro, muy negro, y muy suave. ¡Coño, que me encanta acariciarlos, no me lo hubiera imaginado nunca!

Pero me parece que la Paki no está para caricias. Y yo tampoco. En casa van a empezar a sospechar. Me bajo los calzoncillos y se quita el tanga. No lleva el coño depilado. Más bien todo lo contrario. Ahí abajo hay una mata de pelo considerable. Me la pela todo. Tengo la polla durísima y va como el hocico de un sabueso policía buscando drogas. Husmea, husmea y da con el alijo… “Aquí, aquí”, parece decirme. Y yo, como buen policía, la cojo con la mano y la meto del tirón.

Joder, cómo entra. Entre la pradera oscura hay un manglar y mi lancha a motor circula a toda ostia. Nos abrazamos, me aprieta que me va a cortar la circulación con el lazo que ha hecho con sus piernas alrededor de mi cintura, y bombeo con frenesí.

De repente, dobla las rodillas, apoya los pies en la fórmica y se desliza hacia atrás. Para que no se descuelgue, me impulso yo con los pies, de manera que quedamos estirados encima de la mesa. Es estrecha, así que no da para muchos juegos. Me agarro a los bordes como puedo, como si me fuera a poner a hacer flexiones, y sigo profundizando en la cueva de Alí-Babá.

Empieza ella a jadear, cada vez más fuerte. Nos van a oír los vecinos. Todo me da igual. Aprieto, aprieto y aprieto. Se me ha agarrado con los brazos a la espalda con una fuerza que me hace daño. Joder, que me está cortando la respiración.

La suya funciona de fábula, parece una locomotora. Se va a ir, eso está claro. Gime como una loca y el pecho le va arriba y abajo a toda pastilla. Y yo no puedo más, tengo una bolsa de semen acumulada en la punta del cimbrel que, finalmente, peta y estalla. Noto como sale a borbotones y la lleno por dentro. Entro y salgo tres o cuatro veces más y cuando noto que el nudo que ha hecho con los brazos afloja, salgo del todo. Tengo la polla llena de mi semen y sus babas, chorreando…

Ella se levanta enseguida, coge un rollo de papel de cocina industrial, arranca un buen trozo y me lo da para que me le limpie. Ella hace lo propio, se viste a toda prisa y sale corriendo. Me deja allí en pelotas con cara de pasmarote.

“Se quema, se quema”, la oigo gritar. ¡Coño, los panes…! Me visto, salgo y veo la humareda. Por suerte, la cosa no pasa a mayores. Saca las tortas chamuscadas, rasca un poco la parrilla, pone unas nuevas y me mira. No sé si se sonroja, porque al ser tan morena no lo noto. Pero me lo parece. Me hace un gesto con la cabeza como diciéndome que salga y me coloque al otro lado del mostrador.

Obedezco y me siento en un taburete. Empieza a cortar carne, saca las tortas y las va rellenando mientras el falafel se hace en la freidora. Enrolla los durums con un arte milenario, o eso me parece a mí. Lo envuelve todo en papel de plata, lo mete en una bolsa de plástico blanco de asas muy frágiles, me dice lo que cuesta y le doy la tarjeta. La pasa por el datáfono y, al devolvérmela, hace fuerza como si no la quisiera soltar, me obliga a mirarla a los ojos, y me dice: “aquí no ha pasado nada, ¿vale?”

Asiento y me voy para casa. Esa noche ceno con un hambre leonina y me voy a la cama silbando. Mis hijos me miran raro…



Venga gente, a por el día 59... Imagino que os habréis dado cuenta porque de tont@s no tenéis ni un pelo... El foro, en la parte dedicada al negocio puro y duro, está viviendo un resurgir a pasos agigantados. La vuelta a cierta normalidad (una normalidad diferente, como me comenta una forera), está a la vuelta de la esquina... Qué suerte tienen algun@s...

Que tengáis un fantástico 59 día de semiconfinamiento...

Has dado en el clavo! Somos como dos gotas de agua: igual de rígidos e igual de amantes de la espeleología...

