Sursum Corda

Elisa Latina – Besos de azúcar

Elisa Latina nos dice: “no tengo experiencia como profesional del sexo, pero sé perfectamente cómo satisfacer a un hombre. Si quieres conoces una latina jovencita y con ganas de disfrutar de buenos momentos de placer, ven a conocerme y no te arrepentirás “

Y es tal cual. Hay que adivinar más bien cómo será la muchacha de sus sencillas fotos. Pero ¡ay, paaapi! cuando vas a verla y su boca te besa, se te olvida el mundo y la crisis!

LO CUENTA el Sursum Corda!
Te consideras atractivo? Psé.
Dijiste el nick? Al fin, aunque ella no sigue el foro.

LA SEÑORITA

Se llama… Elisa Latina
Es… dominicana.
Edad: 23 creíbles.

Descripción física:

La señorita es alta (1m68 a ojo), con figura esbelta, culete y pecho natural firme de llamar la atención. De suave piel canela y cuerpo recio, es totalmente natural y guarda la frescura de la juventud.





Valoración de la chica: (de cuerpo) Muy rica y atractiva.

Valoración de cara Guapa, con rasgos latinos-caribeños. Su cabello es negro y algo crespo. Sus ojos son oscuros y su boca es carnosa y cálida, con una sonrisa perfecta.

Valoración del carácter: Es correcta y atenta, algo tímida antes de tomar confianza y reír despreocupada. Quizás respondería al tipo “sentimental” (según la clásica tipología de Heyman). Es cariñosa y sincera, con toda la frescura intacta.

Vestimenta: Un salto de cama rojo con un lacito delante, tacones claros y lencería negra.

Tatuajes: Alguno muy pequeño
Fumadora: No creo.

CONTACTO

Teléfono: 688201651
Web/Anuncio: La vi aquí: Elisa Latina en SMB

Dirección: (¿se aparca fácil?) en Rosselló con Padilla, cerca de la Sagrada Familia. Aparqué en zona verde a 100 m sin buscar. Me costó dos eurillos porque el parquímetro se me comió una moneda.
Horario: 24h entre semana y sábados hasta las 21h

LUGAR DE ENCUENTRO

Es un edificio residencial sencillo de los años 60 del siglo pasado.

El piso tiene 81 m2 y es sencillo pero correcto.

La habitación es amplia, con una cómoda alta sobre la que se ve una pantalla de televisión, algunas figuritas y una botella de güisqui. En la pared del fondo hay una ventana que da a la calle y, cerca de la puerta, tiene un armario ropero sencillo. La cama, de estructura algo endeble, está flanqueada por dos mesitas de noche. Sobre una de ellas el portátil mostraba videos de Julio Iglesias, que acompañó mi orgasmo a los sones de “Soy un truhán, soy un señor…”

La estrecha cabina de ducha está instalada en una habitación exigua.

Valoración: Un piso sencillo, pero correcto y limpio, en un buen barrio.

JUEGOS

Fecha de la vivencia: El 20 de mayo de 2015
Pacto: 80/hora.
Otras tarifas ofertadas: 50 € la media y 60 los tres cuartos.
Duración real del encuentro: La horita larga en el cuerpo a cuerpo, con algo de conversación después.
Besos superficiales/besos sentidos? Deliciosos, envolventes y cálidos.
Lenguas gálicas/garganta profunda? Sin. Tras los primeros tanteos, suave, cálido, encendido, orgásmico, bruuuuutal.
Cunnilingus? Probé y lo disfrutamos (creo).
69? Me hizo perder la noción del espacio. ¡Sublime!
Cowgirl? Poco a poco, andante, allegro con fuoco.
Misionero? Me convertí y, con gusto, legué parte de mi herencia genética a la causa misionera.
Puerta trasera? No busqué.
Deja acabar en su boca? Así fue la primera vez. Riquísimo.
Permite más de un tiro? A ello fuimos con decisión.
Algún extra? Algo de comer que probará a mi salud (espero).

RELATO DEL ENCUENTRO

Elisa lleva poco en esto y no te quiere vender fantasías (o no tiene aún la picardía de otras). Al teléfono se presenta como mujer dulce, agradable (aunque no se tiene por un pibón) y con carácter cariñoso.

