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26/03/2011, 17:29 | #1 |
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Ana - Calella - 693970106
CLIENTE
Edad del cliente: la tira y más Te consideras atractivo: mi madre dice que sí MASAJISTA Nombre "artístico": Ana Edad: unos 35 / 40 Descripción: taponcito y bien alimentada. Valoración de la chica: no es masajista Vestimenta: corsé negro de tela de mantilla, sujetador negro, tanga negro. Tatuajes: no Fumadora: no creo CONTACTO Teléfono:693970106 Dirección: Sant Antoni / Industria, dos calles encima de l’Ateneu Horario: de 12,00 a 21,00 horas LUGAR DE ENCUENTRO Ambientación/decoración: Piso normal – espacioso. Camilla: no Limpieza: bien Valoración: 7 SERVICIO Fecha de la experiencia: Viernes 25 de Marzo, a las 4 de la tarde Complemento: francés y mal beso negro. Tarifa contratada: 60 € una hora. Duración real del servicio: 40 minutos. Técnica del masaje: Lo suyo es el folleteo y la marranada. Chica recomendable?: no, porque no cumple. Repetirás?: no. Estoy por unas semanas en la zona de Calella. Tengo ganas de un masaje y curioseo el anuncio de “CALELLA MASAJE PARA CABALLEROS PARTICULAR”, con complementos impropios de cualquier masajista que se precie. Quedo por teléfono a las cuatro de la tarde, y a las cuatro en punto llamo al timbre. “Oye, que hemos quedado a las cuatro y faltan cinco minutos”. “Creo que tienes el reloj atrasado”. “A lo mejor sí. Llama dentro de cinco minutos que es la hora a la que te esperaba”. Sin moverme casi del portal espero cinco minutos, vuelvo a llamar, y me abre la puerta para que suba. Del edificio no había salido nadie. Me abrió la puerta con un corsé negro, culo al aire, pechuga olgada y sonrisa profesional de bienvenida. Me pasó a su habitación de cama grande y radiador eléctrico en el que seca las toallas. Le dije que venía para un masaje, y a su insistencia para saber si quería algo más le contesté que siempre es agradable que me acaricien con el morro cualquier cosa, sobre todo los bajos. Fija 60 euros para una hora de trabajo y se los pago. Me hace tumbar boca abajo en la cama, y me esparce crema hidratante por cuello y espalda. Friega de arriba para abajo y refriega de abajo para arriba. Siempre me ha gustado que una mujer de manos suaves me friegue y me refriegue lo que a ella le apetezca. Pasa al trasero y las piernas exprimiendo la botella vacía de crema. Pata arriba, pata abajo, hasta que mi piel absorbe la crema. Salta de la cama y va a buscar otra botella de crema china hidratante. Vuelve con la botella y se enfunda un guante de los de lavar los platos. Va a empezar la parte erótica. ¿Es crema o margarina? Me empasta la entrepierna y pretende taladrarme con una broca de catorce. Es la medida de su dedo. Antes de que se me desencajen los ojos le pido que no hurgue en mi interior ya que yo soy muy superficial. Que me hidrate lo que quiera de mi superficie, con crema, con aceite o con saliva, y deje a mi intestino que se nutra de sus ácidos. Empieza a masajear o remover mis bajos a palma abierta clavando sus dedos pulgar e índice en las ingles. La manteca que me ha puesto haría patinar a un tractor y pillaría todas las moscas de una pescadería. Al rato empieza a pasar su lengua suavemente por la zona cero hasta que me hace dar la vuelta para empezar con un francés que ella debe presumir de experimentado. Cuando llevaba bombeadas una docena de veces, cruza una rodilla por encima mi cara dejando a un palmo de mi nariz las cloacas por donde expulsa los resíduos no absorbidos de su nutrición. “Es para que te calientes”, me dice. Es poco probable que goteara ácido úrico o un urato, pero no descartaba que podía regalarme una dosis de gas metano odorizado. Como se desprende, se había quitado el tanga al darme la vuelta. También el sujetador que realzaba unas peras blandas, sedosas y aceptables. No se quitó, sin embargo, el corsé. Presumo que si no era para esconder grumos, michelines o alguna estría debe haber alguna cicatriz por su oronda barriga. Se acabó como se acaban todas las cosas que provocas: en el momento que tu quieres. Marchó al baño a lavarse la lengua mientras yo cogía la toalla plegada en la estufa para eliminar el sirope lactoso de la entrepierna. Me costó. Cuando volvió, yo me estaba vistiendo y la toalla otra vez plegada encima de la estufa para el siguiente. Dos besos, cara de satisfacción, promesa de volver a verla, y a la calle. Miro el reloj y me había estafado 20 minutos. Se los regalo. Esta es de las chicas que con mejor o peor fortuna se presta a quitarnos la tensión que nos genera nuestra condición de animal; cuando se elimina esta tensión ves que su intelecto es primario y no encuentras ningún nexo común que pueda propiciar un diálogo. Mejor marchar y olvidar. |
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Ahram (03/04/2011), Anakin (26/03/2011), Atleta Sexual (26/03/2011), ciao123 (02/04/2011), hijinks (27/03/2011), Homer (04/04/2011), Kailash (26/03/2011), lonewolf (28/03/2011), matadorxxx (29/03/2011), Moriwaki (26/03/2011), sinofos (26/03/2011), spider (26/03/2011), Sursum Corda (02/04/2011), Vesquevinc (27/03/2011) |