El hombre que estaba en la uvi del hospital Brogi en sant joan despi,ya murio por el maldito virus,era todavia joven pero no sabemos nunca cuando nos llevaran al más alla.
Estaba sufriendo creo que ya no habia remedio,me parece que era diabetico,fumador pero que quereís que os diga lo importante es disfrutar de la vida.Vivio una importante historia de amor con mi amiga que tiene unas buenas tetas fueron felices y comieron perdices,aunque logicamente les supo a poco.Es muy triste no poderse despedir por el puto virus,por lo que se ya hacia días que no podia hablar.
Lo siento mucho por mi amiga que ha quedado destrozadita y necesitara mucha ayuda psicologica.
La historia es que ella trabajaba en el caprabo,el chico la venia a ver para comprarle alguna cosa,al final empezaron a salir y se fueron a vivir juntos,ya tenian años y no tuvieron niños.
Me imagino que al principio que empezo la pandemia ella cogio el virus en el caperc14rabo,al cabo de un tiempo se lo paso a el,al estar más delicado de salud le resulto mortal a el.
La chica desarrollo un sentimiento de culpa por haberle pasado el virus.
Dejare pasar bastantes días antes de volver a llamarla,un día lejano ya tenemos que reunirnos con los amigos y darle un fuerte abrazo.
Ahora tenemos que prepararnos para el desconfinamiento.

:iconsex rideit:

[/center]Ahhhhhh!!!, pero habrá que jugar?, yo puse padel, porque pensaba que eso seria tu excusa perfecta para poder asistir
Por cierto, me extraña que nuestra querida Lara E, no se haya manifestado aun , es una estupenda masagista y seguro que llevará "Laranjuelo" para los intermedios
Y a ver si se anima mas publico, que después del partido o entero, habrá que comer

Claro que se juega, para una cosa que hago medianamente bien

Un partido da para mucho, jugar, jugar y jugar

Buenas tardes mi madelman

Madre mia que historia! pufff algo que a mí no me pasaría ni de coña,, no entro en un kebad ni por curiosidad, es el único sitio que mi hija no ha conseguido que entre no tengo nada en contra de estos restaurantes la verdad, pero ya sólo el olor que desprende y ver ese rollo cárnico grasiento y girando al aire libre,, cómo me me tira para atrás

Cuanto más comerle el keban a ninguno detrás de la barra!!! una historia genial de verdad , cómo todas las que se te ocurren, , pero casi me ha revuelto los adentros por el lugar de los acontecimientos,, cómo que no lo veo

Que tengas una estupenda tarde

No, si al final tendré que desempolvar la pala...

¿Insinúas que lo que me gusta es chupar banquillo en el Basket Manresa?

No te me enfades, va, juguemos a pádel... Total, lo importante será el masaje de recuperación post-partido ¿no? Y por supuesto, la cerveza isotónica para las agujetas!

Un abrazo (por cierto, ya nunca podré volver al durum después de ver tus gifs )

Oído cocina: mi próxima víctima será el pizzero de la esquina. Que además es italiano y me pone mucho que me susurren guarradas en el idioma del Ramazzotti ese... La pizza sí te gustará, no?

El rollo cárnico al que aludes mejor lo dejamos para otros menesteres...

Solo la pala?

Es verdad..., ni la ropa se donde está!!!

¿Insinúas que lo que me gusta es chupar banquillo en el Basket Manresa?

No te me enfades, va, juguemos a pádel... Total, lo importante será el masaje de recuperación post-partido ¿no? Y por supuesto, la cerveza isotónica para las agujetas!

Un abrazo (por cierto, ya nunca podré volver al durum después de ver tus gifs )

Oído cocina: mi próxima víctima será el pizzero de la esquina. Que además es italiano y me pone mucho que me susurren guarradas en el idioma del Ramazzotti ese... La pizza sí te gustará, no?

El rollo cárnico al que aludes mejor lo dejamos para otros menesteres...

58 y 15º esta mañana he tenido que cruzar sabadell para un tema de papeles y me he llevado una agradable sorpresa, ya estamos en la desescalada absoluta, gente paseando, mucho tráfico, tiendas abiertas, y algún bar también abierto con la excusa de comida preparada, fantástico, rezar I tenir sort, una cosa és no tenir por i l'altre és ser un inconscient.
Veig que la quedada mixta a naufragat, en aquests moments l'únic mixta que es pot fer és una paella, i cadascú a casa seva.
Això de fer una partida al pàdel esta molt be per el jovent com vosaltres, jo ja prefereixo una partida de dominó i unas seques amb butifarra.
Bona nit a tothom, descanseu i Porteu-vos bé

Ná, con un par de pelotas ya pues jugar

Y que se acuerde de cambiar el grip del mango

Jovent dice...

Si somos unos venerables ancianos...

¿De qué mango hablamos ?

De la pala, de la pala, mal pensado

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