Llego a su portal y me dice “ay, paaaapi, dame sinco minuto!”. Y yo, sin poderlo remediar, tengo una brutal erección que debe resultar evidente a todos los transeuntes. Pronto escucho un “yujuuuu” y veo moverse una cortina agitada por una mano de color canela.

A pesar de la falta de riego en mis piernas (toda la sangre estaba allá abajo) subo la escalera y me la encuentro frente a frente.

Los primeros besos son cautos y, cuando le pregunto, me dice que ella no… Con mi mejor aire seductor, pregunto, ladeando el palillo que llevaba en el diente de oro: “Amos, no jodas?” A lo que replica, con una media sonrisa y un dulce beso, que no, que era broma.

Me hace desnudar (mientras suena “Hey”) y con tan romántica balada me voy a la ducha a refrescarme y brindar con un Listerine on the rocks.

De regreso, su lengua se enrosca a la mía en besos cálidos y dulces. Propongo probar su sonrisa (vertical) y siento el calor de sus labios carnosos, que precede a un sabor salado y algo acre. Poco a poco, siento su excitación que mi boca se esfuerza en acrecentar y, sintiendo cerca el final… ¡me detiene! Vuelvo a degustar y, tras unos instantes, detiene de nuevo mi avance.

En el cambio de juego, es ahora Elisa la que me sacude con alegres zambombas navideñas. Es agradable, pero no exaltante, por lo que pido sentir sus labios.

Propone encapucharme, pero se deja convencer por mi carita de pena (“o sin o nada”). No me equivoco porque, tras detener su mano y proponerle que solo me deguste con sus labios, la calidez de su boca es milagrosa. La felación es dulce, intensa y cálida, con su boca que degusta y la mano que acaricia levemente.

Seguimos para bingo con el 69. Hay duda respecto a la parte práctica y le propongo que se coloque arriba, donde tendrá más libertad de movimientos. Y allá, mientras me hundo en su sexo palpitante, pierdo el contacto con aquella habitación y me elevo sobre los tejados de la ciudad, que cubren gente que imagina poco el placer que esta muchacha dulce me procura.

-¿Te gustó, cariño?
-Pocas veces me han hecho disfrutar tanto-digo, con un hilillo de voz.

Y es cierto, porque no recuerdo casi ninguna vez en la que haya alcanzado el clímax en esta práctica capicúa, en la que tan importante es hacer como sentir, con lo que cuesta llegar a ese ensimismamiento egoísta que precede al orgasmo.

Tras hablar dos palabras, vuelvo a mirarla y me enciendo de nuevo. La vuelta a los caballitos es lenta, haciendo que cada movimiento sea sentido con intensidad. Luego, mientras Elisa me atrae más y más dentro de sí en el abrazo misionero y beso con intensidad sus carnosos labios, no puedo evitar dejarme ir a la “petite mort”, dulce pero embriagadora.

Hablamos de la vida sin pensar en el reloj hasta que el tiempo me atrapa y debo dejarla.

En el pasillo, tumbada en el sofá y con un camisón transparente, retoza Naomy a la que saludo.

Con un beso en los labios, Elisa se despide. Tiene razón: suave es su carácter y sus labios son de azúcar.

¿Y la implicación?

Sin ninguna falla y, quizás más importante, sin ningún artificio. Se entregó completamente y procuró mi placer con intensidad y dedicación, primero y (mejor aún) con total naturalidad, casi sin buscarlo, después.

¿Y a fin de cuentas?

¿Lo bueno? Elisa es una muchacha guapa con un precioso cuerpo, cariñosa y entregada. Sus besos te hacen despegar del suelo y su francés, tras guiarla en mis gustos, fue espectacular.

¿En lo menos guay? Pues no veo nada, salvo que el tiempo pasó muy rápido a su lado o que el parquímetro se me comió un eurillo.

Es realmente un chollo, una oportunidad que no habría que dejar escapar, porque es una mujer de verdad, con toda su frescura, no una profesional avezada que te cantará milongas.

Ha sido realmente un descubrimiento, un tesoro escondido que poco hacían presagiar sus fotos o su discreta presentación.

Elisa es totalmente recomendable. Alguno lo verá al descubrir sus nuevas fotos y comentará “mira lo buena que está Elisa”, mientras otros dirán que además “sus besos enloquecen”.

Imágenes Adjuntas